“No sé por qué este sindicalista me recuerda a Demóstenes, uno de los oradores más relevantes de la historia y un importante político ateniense”, se leyó en los últimos días en una publicación del presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, en X.
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Publicación que rápidamente se hizo viral y hasta ayer contaba con más de 1.000 republicaciones y más de 4.000 interacciones. ¿La razón? Lafaurie se refería a un video que compartió en el cual se observa a un sindicalista cuestionando la reforma laboral y cantándole la tabla al Gobierno e inclusive a otros sindicalistas: “Miles de trabajadores no somos comunistas ni marxistas (...) nos entendemos como cooperantes, como interdependientes en una sociedad donde empleadores y trabajadores tenemos la responsabilidad de generar valor”.
Se trata de Alejandro Ospina, presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Petrolera y Energética de Colombia (Utipec), quien le contó a EL COLOMBIANO que su voz representa al “sindicalismo del siglo XXI, que ya no se ve desde la lucha de clases y del conflicto social, porque eso no agrega valor y no es sostenible”.
“Desde que conocimos los primeros borradores de la reforma laboral, nos dimos cuenta de que es inconveniente para los trabajadores, que tiene unos beneficios insostenibles y no atiende la problemática real del empleo en el país”, asegura.
Para Ospina, uno de los puntos más graves del proyecto es lo que haría con el propio sindicalismo. “Pusimos en evidencia que el Gobierno, en su reforma, pretende promover una monopolización del ejercicio del derecho de libre asociación y de las organizaciones sindicales, hacia los sindicatos afines a ellos”.
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Entonces, continúa, “desde las primeras versiones de esa iniciativa se planteó esto y se cuestionó la destrucción del contrato sindical, que ha sido útil en organizaciones sindicales; advertimos que lo mejor es hundir esta reforma”.
Hoy, Utipec cuenta con cerca de 3.000 afiliados cotizantes y unos 7.000 no cotizantes, y su presidente acepta que el movimiento sindical en el país está dividido, incluso respecto al apoyo a la reforma laboral.
“Estamos dando el debate. El movimiento sindical se reduce a cerca del 4% de la población laboral en Colombia y hay unas personas que el Gobierno se ha empeñado en hacer ver como representantes legítimos de los trabajadores, como Fabio Arias, de la CUT ( Central Unitaria de Trabajadores) o Percy Oyola, de la CGT (Confederación General del Trabajo), que hoy está profundamente dividida”, agrega.
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No obstante, Ospina destaca cómo en las “disidencias” de la CUT, en un sector de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y en otras centrales “hay una gran parte del movimiento sindical que no está de acuerdo con la reforma laboral”.
“Hay una porción muy grande de sindicalizados que no estamos de acuerdo con ese proyecto. Aspiro a que esta reforma se hunda o que al menos se eliminen puntos como la prohibición del contrato sindical”, insiste.
En su concepto, si la reforma pasa, así sea “peluqueada”, Colombia se privará de dar un debate decisivo sobre cuál va a ser el trabajo que quiere para el siglo XXI, “porque seguimos discutiendo cosas del siglo XIX”.
La reforma seguirá en audiencias públicas en el país y se espera que a mediados de marzo haya luces sobre la continuidad del debate en el Congreso. No se descartan nuevas ponencias para archivarla.
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