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Sentado en una de las salas de su taller, le es inevitable recordar hasta reír cómo empezó su osadía: en una feria, una empresa le encargó tazas y platos, y, sin tener experiencia en ese tipo de pedidos, se lanzó.
“Fueron los más malucos que hemos hecho”, cuenta entre risas el dueño de Hornamento – Ceramic Lab, un proyecto que se está destacando en la capital del Atlántico por operar de manera sostenible con el medio ambiente.
El barranquillero es diseñador industrial de profesión y ceramista de pasión, quien, tras graduarse de la universidad en 2015, empezó a trabajar en una empresa de maquinaria pesada, encargado de líneas de ensamble y producción.
Hornamento Ceramic Lab, proyecto de emprendimiento lleno de arte. Vanexa Romero / EL TIEMPO“Ahí aprendí a manejar personal y toda la parte de procesos. Siempre he tenido el gusto por las actividades manuales y las artesanías en general. Luego de casi 4 años, empezó mi inquietud de querer hacer algo por mi cuenta, de querer trabajar más por mis sueños que por los de alguien más. Y no porque eso esté mal, sino que cada uno tiene lo que le llena en ese sentido y a mí ya no me estaba llenando estar en una empresa, en horario de oficina”, explica el hombre.
En rescate de la tradición cultural de la alfarería
Fue así como Juan José se enfocó en la cerámica, a través de una labor natural que se acostumbra a practicar en las poblaciones del Atlántico, donde reina el arte por la alfarería y las artesanías.
Empezó con su socio Cristian Zaisuk, enfocados en rescatar la tradición cultural de la alfarería y apuntándole a una sostenibilidad cultural, rescatando lo que se considera como un arte.
Hornamento Ceramic Lab, proyecto de emprendimiento lleno de arte. Vanexa Romero / EL TIEMPO“Inicialmente estábamos con el tema decorativo, pero nos dimos cuenta de que el mercado nos estaba pidiendo cerámica utilitaria, para el manejo de bebidas y alimentos. Vimos que podíamos apuntarle a potenciar el arte tradicional de la alfarería
con nuevas tecnologías que ya manejamos, como es la impresión 3D, el modelado digital, generar formas y capacidades diferentes, pero sin perder los conceptos artesanales”, manifiesta Zapata.
Haciendo memoria, un café fue el primer cliente que les dio la oportunidad en este mercado. Ahí comprendieron las complejidades del negocio y a tener más ideas para sobresalir.
“Nos metimos en esa ‘vaca loca’. Cuando nos dimos cuenta de que realmente no era tan fácil como uno creía, ahí sí le invertimos más tiempo a formar. Siempre fue algo empírico, pero luego nos dedicamos a experimentar más técnicamente”, reconoce.
Para Juan José, la clave del negocio propio está en que incursionaron y atacaron en un mercado que aún está “virgen” o poco explorado en Barranquilla, por lo que tuvieron una importante acogida, además del voz a voz, el marketing en redes y la calidad de las piezas.
Ya hoy en día estamos, no solo en Colombia, sino que logramos salir a Panamá, República Dominicana, Estados Unidos y Ecuador
“Ya hoy en día estamos, no solo en Colombia, sino que logramos salir a Panamá, República Dominicana, Estados Unidos y Ecuador. El mismo proceso y los mismos productos empiezan a hablar por sí solos cuando uno lo hace con el amor de ponerle todo el esfuerzo y garantizando su calidad”, destaca.
El proceso de reciclaje en Hornamento
Esa calidad a la que se refiere este emprendedor tiene mucho que ver en el cuidado proceso que cumplen con cada pieza. Proceso que incluye una misión especial con el medio ambiente.
Se trata de darle un trato diferente al material, comparado con la producción industrial de la cerámica. Esto, debido a que Hornamento tiene un control directo, sin tantas máquinas, tienen la posibilidad de controlar la disposición del material.
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Hornamento Ceramic Lab, proyecto de emprendimiento lleno de arte. Vanexa Romero / EL TIEMPO“El material naturalmente es un material muy noble, que, si él no está horneado, se puede reutilizar las veces que sea necesario. La pieza la puedo sacar, que, si al final no me gusta o tiene algún defecto, simplemente lo vuelvo a meter en agua, lo bato y se vuelve a utilizar. Utilizamos el barro en estado líquido, que es el que utilizamos para la base de los moldes. Hemos logrado que, después del horneado, todo ese material sometido a un proceso se pueda reincorporar a la línea de producción”, relata el diseñador.
En ese sentido, sostiene que han logrado reducir entre un 75 por ciento y un 80 por ciento la disposición de los residuos finales de este material. Una vez esmaltadas, que es un poco más complicado para reciclar, lo disponen para reutilizarlo en mosaicos o en otras composiciones de arte.
Así le apuntan a la economía circular y en eso también tiene que ver el uso del agua, la cual es adquirida de los aires acondicionados instalados en las oficinas. Adicionalmente, tienen adaptadas unas trampas para evitar que los residuos terminen en las tuberías.
En ese plan de rescatar las artesanías, Juan se ha propuesto como misión la idea de convertirlo en un producto de lujo. Dice que no entiende por qué algunas personas consideran que, por tratarse de artesanías, la calidad es menor o requiere de menos trabajo.
Por lo anterior, se ha enfocado en la personalización y exclusividad, a partir de coloridos diseños. Tienen una paleta de color base, aunque generan los colores necesarios para la marca que contrata sus servicios. En ese caso, reciben el manual de marca, por ejemplo, de un restaurante, y basado en eso le presentan la propuesta.
“Actualmente estamos generando ocho empleos indirectos. Son cuatro de producción, tengo dos personas en marketing y redes, una asistente administrativa y la chica que me ayuda con el modelado 3D. Esto, después de cinco años. Tenemos capacidad para producir mil piezas mensuales”, asegura Juan, de 31 años.
Cada una de esas piezas pasan por el mismo proceso, que demanda una semana: empezando por moldear la pieza, esperar que se seque, darle una pulida, hornearlo. Posteriormente pintarlo y luego volverlo a poner en el horno como clave de resistencia. Si todo sale y bien y pasa el control de calidad, se le hace entrega al cliente.
¿El resultado? Coloridas vajillas con tonos cálidos, como verdes, rojos, amarillos y anaranjados. De igual manera, diseñan elementos decoradores del hogar, como portadores de vela, jarrones, entre otros.
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Hornamento Ceramic Lab, proyecto de emprendimiento lleno de arte. Vanexa Romero / EL TIEMPOHornamento dicta talleres para la comunidad
Además de eso, ahora comparten su experiencia dictando talleres a personas interesadas no solo en cerámica, sino también en el medio ambiente: “En su momento lo hicimos por el lucro, para que la gente venga a hacer sus piezas, pero nos dimos cuenta de que más allá del lucro, las personas no saben el trabajo que hay detrás y la idea es que la gente valore las artesanías. Entonces ahora no es solo venir a diseñar tu pieza, sino enseñarles cómo es el proceso desde cero”.
Hornamento - Ceramic Lab fue uno de los 15 proyectos ganadores del programa Innova Social 3.0, de Triple A y la Fundación Santo Domingo, un evento que resalta el compromiso con el desarrollo sostenible.
Es así como un proyecto de emprendimiento local no solo le apuesta a darle un estatus a las artesanías y a la cultura tradicional de la alfarería, sino también a poner un granito de arena en la conservación del medio ambiente.
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Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO - Barranquilla
En X: @DeJhoLopez
Escríbeme a deilop@eltiempo.com