Barranquilla
Los faroles navideños : la tradición que ilumina la Noche de las Velitas en Barranquilla
Leonardo Herrera Delgans
06 de diciembre 2024 , 11:10 p. m.
06 de diciembre 2024 , 11:10 p. m.
Los faroles navideños : la tradición que ilumina la Noche de las Velitas en Barranquilla
La historias de artesanos que gracias a su ingenio mantienen viva la magia de las fiestas.
Leonardo Herrera Delgans
Bajo el cobijo de un robusto árbol de roble que danza al ritmo de las brisas decembrinas, en el corazón del barrio Rebolo, en el suroriente de Barranquilla, se encuentra la casa de Ángel Sepúlveda.
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Allí, este hombre de 69 años de edad, con una sonrisa que desafía el paso del tiempo, da vida a miles de faroles navideños que iluminan las calles, los hogares y los corazones de quienes celebran la tradicional Noche de las Velitas.
El taller improvisado de Ángel es un espectáculo en sí mismo. Sobre una mesa de madera desgastada, reposan estructuras multicolores de faroles, listas para ser ensambladas.
Ángel Sepúlveda, fabricante de faroles navideños en el barrio Rebolo de Barranquilla.
Vanexa Romero EL TIEMPO
Su proceso de fabricación, que inicia en agosto, es una labor colectiva que involucra a más de diez vecinos y familiares.
Esto no solo me ayuda a mí, sino también a ellos. En diciembre, todos necesitamos un empujoncito
“Esto no solo me ayuda a mí, sino también a ellos. En diciembre, todos necesitamos un empujoncito”, dice con orgullo mientras clava las bases de madera de un nuevo farol.
La producción es intensa: en este año planea completar más de 15,000 unidades. Cada una lleva el sello de su dedicación y un toque artesanal que las hace únicas.
Los faroles, vendidos a 2.000 pesos cada uno, se fabrican con madera, triple y madeflex, almidón (pegante artesanal que se produce a base de yuca), y pepel celofan de colores vibrantes.
Ángel Sepúlveda este año logró fabricar unos 15 mil faroles navideños.
Vanexa Romero/El Tiempo.
Los faroles que salen de la casa de Ángel viajan a puenlos perdidos del Caribe colombiano.
“Tengo clientes de pueblos que me encargan con anticipación 12 mil faroles, se los llevan a los pueblos para celebras las velitas”, cuenta el hombre mientras trabaja armando los últimos 100 que espera vender este siete de diciembre en la puerta de su casa.
En Rebolo, un barrio golpeado por problemas de seguridad, Ángel representa un faro de esperanza. La luz de sus faroles no solo ilumina calles, sino también el espíritu comunitario que se niega a apagarse.
Innovando la tradición
En el norte de Barranquilla, Álvaro Barranco, de 68 años, revoluciona la forma de crear faroles navideños desde su casa en el barrio El Castillo. Este amante de las tradiciones decembrinas llegó a la ciudad hace 35 años desde Cerro de San Antonio, Magdalena, con el propósito de mantener viva la celebración de las velitas.
Álvaro Barranco revoluciona la forma de crear faroles desde su casa en el barrio El Castillo.
Archivo EL TIEMPO
Sin embargo, no tardó en notar un problema: los faroles tradicionales, hechos de madera y papel celofán, eran víctimas de las fuertes brisas barranquilleras, que los arrastraban e incendiaban. Decidido a cambiar esa realidad, Álvaro aprovechó su experiencia en la industria del papel para diseñar un farol más resistente.
Hay personas que todavía tienen los faroles que les vendí hace más de una década. Eso me llena de orgullo
Así nacieron los faroles de cartón paja con bases de madera, un modelo innovador que resolvió varios inconvenientes. Su diseño plegable facilita el almacenamiento, mientras que su base evita manchas de parafina en el suelo.
Con el paso de los años, Álvaro ha perfeccionado su producto. Desde figuras tradicionales como árboles y velas, hasta diseños personalizados y corporativos, sus faroles han conquistado mercados nacionales e internacionales.
“Hay personas que todavía tienen los faroles que les vendí hace más de una década. Eso me llena de orgullo”, dice mientras muestra una edición especial de la Virgen de la Inmaculada.
La Noche de las Velitas se viven con gran fervor en el Caribe.
Vanexa Romero EL TIEMPO
Para Ángel y Álvaro, fabricar faroles va más allá de un negocio. Es un acto de fe y resistencia cultural. Ambos coinciden en que lo más valioso de su labor es mantener viva una tradición que une a las familias y llena de luz las noches más especiales del año.
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Ángel, desde su esquina en Rebolo, trabaja hasta la madrugada para entregar los últimos pedidos que llenarán de magia los pueblos y ciudades del Caribe. Álvaro, desde El Castillo, utiliza las redes sociales y la puerta de su casa como vitrinas para compartir con el mundo la belleza de sus creaciones.
Ambos son ejemplos de cómo la tradición se reinventa y persiste, recordándonos que la luz de la Navidad no solo brilla en los faroles, sino también en el corazón de quienes los crean.
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Leonardo Herrera Delgans -Periodista de EL TIEMPO- escríbeme a leoher@eltiempo.com o en X: @leoher70