El pasado viernes, con un lleno total en nuestra aula máxima de la Universidad del Rosario, celebramos la graduación de 30 nuevos y nuevas profesionales en Matemáticas Aplicadas y Ciencias de la Computación de la Escuela de Ingeniería, Ciencia y Tecnología.
En un momento emotivo y lleno de significado, comencé esa jornada inolvidable reflexionando sobre el valor de la colaboración y la importancia del otro para lograr un impacto significativo en la sociedad. Estos graduados y graduadas, como agentes de cambio, tienen la tarea de honrar la ciencia aplicada y la tecnología al servicio de los demás.
A continuación, comparto con ustedes mis palabras, en las que incluyo un fragmento de la obra de Leila Guerriero, así como mi reflexión personal:
Queridas amigas y amigos,
Siempre espero lleno de gratitud e ilusión cada uno de los grados que la vida, en un acto de generosidad me permite presidir, sirviendo desde lo mejor de mí como decano de esta escuela que tanto queremos y tanto cuidamos. Mil gracias, por ese regalo inolvidable.
Es un honor inmenso para mí estar hoy aquí, celebrando con ustedes el cierre de una etapa llena de esfuerzo, dedicación y sueños cumplidos. En este día tan especial, quiero compartir con ustedes un fragmento del libro Teoría de la gravedad de Leila Guerriero, que captura la esencia de lo que han vivido y lo que están por emprender:
Escribir
Hay que amasar el pan. Hay que amasar el pan con brío, con indiferencia, con ira, con ambición, pensando en otra cosa.
Hay que amasar el pan en días fríos y en días de verano, con sol, con humedad, con lluvia helada.
Hay que amasar el pan sin ganas de amasar el pan.
Hay que amasar el pan con las manos, con la punta de los dedos, con los antebrazos, con los hombros, con fuerza y con debilidad y con resfrío.
Hay que amasar el pan con rencor, con tristeza, con recuerdos, con el corazón hecho pedazos, con los muertos.
Hay que amasar el pan pensando en lo que se va a hacer después.
Hay que amasar el pan como si no fuera a hacerse nada, nunca más, después.
Hay que amasar el pan con harina, con agua, con sal, con levadura, con manteca, con sésamo, con amapola.
Hay que amasar el pan con valor, con receta, con improvisación, con dudas.
Con la certeza de que va a fallar. Con la certeza de que saldrá bien.
Hay que amasar el pan con pánico a no poder hacerlo nunca más, a que se queme, a que salga crudo, a que no le guste a nadie.
Hay que amasar el pan todas las semanas, de todos los meses, de todos los años, sin pensar que habrá que amasar el pan todas las semanas de todos los meses de todos los años: hay que amasar el pan como si fuera la primera vez.
Habrá que amasar el pan cuando ella se muera, hubo que amasar el pan cuando ella se murió, hay que amasar el pan antes de partir de viaje, y al regreso, y durante el viaje hay que pensar en amasar el pan: en amasar el pan cuando se vuelva a casa.
Hay que amasar el pan con cansancio, por cansancio, contra el cansancio.
Hay que amasar el pan sin humildad, con empeño, con odio, con desprecio, con ferocidad, con saña.
Como si todo estuviera al fin por acabarse.
Como si todo estuviera al fin por empezar.
Hay que amasar el pan para vivir, porque se vive, para seguir viviendo.
Escribir. (VIVIR)
Amasar el pan.
No hay diferencia.
Este fragmento es una metáfora profunda de la vida y del recorrido que han realizado durante su paso por la escuela de ingeniería, ciencia y tecnología. Amasar el pan simboliza los desafíos, las emociones y las lecciones que les han moldeado y preparado para el futuro.
Cada uno de ustedes ha enfrentado momentos de incertidumbre y de claridad, de esfuerzo y de celebración. Han trabajado con pasión y, a veces, con pesar, pero siempre con la determinación de seguir adelante. Este trayecto les ha enseñado la importancia de los demás en su desarrollo. Ninguno ha llegado hasta aquí solo; las amistades, los profesores, la familia y cada persona que ha cruzado su camino han sido fundamentales en su crecimiento.
En un mundo que a menudo valora la competencia, ustedes han aprendido el verdadero valor del trabajo colaborativo. Han comprendido que la colaboración no solo enriquece sus proyectos, sino que también fortalece los lazos humanos. La verdadera innovación y el progreso surgen cuando trabajamos juntos, compartiendo ideas y apoyándonos mutuamente.
Además, quiero resaltar cómo la vida ha sido generosa al permitirnos coincidir, querernos y aprender todos de todos. Cada encuentro, cada sonrisa, cada gesto de apoyo ha contribuido a formar el tejido de esta comunidad. La relación humana generosa es la llave que abre todas las puertas, creando un entorno donde todos pueden prosperar y crecer juntos.
Recuerden que, al igual que el pan necesita tiempo y paciencia para crecer, sus sueños también requieren dedicación y perseverancia. No siempre tendrán el control de las circunstancias, pero sí de su actitud y esfuerzo. Cada obstáculo que superen los fortalecerá y los preparará para lo que venga.
Hoy, al embarcarse en nuevas aventuras, les animo a que sigan valorando y cultivando estas relaciones. La verdadera riqueza no está solo en lo que logren individualmente, sino en cómo contribuyen al bienestar de los demás y en cómo construyen juntos un futuro mejor. No teman equivocarse, porque en cada error hay una lección invaluable. Mantengan siempre viva la curiosidad, la creatividad y la pasión que los ha traído hasta aquí.
Ustedes tienen el poder de transformar el mundo, de dejar una huella imborrable con su conocimiento y su humanidad. Como el pan que nutre, tienen la capacidad de inspirar y apoyar a quienes les rodean.
Felicitaciones, queridas y queridos graduados. Estoy inmensamente orgulloso de cada uno de ustedes y emocionado por todo lo que lograrán en el futuro. Sigan amasando su camino con amor, valentía y determinación. El mundo los espera, y sé que serán extraordinarios.