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Los 25 años del Protocolo de Cartagena con el que se encaró el asunto global de los transgénicos
Mauricio Galindo
29 de enero 2025 , 02:10 p. m.
29 de enero 2025 , 02:10 p. m.
Los 25 años del Protocolo de Cartagena con el que se encaró el asunto global de los transgénicos
Hito en avances sobre medio ambiente, y también en la forma de hacer negociaciones multilaterales.
Mauricio Galindo
Cuando la imaginación lo permite, hasta de una juguetería puede salir un empujón para confrontar debates globales. Algo así pasó en las discusiones en las que más de 160 países terminaron llegando a un acuerdo sobre los transgénicos, el 29 de enero del 2000.
Tras los enormes avances conseguidos, antes de esa última jornada quedaban pendientes solo tres puntos que mantenían todo en veremos.
La responsabilidad era enorme para Juan Mayr, ministro de Ambiente de Colombia, al presidir las sesiones la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica. Era el primer protocolo de esa Convención, y “un fracaso hubiera llevado al fracaso mismo de la Convención”, dice ahora.
Tras varias sesiones en Montreal, y con los tres puntos más difíciles por delante, Mayr decidió hacer una pausa y que los delegados fueran a sus hoteles a dormir un poco. En ese rato, Mayr dio un paseo, a 30 grados bajo cero, en la ciudad en la que se habían retomado las sesiones que habían empezado un año atrás en Cartagena, y terminó en un local de juguetes.
Luego de 10 días en Cartagena, en febrero de 1999, las negociaciones se retomaron en reuniones informales en Viena, y ahora, en un almacén de Montreal, su presidente pensaba cómo terminar con éxito. Horas después, se lograría el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología de la Convención sobre la Diversidad Biológica.
El documento es un compromiso global sobre el movimiento fronterizo de organismos vivos modificados genéticamente. Por un lado, esa tecnología abre puertas para una mayor oferta de alimentos, por ejemplo con papas a las que se les incorporan genes de truchas que hacen a los cultivos más resistentes al frío, o arroz con mayor resistencia a plagas si se les incorporan ciertas vitaminas. Por otro lado, esa posibilidad trae temores de países muy biodiversos, como Colombia, sobre los efectos de los cultivos transgénicos justamente en alteraciones posibles de esa biodiversidad, por el riesgo de que esos organismos se liberen al ambiente.
Lograr el acuerdo fue un hito, pues fue el primer desarrollo legal de la Convención sobre Diversidad Biológica pero, también, por la innovación en cómo hacer complicadas negociaciones multilaterales.
Cuando la Conferencia de las Partes se reunió en Cartagena, iban cinco años de pláticas. Allí, el presidente de la negociación, Veit Köster, le pidió a Mayr, como ministro de Colombia, y anfitrión, que asumiera ese papel, lo que aceptó en medio de dudas, por la complejidad que se veía. Se arrancaba con 400 corchetes en el posible texto, es decir, 400 puntos en los que había discrepancias.
Mayr firma la ratificación del Protocolo, junto a Cristián Samper, Jimena Nieto y Klaus Töpfer.
Archivo particular
Pero un primer logro fue que las más de 160 delegaciones aceptaran juntarse en grupos de interés con un solo vocero, primero en 10 equipos. Y al terminar las sesiones en Colombia, solo quedaron tres puntos pendientes.
Tras Cartagena, fueron a Viena, donde los grupos de interés bajaron a cinco, antes de ir a Montreal. A los 25 años, Mayr recuerda, en los siguientes cinco puntos, los momentos cruciales:
1. Que no hable tanta gente
“En Viena me inventé el cuento de las pelotas de colores metidas en una bolsa negra, porque la gente no quería hablar. En una negociación, cuando hay cinco negociadores, ninguno quiere ser el primero. Entonces quien saque la bola verde habla de primero, la amarilla, de segundo... Eso funcionó bastante bien”.
Para las sesiones en la capital de Austria, las delegaciones se habían juntado en cinco grupos de intereses afines que Mayr había identificado. “Tener 150 personas levantando la mano era totalmente inconveniente”, explica ahora el exministro.
Con ese paso, la conversación obtuvo más fluidez, pero las cosas no culminarían a orillas del rio Danubio, y se citaron para encontrarse de nuevo en Montreal, en enero del 2000, donde se vivirían las largas horas definitivas.
2. Pocos voceros y todos viéndose las caras
“Me levanté un hotel con un salón enorme. Monté en el centro unas luces especiales, un hexágono donde estaban los cinco negociadores. Detrás de cada negociador vi la alternativa de que estuvieran tres conegociadores, en caso de que necesitaran de alguien con más experiencia en algún tema. Y detrás de ellos, absolutamente todos los países que integraban esos grupos de intereses”.
Este hotel, en Montreal, lo consiguió Mayr luego de que el sistema de Naciones Unidas les había facilitado la sede de la Organización de Aviación Civil Internacional, en donde se contaría con un salón al estilo ONU, es decir con los puestos de todos los países dispuestos en filas, de la A a la Z y al frente el presidente y el secretario. El exministro prefirió devolverlo y consiguió el hotel con un espacio más acorde con la manera de negociar que venía poniendo en práctica, donde los cinco voceros y él estaban frente a frente.
Además, desde el momento en que comenzó a presidir las negociaciones, Mayr se encontró con el hecho de que las negociaciones de Naciones Unidas se suelen hacer en salones cerrados donde están las delegaciones de los gobiernos. Y frente a eso, las ONG, los medios de comunicación así como las grandes empresas de transgénicos querían saber qué pasaba. “Me pareció que eso era legítimo y pues negociar encerrado en cuatro paredes no tenía sentido”, dice ahora el exministro.
3. Negociar de manera transparente ante el mundo
“Dije: ‘por favor, me han pedido tales y tales y tales grupos que quisieran escuchar qué pasa en la negociación y yo entiendo que eso es una cuestión de transparencia. Por favor, levante, la mano quien no esté de acuerdo con la transparencia’”.
Con esa forma de plantear una decisión, Mayr logró que la negociación fuera pública. Obviamente –comenta todos estos años después– nadie levantó la mano para votar en contra de la transparencia. De esta forma, en las sesiones de Viena se abrió un salón del lado en un edificio de Naciones Unidas con una pantalla gigante para seguir en directo la negociación. Ya en Montreal se les encontró espacio en la parte trasera del salón para que pudieran estar pendientes, y eso, dice Mayr, le puso una presión muy importante a la negociación y ayudó mucho.
Así, los medios y las partes interesadas pudieron ver la discusión en la que el conflicto principal era entre quienes se oponían a que los transgénicos tuvieran trato diferenciado en el comercio, reclamando que su intercambio solo respondiera a las normas de la Organización Internacional de Comercio (OMC), y quienes buscaban imponer controles en sus importaciones de semillas u otros productos con genes extraños.
Con tres puntos pendientes en Montreal, y sesiones que iban hasta la madrugada, fue cuando Mayr paró la negociación por unas horas.
4. Legado en la forma de hacer negociaciones multilaterales
“Dije: déjenme pensar. Salí (era un muy buen momento porque Montreal estaba a 30 grados bajo cero), entonces la ciudad funciona por debajo, y encontré un almacén de juguetes y vi cinco ositos de peluche con nombres atrás de jugadores de fútbol americano, los compré y los metí en una bolsa”.
La manera como Mayr iba conduciendo la negociación seguía siendo significativa en innovación para debates multilaterales. Incluso, los expertos le pusieron un nombre, ‘Vienna Setting’, haciendo referencia al método de discusión al que Mayr le comenzó a dar forma en las sesiones de la capital austriaca.
Incluso, hace solo un par de semanas alguien que asesora las negociaciones de un Tratado Mundial Contra la Contaminación por Plásticos se comunicó con Mayr para pedir ayuda sobre ese proceso. En noviembre pasado, en Busan (Corea del Sur) se realizó el quinto período de sesiones del Comité Intergubernamental de Negociación para ese tratado del plástico, sin los avances deseados.
Igualmente, resalta Mayr, el Viena Setting también se ha puesto en práctica en otros momentos de las negociaciones de cambio climático.
5. La distensión y el humor para acercar a la gente
“Llegué, volví a pedir la plenaria, entonces dije: ‘yo sé que esto es difícil, pero he ido a pedirles apoyo a unos amigos que estaban hibernando, y sé que pueden ayudar. Antes, pedí a todo el mundo que se pusiera de pie, se cogieran de las manos y reflexionaran durante un minuto y, al final, levantaran todos las manos. Eso generó un ambiente importantísimo que rompió el hielo. Y cuando ya el primer negociador saca de sorpresa, el primer osito, todo el salón se toteó de risa”.
Ahí arrancó el último envión, y se cerró el acuerdo, el Protocolo de Cartagena. En suma, permitió a países importadores impedir la entrada de semillas, microbios, peces y, en general, organismos modificados genéticamente cuando se sospechara que podrían poner en riesgo su medio ambiente.
Negociadores de Europa y Etíopia y países afines muestran uno de los ositos de la negociación.
Archivo particular
Se ordenó identificar un embarque con la leyenda “puede contener” organismos genéticamente modificados, sin especificar qué variedad puede ser. El etiquetado se exige a semillas, microbios, peces y otros organismos que puedan ser puestos en el medio ambiente, pero no a productos de consumo final o insumos que no fueran a ser puestos en el medio ambiente como corn flakes, así sean hechos con maíz transgénico.
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Un cuarto de siglo después, Mayr señala que si bien hay sectores científicos que dicen que no hay ningún tipo de impacto, desde otras voces se insiste en el impacto que podría llegar a haber, pues todavía no hay certezas científicas absolutas.
Los impactos, dice el exministro, solo se van volviendo evidentes con el tiempo. “Pongámoslo de la siguiente manera: cuando la revolución industrial, las máquinas de vapor y posteriormente el petróleo, nadie pensó que 100 años o 170 años después fuéramos a tener un problema como el del cambio climático, si eso no se veía en ese momento”.