Si hay algo en lo que coinciden todas las fuentes consultadas por este diario sobre la situación de orden público que se vive en la frontera entre Colombia y Venezuela -sector del Catatumbo- es que no es algo nuevo, más exactamente sobre las andanzas de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) graduado ya de grupo armado binacional.
No en vano, el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, aseguró la semana pasada que no es un secreto que “hace varios años” cabecillas de grupos al margen de la ley hacen presencia en el vecino país y que esto dificulta el accionar del Ejército.
Una fuente de inteligencia militar, en principio, explica las diferencias entre transitar del lado venezolano y hacerlo del lado colombiano. Desplazarse desde Arauca hasta Cúcuta (una distancia de 421 kilómetros) tarda en promedio catorce horas, mientras que recorrer la misma distancia por el lado vecino demora cuatro horas. Según la misma persona, esto se debe a que de este lado las vías son trochas, mientras que del otro son autopistas óptimas.
Lo anterior, cuenta la misma fuente, se suma a otro factor decisivo: la presunta colaboración de la Guardia Nacional Bolivariana. En esto coincide un investigador de crimen y orden público del estado Zulia, en Venezuela, que habló con EL COLOMBIANO y pidió no ser identificado por razones de seguridad obvias. “La Guardia y el ELN tienen una connivencia en esta zona. No hay forma ni manera de que puedan operar sin que las autoridades lo sepan”, cuenta.
Esas circunstancias hacen que la crisis humanitaria que vive el Catatumbo -que deja 80 muertos y 42.000 desplazados, el peor en los últimos 28 años- producto del enfrentamiento entre el ELN y las disidencias de las Farc sea más difícil de enfrentar.
Como lo explica el experto en seguridad y defensa y profesor de relaciones internacional de la Universidad de la Salle, César Niño, “el ELN goza de un respaldo del oficialismo y, mientras tanto, esa guerrilla opera en ambos sentidos y espacios, lo cual lleva a entender que las operaciones en Colombia se terminan en la frontera, en donde no pueden entrar por un principio de respeto a la soberanía y al derecho internacional humanitario”.
En ese sentido, explica, cuando las fuerzas armadas locales llegan al punto fronterizo tienen que detenerse, pues “el ELN no tiene ningún reparo en moverse en péndulo entre ambos países”.
Sin embargo, ese contubernio va más allá de que, presuntamente, las autoridades venezolanas se hagan los de la vista gorda. El investigador consultado para esta nota asegura que los miembros de la guerrilla incluso utilizan los recursos logísticos de la Guardia, como los vehículos oficiales. Y lo dice no porque se lo hayan contado, sino porque es él quien lo ha visto.
Este testimonio lo corrobora otra fuente de inteligencia, que también da fe de esa problemática por su experiencia de más de 20 años con las Fuerzas Militares de Colombia. Y añade otro aspecto que lo complico todo, aún más: las condiciones geográficas de la zona fronteriza, que se caracteriza por ser en su mayoría zona selvática y por solo tener cámaras de seguridad en solo 10 de sus 2.500 kilómetros.
“Es una frontera altamente porosa y alcanza el 75% de selva, lo cual permite que el control fronterizo no sea autoridad oficial de los estados”, expresa César Niño.
Entre tanto, el Gobierno venezolano niega que su territorio sea una “plataforma” para grupos armados ilegales, como lo aseguró el Ministerio del Poder Popular para la Defensa luego de una reunión entre su titular, Vladimir Padrino López, y su homólogo colombiano, Iván Velásquez.
Aún así, la fuente en Zulia arroja otros hechos que han acontecido en los últimos días por la crisis humanitaria en el Catatumbo. Se refiere puntualmente al fenómeno de desplazamiento desde Colombia hasta Venezuela, a la cual se refiere como “atípica”. “En esta oportunidad el gobierno de Maduro asumió toda al atención de los desplazados y no permitió que la Acnur (Agencia de la ONU para los Refugiados), la Cruz Roja ni otra autoridad colaborara en el proceso de atención de estas personas”, manifiesta.
Además, cuenta que en donde se ubican los desplazados hay presencia militar y policial para no permitir que tengan contacto con nadie. “Eso nos genera suspicacia”, agrega.
En Venezuela, según datos del Ejército y la Cancillería del país, también hacen presencia las disidencias de las Farc de la Segunda Marquetalia y del Estado Mayor Central, siendo esta última una preocupación para el régimen (a la que han combatido), mientras que el ELN y la Segunda Marquetalia actúan como paramilitares prochavistas.
Sin ir más lejos, la olla a presión que está explotando en Norte de Santander tiene todos los ingredientes para empeorar y para que su solución implique tocar callos con un régimen con el que el gobierno colombiano mantiene relaciones y cercanía.