César Jiménez Flechas

En agosto de 2024 fue asesinado Juan Sebastián Aguilar, conocido como Pedro Pechuga, el esmeraldero que fue atacado por un francotirador en un exclusivo conjunto del norte de Bogotá, un crimen que hasta hoy sigue en la impunidad. De manera insólita, otro esmeraldero, en el mismo conjunto residencial y bajo la misma modalidad, fue asesinado en la tarde de este domingo. Se trata de Hernando Sánchez, reconocido esmeraldero y heredero del emporio de este sector, que ocupó la cabeza de la organización desde el asesinato de Pedro Pechuga.

La Secretaría Distrital de Salud se pronunció sobre la muerte de una menor de edad, por hechos aun sin esclarecer. La joven fue ingresada, junto con otras dos menores y un adulto, a la Fundación Santa Fe, presuntamente víctimas de una intoxicación.Fuentes confirmaron a SEMANA que el único producto que las cuatro víctimas consumieron en común, fueron unas fresas con chocolate.

El asesinato del zar de las esmeraldas, Hernando Sánchez, en Bogotá, coincidió en el sitio y modus operandi que también cegó la vida del esmeraldero Juan Sebastián Aguilar, conocido como Pedro Pechuga en agosto de 2024. La Policía confirmó el asesinato y advirtió que se investiga un “tirador experto”.El general Giovanni Cristancho, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, advirtió que el hecho ocurrió justo al borde de un exclusivo conjunto residencial en el norte de la capital del país.

La banda de falsificadores de billetes tenía medio país como su vitrina. Los delincuentes que lograron tecnificar su forma de elaborar los billetes se propuso, con éxito, traficarlos en Risaralda, Tolima, Cesar, Norte de Santander, Meta, Guaviare, Santander, Valle del Cauca y Arauca, entre otros departamentos; y los enviaban como encomiendas a sus compradores. Se trata de Los del Occidente, una banda que tenía imprenta en Bogotá y Florencia, Caquetá. Desde allí arrancaba la cadena criminal que incluía la obtención de la materia prima, como papel y tintas.

Una descarada red de corrupción se gestó en los despachos judiciales de Bogotá, justamente donde están los encargados de garantizar justicia a los ciudadanos. Los funcionarios convirtieron las montañas de expedientes y el rezago del tiempo en un negocio millonario que por décadas estuvo oculto de las autoridades. Esta es la historia del cartel de los depósitos judiciales. Una grotesca escena en los juzgados civiles de Bogotá, que algunos sindicatos convirtieron en linchamiento público en contra de un juez, terminó destapando un vergonzoso caso.

Sneyder Pinilla, exsubdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), se convirtió en el primer condenado por este escándalo. El exfuncionario firmó un acuerdo con la Fiscalía para aceptar responsabilidad y, a cambio, obtener una rebaja de la pena. Además, se postuló como testigo de la investigación, a través de un principio de oportunidad.El mismo Pinilla insistió en las garantías de seguridad, pues será testigo en contra de 26 personas, entre funcionarios, exfuncionarios, contratistas y hasta congresistas.

Cuando se destapó el entramado de corrupción de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), saltaron algunos nombres que ahora son protagonistas en la investigación, entre ellos el de Luis Eduardo López, el famoso contratista de los carrotanques. López se acercó a la Fiscalía para advertir que quería colaborar con la justicia a cambio de asumir por completo la responsabilidad en estos hechos y, de paso, excluir a sus allegados de todo el entramado de corrupción. Esto, para recibir beneficios por colaboración.

En la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo y Desastres (UNGRD) convirtieron cada emergencia en el país en una posibilidad de negocio. La Fiscalía reveló detalles de este escándalo mientras explicaba la dinámica que llevó a la entidad, responsable de anticiparse a los desastres, a ser considerada una “empresa criminal”, donde un grupo de funcionarios fungieron de cabecillas.Para la Fiscalía es claro que la UNGRD terminó sumergida en una maraña corrupta, como nunca en la historia del país.