“Es una vil calumnia, a él no le consta nada de eso, y que yo sepa los que veníamos ahí solo queríamos salir del país buscando otra oportunidad, pero no somos narcotraficantes”. Así lo expresó uno de los colombianos deportados desde Estados Unidos este martes, en respuesta a los señalamientos públicos del presidente Donald Trump.
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El ciudadano, quien hacía dos meses había salido de Colombia, les dijo a los reporteros, a su llegada a Colombia, que estuvo 12 días detenido en el procedimiento de deportación, en Texas. “Allá no le dicen a uno el porqué, simplemente que sale deportado”, acotó.
Explicó que en los vuelos internos de las autoridades estadounidenses, las personas en proceso de deportación permanecen esposadas, “ellos dicen que es por la seguridad de ellos, que de pronto alguien no vaya a tener una mala reacción. Cuando llegó el vuelo de Colombia, viajamos sin esas esposas”, señaló, agregando que ahora irá a Medellín a reunirse con su familia.
El deportado, un ingeniero mecatrónico de profesión, señaló que antes de partir a Norteamérica tenía un empleo en Colombia con un salario de $4 millones de pesos, pero que decidió viajar “por ambición”.
Tomó un vuelo hacia Ciudad de México y luego a Ciudad Juárez, narró en Blu Radio, y de allí fue hasta la frontera, donde se presentó a las autoridades migratorias. Dijo que pedía asilo, huyendo de la violencia, aunque en realidad no era su caso. “Es lo que todo el mundo hace. Inventarse razones de persecución o violencia para justificar la solicitud”, aseveró.
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En todos los trámites de viaje, incluyendo el pago a los “coyotes” que lo guiaran por la frontera, el ingeniero invirtió 10.000 dólares que tenía ahorrados ($42’208.600 pesos a la tasa de cambio actual).
Otro de los deportados, quien había cruzado la frontera el miércoles de la semana pasada, habló para los medios de comunicación en el aeropuerto El Dorado, y expresó que los funcionarios estadounidenses se burlaron de ellos. “Se reían y decían ‘todos deportados, papá Trump está en la casa’. Hubo personas a las que les quitaron su bastón”, contó.
“Nos esposaron desde los tobillos hasta la cadena, como criminales, nos hicieron firmar documentos obligados, fue horrible, fue un trato inhumano”, agregó, indicando que su propósito era reunirse con su familia, que ya vive en Estados Unidos. “Yo estoy huyendo de la violencia que he sufrido”, argumentó, sin dar detalles de esa situación por seguridad.
Una de las imágenes que se le quedaron grabadas a este hombre, de Girardot (Cundinamarca), fue ver a hijos viendo cómo esposaban a sus mamás, “como si fueran criminales”.
De acuerdo con la Cancillería, el primer vuelo que llegó a Bogotá fue procedente de San Diego, California, trayendo a 110 deportados, “cumpliendo los protocolos establecidos para el retorno digno”.
En la tripulación hubo funcionarios de Migración, de la Coordinación de Asistencia a Connacionales del Ministerio del Exterior y personal médico.
“Esto con el fin de poder garantizar el respeto a los derechos de los ciudadanos y hacer monitoreo médico en caso de ser necesario”, informó la Cancillería.
Después arribó otra aeronave con 91 deportados desde El Paso, Texas.
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