En uno de los pasajes más citados de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, el patriarca José Arcadio Buendía idea un plan para contrarrestar las evasiones de la memoria: pegar papelitos en las cosas con sus respectivos nombres. De esa forma, sobre la vaca puso un papelito con la palabra “vaca” y sobre la mata de ñame uno con las palabras “mata de ñame”. La imagen calza a la perfección para explicar el valor que los Archivos Históricos tienen para sus respectivas comunidades. Sin ellos, es muy factible que la historia se pierda para siempre y sin remedio. De ahí que los investigadores y estudiosos hayan activado las alarmas por la situación actual del Archivo Histórico de Antioquia, que funciona en el primer piso del Palacio de Cultura Rafael Uribe Uribe.
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En este momento, el defectuoso funcionamiento del aire acondicionado y la falta de un restaurador experto tienen en jaque un acervo patrimonial cuyo documento más antiguo data de 1567. “La tarea de un archivo es custodiar la información para facilitarla al público, y para lograr esto, los documentos deben conservarse adecuadamente. Esto incluye mantener la temperatura y la humedad bajo control, ya que condiciones inadecuadas pueden dañar los documentos”, le dijo a EL COLOMBIANO una fuente que pidió mantener en reserva su nombre. De hecho, un reportero de este medio noticioso corroboró de primera mano que algunos documentos antiguos tienen grietas, se han despedazado o están ilegibles porque la tinta se ha corrido.
Las altas temperaturas son una de las causas que el patrimonio documental de Antioquia esté en peligro. “ La temperatura ideal para la conservación de los documentos debe estar entre 17 y 20 grados centígrados, con un control adecuado de la humedad. Sin estas condiciones, el papel se deteriora rápidamente. Hay días en el Archivo que las temperatura oscilan entre los 26 y 29 grados”, cuenta la fuente reservada. Por su parte, Julia García-Aranzazu, investigadora postdoctoral en la EHESS de París, cuenta que en el 2023, el Archivo estuvo más de tres meses sin aire acondicionado. La situación no ha cambiado mucho. “Las colecciones se guardan en dos pisos; el piso de arriba nunca ha tenido aire pero, con trabajo, el aire frío de abajo subía al de arriba para refrescar un poco la planta superior. Había un deshumidificador, qué ya no funciona”, afirma la investigadora.
El panorama no es nada alentador. Se cree que, de no hacerse los correctivos del caso, la mitad de los documentos del Archivo Histórico de Antioquia se deterioraría al grado de quedar inservibles. ¿Qué se perdería con esto? “El Archivo tiene más de 1500 tomos de historia Colonial y más de 4000 de independencia y república, así como muchos otros del fondo del Ferrocarril y del fondo de escribanos (que empieza en el siglo XVII)”, enumera García-Aranzazu. Estos documentos no solo son la materia prima de estudio de muchos profesionales de las humanidades, también le ofrecen ayuda a los ciudadanos que, por diversos motivos, quieren conectarse con el pasado de su región o de su familia. “Mucha gente ha recuperado las tierras que les quitaron los violentos gracias a los documentos del Archivo. También otra gente ha obtenido nacionalidades extranjeras porque encuentran que un ancestro vino a Antioquia de otros países”, dice la fuente reservada.
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No solo el papel ha sido víctima de las altas temperaturas. La colección de microfilms se ha visto menguada porque algunos casi que se han derretido. “En la sala huele a vinagre. A los funcionarios del archivo los vapores les dan alergia y un compañero de ellos ya tiene problemas respiratorios”, dice García-Aranzazu. El reportero de EL COLOMBIANO comprobó de primera mano que hay carretes de microfilms inservibles, con la tinta corrida. Esa circunstancia lanzó al olvido algunos documentos de los concejos municipales de Antioquia.
A pesar de lo apremiante de la situación, tanto la fuente reservada como García-Aranzazu coinciden en que se está a tiempo de resolver el problema del aire acondicionado y de contratar los servicios de un restaurador profesional que remedie los estragos que ya se causaron. “Es un archivo esencial para los historiadores que se interesan por la historia de Antioquia, tanto colombianos como extranjeros, así como los jóvenes estudiantes de historia. Al archivo viene gente de todo el mundo”, concluye Aranzazu.