A lo largo de su carrera, Pep Guardiola ha sido un estratega que ha revolucionado el fútbol moderno. Sin embargo, antes de convertirse en el cerebro táctico del Barcelona, Bayern Múnich y Manchester City, el entrenador catalán vivió una breve y casi olvidada experiencia en Italia, más precisamente en la Roma bajo la dirección de Fabio Capello.
Corría la temporada 2002-03 cuando Guardiola llegó a la capital italiana con la ilusión de sumar su experiencia a un equipo que buscaba consolidarse entre los mejores de la Serie A. No obstante, su paso por el club giallorosso fue efímero y decepcionante. Apenas disputó ocho partidos oficiales antes de abandonar Europa por primera vez en su carrera, rumbo al Al-Ahli de Catar. Entre los pocos momentos destacados de su estancia en Roma, figura un gol en la Copa Italia, un destello de calidad en un periplo que no estuvo exento de dificultades.
Los romanos, lejos de ser protagonistas, finalizaron la temporada en una discreta octava posición, sin clasificar a ninguna competición internacional. Guardiola, que había llegado con la esperanza de relanzar su carrera, terminó marchándose en silencio, sin poder dejar huella en el club y bajo la sombra de un Capello cuya dirección técnica no le otorgó demasiadas oportunidades.
Más de dos décadas después, el destino los vuelve a cruzar, esta vez en una relación de maestro y alumno convertido en rival ideológico. Fabio Capello, un emblema del pragmatismo fútbolístico, ha sido uno de los críticos más vocales del estilo de Guardiola. Si bien el técnico italiano ha reconocido en múltiples ocasiones la genialidad del español, también ha lanzado duros comentarios sobre sus decisiones, especialmente en el Manchester City.
“Este City es más humano que nunca”, sentenció Capello recientemente, en una clara referencia a la aparente vulnerabilidad del equipo inglés esta temporada. Las palabras del italiano reflejan un cambio en la percepción sobre Guardiola, quien ha dominado la Premier League y Europa con su fútbol de posesión y alta presión, pero que ahora enfrenta desafíos que lo han obligado a replantear su filosofía.
Quizá la historia entre Capello y Guardiola sea una de desencuentros estilísticos más que personales. El primero, un símbolo del fútbol italiano basado en el orden y la disciplina; el segundo, un revolucionario de la idea ofensiva. Lo irónico es que, pese a sus diferencias, ambos han dejado huella en la historia del fútbol. Pero mientras Guardiola sigue buscando nuevos desafíos, Capello observa desde la tribuna, listo para lanzar su siguiente crítica a quien alguna vez tuvo bajo su mando en la Ciudad Eterna.