Doble tragedia: colombiana salió del país huyendo de la guerra en el Catatumbo y fue deportada de EE. UU.

Con 153 migrantes a bordo y cientos de historias de vida, aterrizaron en Colombia dos aviones provenientes de Estados Unidos, marcando el inicio del primer proceso de deportación masiva anunciado por el recién posesionado presidente Donald Trump.

Contrario a las declaraciones del mandatario estadounidense, ninguno de los colombianos deportados tenía antecedentes penales. Por el contrario, algunos habían abandonado el país buscando refugio ante la guerra y la violencia.

Ese es el caso de una joven de 23 años, cuyo nombre prefirió mantener en reserva. Hace diez días llegó a Estados Unidos tras huir de la región del Catatumbo, donde las amenazas de los grupos armados presentes en la zona forzaron su salida.

Su travesía, sin embargo, fue tan dolorosa como frustrante. Apenas llegó al país norteamericano, fue detenida por la guardia fronteriza y permaneció bajo custodia durante diez días, hasta ser deportada este martes.

“Me siento realmente frustrada por todo lo que pasó. Yo llegué, me entregué a las autoridades norteamericanas, me detuvieron, allí estuve encerrada, y no escucharon mi caso, yo confiaba que cuando les contara por qué había decidido migrar iban a entender mi caso, pero no fue así”, contó esta mujer en diálogo con Caracol Radio.

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Detalló que tuvo que atravesar la peligrosa selva del Darién, una travesía que pone en riesgo la vida de miles de migrantes. Luego, pasó varios días en México, donde trabajó para reunir el dinero necesario para continuar su viaje. Más tarde, abordó el temido tren de “La bestia”, que la llevó hasta el muro fronterizo, el cual cruzó cavando un túnel.

La “La bestia” es un medio de transporte usado por migrantes para intentar llegar a Estados Unidos. También se le conoce como “El tren de la muerte” o “El tren de los desconocidos”. Según el relato de esta colombiana, el tren nunca se detiene para que los migrantes suban; deben hacerlo mientras está en movimiento, arriesgando su vida en el intento.

Su historia en Colombia refleja la realidad de muchos que nacen en regiones azotadas por el conflicto armado. Asegura haber sufrido en carne propia el secuestro y la tortura a manos de grupos criminales. Su cuerpo lleva las cicatrices de ese calvario, mismas que mostró a las autoridades de Estados Unidos, esperando que su testimonio fuera escuchado. Sin embargo, afirma que su clamor fue ignorado.

“En Catatumbo la violencia siempre ha brillado, nosotros somos desplazados, tengo dos hijos que incluso los dejé, pero los dejé con una persona lejos, para que ellos estuvieran protegidos, porque incluso el papá de mi hijo lo asesinaron, yo tuve que presenciar el asesinato del papá de mi hijo cuando yo estaba en embarazo, ya en mi vida corría mucho peligro, yo tengo marcas de cuando a nosotros nos secuestraron, que nos torturaron y demás cosas”, añadió a Caracol Radio.

Ahora, aseguró, no sabe qué será de su vida ni la de sus hijos. Migró a Estados Unidos con la esperanza de trabajar y ofrecerles un futuro mejor, pero está de regreso en Colombia, sin un lugar donde quedarse y sin un plan claro para el futuro. A esto se suma el peso de las deudas que contrajo para financiar su viaje hacia el frustrado sueño americano.Siga leyendo: Colombianos deportados desde EE. UU. no tienen antecedentes penales ni órdenes de captura, aseguran desde Presidencia

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