Donald Trump regresó con mano dura a la Casa Blanca en su segundo mandato presidencial. Así lo demostró en su primer mes en el poder desde que asumió el cargo el pasado 20 de enero.
El enfoque nacionalista y aislacionista de Trump que prioriza los intereses estadounidenses en la política internacional y económica, ha generado revuelo.
Uno de los temas que generó incertidumbre entre varios de sus aliados fue su transformación de la política exterior de Estados Unidos, utilizando los aranceles como arma de negociación, siguiendo su insignia de “América primero”.
Sin duda, su primer mes también ha estado marcado por su enfoque agresivo contra la inmigración ilegal y las deportaciones masivas, una de sus grandes promesas de campaña.
Por lo que la reconocida revista londinense The Economist resumió las primeras semanas de Donald Trump como “El aspirante a rey”. El medio internacional consideró que la forma de gobernar del republicano estaría impulsando una concentración de poder sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos.
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Con alrededor de 70 órdenes ejecutivas firmadas en 30 días, Trump ha demostrado su preferencia por gobernar sin pasar por el Congreso. Muchas de estas órdenes han sido consideradas inconstitucionales, lo que ha provocado una serie de choques con el Poder Judicial.
Según The Economist, Trump parece estar probando los límites de la justicia, desafiando la independencia de los tribunales y explorando hasta qué punto puede gobernar sin restricciones legales.
En el ámbito internacional, la estrategia de Trump también ha sido disruptiva. The Economist señala que “en materia de asuntos exteriores, también a Trump le irrita librarse de las obligaciones que heredó”.
Entre sus decisiones más radicales están el retiro del Acuerdo Climático de París, así como de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ha comenzado a desmantelar relaciones con diversas organizaciones internacionales. La revista considera que “Estados Unidos siempre ha sido cauteloso de verse atado por instituciones del tipo de las Naciones Unidas”.
En su segunda presidencia, Trump intensificó su campaña contra el despilfarro gubernamental por lo que una de sus primeras decisiones fue congelar toda la asistencia exterior por 90 días, lo que resultó en la paralización de casi todos los programas de USAID, agencia estadounidense que proporciona asistencia humanitaria alrededor del mundo.
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Además, incluyó la eliminación de proyectos relacionados con diversidad, equidad e inclusión (DEI), que calificó innecesarios para su gobierno. En su primer discurso como presidente, aseveró que su administración solo reconoce dos géneros, masculino y femenino.
También se destacó su acercamiento a Rusia, algo que rompe con la tradición de la política exterior estadounidense y genera preocupación en Europa.
Por los visos de la presidencia del republicano, cuyo eje es el movimiento ‘Make America Great Again’ (MAGA), demuestra “su creencia de que el poder le corresponde personalmente, y afirma que está decidido a acumular más”.
Como prueba está su interés por la compra de Groenlandia y sus declaraciones sobre recuperar el control del Canal de Panamá.
“El presidente dice que está eliminando el despilfarro, el fraude y el abuso de la burocracia, pero sus oponentes advierten que está destruyendo el gobierno federal. Dice que está trayendo paz al mundo y prosperidad al país; advierten que está destrozando las alianzas que mantienen fuerte a Occidente”, resume The Economist. “Dice que está haciendo que Estados Unidos vuelva a ser grande; los opositores advierten que está llevando al país a una crisis constitucional, o incluso a una autocracia trumpiana”.
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