Tal vez la sigla UH-60 no le diga mucho a la gente. Sin embargo, el nombre “Black Hawk” o “Halcón Negro” puede traer reminiscencias de uno de los helicópteros más populares del mundo ya sea por sus apariciones en el cine de acción de Hollywood o sus incursiones en tantos conflictos del mundo donde el rotor de sus palas ha sido decisivo.
Y si de Colombia hablamos, ni se diga. Según los archivos de prensa, los primeros “Halcones Negros” arribaron a la base de Puerto Salgar, en Cundinamarca, en 1988. Desde entonces su potencial de llegar a cualquier parte del país garantiza una gran ventaja a las fuerzas armadas, dándole un giro al conflicto interno.
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Pero hoy no vamos a hablar de esta peculiar máquina, apreciada por los soldados de tierra y aire –sobre todo cuando están bajo ataque– y maldecida por los bandidos del país, quienes ante su mortífera efectividad decidieron apodarle “La Bruja”.
Hoy es momento de hablar de los hombres y mujeres que entre bancos de trabajo y anteponiéndose al ruido de los metales, desde el Comando Aéreo de Combate N.° 5, Cacom 5 de Rionegro, hacen posible que los UH-60 lleguen hasta cualquier parte de Colombia buscando salvar vidas. Hoy es turno de hablar de los hombres y mujeres que habitan el nido de los “Halcones” y los “Arpías”.
El coronel Jorge Pinzón Cepeda es el comandante del Grupo Técnico 53 instalado en Cacom 5, base que él define como la “casa logística de la flota de los UH-60”. Pese a su juventud, Pinzón asegura con toda la experiencia del caso que la base a su mando es esencial para mantener la flota de helicópteros en el aire.
“Acá tenemos toda la capacidad técnica instalada para realizar mantenimientos programados e imprevistos. Sin embargo, lo más importante que tenemos es el talento humano: oficiales y suboficiales que engranan todas las subespecialidades –ya sea en estructuras, motores, aviónica, armamento aéreo y mantenimiento general– para que los helicópteros puedan ser atendidos efectivamente”, añadió.
Pero no solo mantenimientos se hacen en Cacom 5. Según el coronel, gracias al ingenio de los técnicos que por allí han pasado, el Comando ha sido cuna de grandes innovaciones como la creación del helicóptero de ataque Arpía y el helicóptero medicalizado Ángel.
“Hemos desarrollado en el último año otras innovaciones como la instalación de camillas fijas a la estructura de la aeronave para transporte médico. Eso parece sencillo, pero hay mucha ingeniería e investigación detrás de esto para obtener el certificado de aeronavegabilidad. Así mismo, los técnicos desarrollaron el tanque de combustible G-53 que permite mayor autonomía y así poder llegar a sitios más apartados del país”, dijo, mostrando orgullo por sus subalternos.
¿Pero quiénes son los hombres y mujeres detrás de estas inventivas? Según el técnico jefe John Cardozo Núñez, quien funge como especialista táctico de inspectores de Cacom 5, los técnicos son los héroes silenciosos cuyo aporte es invaluable para el éxito de las misiones que parten desde la unidad militar.
“Tal vez la gente no sepa que detrás de cada aeronave existe un grupo de personas que a lo largo y ancho del país, y a veces en difíciles condiciones, desempeñan esta labor con una alta calidad para salvar vidas. Sin el trabajo arduo de estos hombres y mujeres valientes y capaces ya sean en tierra o en el aire no sería posible cumplir las misiones”, dijo.
Y es que gracias a la inventiva y labor de estos hombres y mujeres han salido descrestantes ideas que dejan asombrados incluso a los mismos fabricantes de los UH-60.
Un ejemplo es el helicóptero Arpía, una de las joyas de la corona de la Fuerza Aérea. Si bien su historia es más amplia, esta se podría resumir en que el surgimiento de la letal máquina se dio por algo tan común en los colombianos: la necesidad de suplir una necesidad con lo que se tiene.
Según los archivos periodísticos, para la década de 1990 las estructuras ilegales del país se desplazaban a puntos de difícil acceso para así no ser detectadas antes de lanzar ataques contra la población, por lo que la Fuerza Pública requería un helicóptero artillado capaz de darles caza.
Para esas fechas, los fabricantes del Black Hawk ya habían desarrollado un modelo con estas características pero al parecer por temas de restricciones armamentísticas gringas este último modelo no podía llegar al país. ¿Cuál fue la solución? Pues los técnicos colombianos echaron mano para conseguir su artillado “Made in Colombia” y para 1995 se comenzó a trabajar en el modelo Arpía.
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Antioquia 29
La culminación del proyecto se dio justo a tiempo, pues para el 30 de enero de 1996 el nuevo modelo de la Fuerza Aérea partió desde Cacom 5 –cargando ametralladoras y cohetes– en una misión de apoyo aéreo a las tropas del Ejército que intentaban evitar la toma del municipio de Urrao por parte del frente 34 de las Farc. Ese fue el “bautizo de fuego” del temido Arpía que hoy ya va en su cuarta versión, que integra algunos de los elementos más modernos para una aeronave.
“El ambiente de combate y la geografía colombiana hacen que acá tengamos que desarrollar soluciones a problemas que ni siquiera el fabricante se había ideado. Así nació el Arpía: desde un sistema básico se agregó un sistema tan sofisticado que las mismas empresas reconocen el ingenio del técnico colombiano, lo que también hace que otros países se interesen por lo que hacemos acá”, comentó Rodríguez.
Pero no todo es gloria y misiones seguras en la flota de los UH-60 que despegan de Cacom 5, según el técnico jefe Marcos Ordoñez Rodríguez, quien se desempeña como mentor táctico de producción en Rionegro.
El suboficial tiene 25 años de experiencia con los Black Hawk y sabe de lo que son capaces de hacer estas poderosas máquinas de pintura opaca sobre todo cuando están sometidas al rigor del fuego enemigo desde la espesura de la selva.
Como ejemplo, el suboficial explicó como recientemente una de las aeronaves fue atacada a tiros durante el rescate de unos soldados y pese al daño sufrido fue capaz de cumplir su misión.
“Un helicóptero fue a sacar unos soldados que habían caído en un campo minado. Cuando llegó a rescatarlos fue impactado por el enemigo y una bala le dio una de las varillas de control que transmite los movimientos al rotor de la aeronave. Sin embargo, el helicóptero es tan bueno y seguro que aún así pudieron salir. Por cosas así es que el soldado de tierra nos dice que estos helicópteros son como ángeles de metal”, añadió.
Tal vez por el vínculo de un cuarto de siglo es que Ordoñez asegura que todo en Cacom 5 y en la Fuerza Aérea es un equipo que se siente como uno solo, un equipo que incluye no solo a los hombres y mujeres sino también las aeronaves.
“Cuando pasa algo malo (un derribo, un accidente o un impacto), claro que a uno le duele lo que les sucede a los compañeros y a los subalternos, pero a uno también le duele lo que les pasa a las máquinas”, comentó.
Para la mitología nórdica, las Valquirias eran las hijas de Odin representadas como poderosas mujeres que montadas y armadas volaban sobre las duras batallas listas ya fuera para entrar en combate o para elegir a los guerreros que hayan tenido valor y coraje en lo más crudo de la pelea.
Y sí, puede que la anterior descripción parezca desubicada, pero hasta cierto punto se acopla muy bien al papel que desempeñan las pilotos y técnicos de los UH-60 que parten de Cacom 5.
De hecho, en Cacom 5 es habitual la presencia femenina e incluso en la base hay una tripulación completamente femenina.
Una de las primeras mujeres de la unidad es la técnico de vuelo – artillera, y especialista en contratación, Fernanda Rodríguez Bello.
Si bien ella a sus 27 años se desempeña principalmente en el área administrativa manejando temas de adquisición de suministros, cuando las circunstancias lo requieren se convierte en la encargada del mantenimiento y del armamento de la aeronave durante los vuelos.
Según Rodríguez, ser mujer en Cacom 5 ha sido una experiencia hermosa, pues comentó que no ha sentido que haya tanta división de roles de acuerdo al género. “Acá me han ayudado y enseñado mucho. Me siento muy respaldada y muy acogida, siempre ha sido así. Todos acá aportamos para cumplir las misiones. Y yo a ese granito de arena le aporto además el toque femenino”, detalló.
De acuerdo con la técnico, el hecho de ver cada vez más mujeres en la Fuerza Aérea es algo que la llena de orgullo y satisfacción.
“Ser parte de la primera tripulación femenina fue romper paradigmas, porque ver tres mujeres haciendo todas las misiones habituales fue algo inédito. Ahora vemos que ya hay más técnicas y artilleras y eso me llena de gratitud porque siento que las puedo guiar en su proceso de aprendizaje”, resaltó.
Continuando con el papel de la mujer en Cacom 5, cómo no hablar de una de sus comandantes. Ella es la mayor Marcela Gómez Sandoval, comandante del escuadrón de abastecimientos.
Desde uno de los corazones de la base, una de sus bodegas de suministros, la oficial cuenta que su rol –que curiosamente no está en el aire sino en la tierra– es esencial, pues ella es quien dirige la gestión del material para soportar las aeronaves que, como ella dice, “le dan seguridad y gloria al país”.
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Aunque ella es la tercera en experiencia del Grupo Técnico 53, comenta que pese a su trayectoria el reto más difícil que aún sostiene es el de equilibrar su rol de madre y de pareja con su rol de militar.
Por un lado, Gómez comentó que el ser mujer no marca ninguna diferencia de privilegios o trato diferente con el resto de la unidad. “Es que ser militar es más que una profesión, es entregarse al servicio, es apoyar al país para que con el trabajo de uno tenga un futuro mejor. Sin embargo, sí admito que ser mamá me da una fortaleza dentro de mi oficio y una empatía para entender muchas cosas de los miembros del equipo”, añadió.
Por otro lado, Gómez anotó que su esposo también es piloto de la FAC. Una relación peculiar pero complementaria, porque mientras él está en el aire haciendo misiones, ella está en tierra adelantando un arduo trabajo para que su pareja siga volando.
“Mi esposo y yo nos graduamos juntos. Y nuestra hija es el motor que nos permite equilibrar ser padres, militares y tener estabilidad emocional cuando las misiones nos separan. Por eso digo que esta labor requiere mucho amor por lo que se hace y los dos amamos lo que hacemos. Cuando él sale yo trato de sentirme tranquila, porque él va con Dios y él siempre sabe que tiene los brazos abiertos de quienes lo esperamos en tierra”, evocó.
El fuerte sonido de un helicóptero interrumpe las entrevistas, es señal de que el cielo se despeja y está listo para recibir el vuelo de otra de estas aeronaves. Y mientras ellas están en el cielo, en la tierra, hombres y mujeres siguen dando lo mejor para cumplir la misión del Grupo Técnico 53 de Cacom 5 que se ha vuelto un lema: es producir horas de vuelo para salvar vidas.