Crónica de 10 días de miedo desde las entrañas del Catatumbo

Por: Cristian Herrra, colaboración especial desde Tibú

Marina —que, como todos, prefiere el anonimato y les huye a las cámaras— permanece sentada en una silla plástica blanca, mirando a sus cuatro hijos jugar con otros niños que conocieron hace ocho días en uno de los albergues que la Alcaldía de Tibú montó en el colegio Caldas para recibir a los cientos de desplazados.

Como viejos conocidos, los niños juegan con tres balones de baloncesto; su alegría delata que no recuerdan el drama por el que pasan.

En cambio, en la mirada cristalizada de la mujer, que no sobrepasa los 35 años, se entrevé que no la están pasando nada bien. No es para menos, ella, su esposo y cuatro hijos abandonaron las pocas cosas que tenían en el caserío conocido como Kilómetro 25, en la vía que conduce al corregimiento La Gabarra.

Esta familia, al igual que otras 30, tuvieron que salir huyendo el jueves 16 de enero de este sitio enclavado en el corazón del Catatumbo, donde los cultivos de coca arropan varias montañas que se entrelazan en el recorrido que la cordillera oriental hace por esta región de Norte de Santander.

“El 25 fue uno de los puntos donde se inició la guerra entre el ELN y la disidencia del Frente 33 de las Farc. Desde antes de las ocho de la mañana comenzamos a escuchar explosiones fuertes, que estremecieron el lugar, y también sonaban ráfagas de fusil. Fue algo muy aterrador”, dice Marina.

A esa hora, ella y su esposo estaban raspando en un cultivo de hoja coca, pues desde hacía varios días habían encontrado trabajo en una de esas fincas cocaleras, donde se podrían ganar hasta 80 mil pesos diariamente.

La pareja, al igual que otras 50 personas que estaban laborando en lo mismo, al escuchar los bombazos y disparos, salieron corriendo hacia sus casas. Al llegar a las viviendas, se encontraron con al menos 30 hombres de pasamontañas, ropa negra y camuflada. “Ellos nos dieron mucho miedo, porque iban armados hasta los dientes, y no eran los guerrilleros que siempre se la pasaban por la zona, estos eran nuevos. Además, por su acento, al hablar, se sabía que no eran de por ahí, aunque todos eran colombianos”.

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Agregó: “Venían buscando infiltrados de la disidencia de las Farc, ya sabían donde estaban, pues entraban a las casas y los sacaban para llevárselos. Un señor que tenía como una farmacia, se salvó porque en ese momento no estaba, pero el local sí se lo destrozaron. Antes de irse, a los que no teníamos nada qué ver, nos dijeron que nos daban 48 horas para irnos, porque iban a regresar y no respondían por lo que pasara”.

Ante eso, la pareja, al igual que el resto de familias, sacaron algo de ropa y huyeron; unos llegaron a Tibú y otros a Cúcuta. Desde entonces, no solo la vereda Kilómetro 25 quedó sola, también otros caseríos por los alrededores, pues los guerrilleros del ELN se tomaron la zona con el objetivo de acabar con el fortín que controlan los tres principales comandantes de la disidencia del Frente 33 de las Farc, Javier Alonso Veloza, alias Jhon Mechas; Carlos Eduardo García, Andrey Avendaño; y Richard Suárez.

“El objetivo de esa gente era uno solo, matar y desterrar todo lo que fuera de la disidencia del Frente 33 de las Farc. Llegaron hasta con lista en mano y a los puntos precisos donde vivían quienes trabajaban para ellos”, dice otro campesino que también huyó, recordando la manera como operaban los grupos paramilitares.

La gente del Catatumbo aprendió a convivir con los dos grupos armados, pues desde hace más de medio siglo el ELN y las Farc llegaron a esa región nortesantandereana para quedarse y montar un imperio del terror basado en los cultivos ilícitos, el contrabando, las extorsiones, los secuestros y el robo de petróleo.

Marina, a pesar de que solo lleva viviendo menos de un año en el Catatumbo, dice que ver a miembros del ELN o la disidencia de las Farc por ese lugar es algo muy normal: “Algunos se la pasan de civil o vestidos con uniformes militares, pero no se metían con nadie y cuando podían ayudar, lo hacían. No entendemos qué pasó y por qué se comenzaron a matar”.

La mujer dice que quedó en shock cuando iban saliendo de la vereda y en el camino observó ocho cuerpos apilados. “Todos estaban llenos de tiros, había de los dos grupos, tanto del ELN como de la disidencia, yo jamás había visto eso. Lo que hice fue agarrar a los niños y decirles que no miraran eso, que saliéramos corriendo, fue algo horrible”.

Muchos han decidido dejar sus casas, aunque no hayan sido amenazados. “Yo la verdad me salí de la zona porque comenzó a correr el rumor de que ya venía el ELN a matarnos, pero jamás alcancé a ver a uno de esos hombres armados”, dijo Rubén, otro desplazado de esa violencia que se vive hoy.

Lo peor de todo es que esta situación de peligro ya estaba advertida desde 2021, cuando la Defensoría del Pueblo emitió su Alerta Temprano 025 en donde señalaba el riesgo que existía en el Catatumbo por una confrontación armada entre el ELN y los hombres de “Jhon Mechas”, pero el Gobierno Nacional no le prestó atención y hoy se está dando una crisis humanitaria, que cada vez es más grave.

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En uno de los apartes de esa Alerta Temprana se señala: “En lo que va corrido del 2021, hay que indicar que la disputa ELN– EPL ha venido perdiendo protagonismo en la región del Catatumbo, en comparación con el año 2019, que sumió a la región en una crisis humanitaria con considerables afectaciones y proporciones; entre tanto, en la actualidad se comienzan a registrar hechos muy reveladores de lo que podría configurar la emergencia de una nueva disputa, esta vez entre el ELN y las disidencias del Frente 33 de las Farc, o entre las mismas disidencias Frente 33 y Frente 41”.

¿Pero por qué se está dando esa guerra?

Son muchas las hipótesis de las autoridades y la que más fuerza tiene es que el ELN quiere el control total de los cultivos de coca y la producción de cocaína que se da en el Catatumbo, y que este grupo ilegal estaría siendo apoyado por carteles mexicanos y el de los Soles, que tiene poder total en Venezuela.

El Catatumbo es la segunda región de Colombia donde hay más siembras de coca, más de 50.000 hectáreas, según la más reciente medición que hizo el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de las Naciones Unidas. Además, esta zona también ocupa el segundo puesto en producción de cocaína, por eso carteles mexicanos, brasileños y dominicanos se pasean tranquilamente por allí.Además, estar tan cerca de la frontera del estado Zulia, de Venezuela, llegando así más rápido al Lago de Maracaibo, por donde salen grandes cargamentos de cocaína hacia Estados Unidos, Centroamérica, Europa y Asia, hace aún más llamativo el negocio del narcotráfico.

Fuentes de inteligencia militar también hablan que la disidencia de las Farc le ha ganado mucho terreno al ELN en ese punto de la frontera y que por ello se está dado el enfrentamiento a muerte, pues tener el control total de esas miles de hectáreas de cultivos de coca, como la producción de base de coca y cocaína, además de la frontera, implicaría obtener miles de millones de dólares.

Entre las autoridades colombianas también hay una inquietud sobre el verdadero objetivo de la visita que Diosdado Cabello hizo al estado Zulia, muy cerca de la frontera con Colombia, cuando las fuerzas armadas de ese país adelantaron algunos entrenamientos con artillería y aeronaves de guerra.

Desde que se inició esta confrontación hace 10 días, más de 38.000 personas han salido de esta región, llegando a Cúcuta, Ocaña y Tibú, además, más de 12.000 campesinos que hoy se encuentran confinados en sus veredas o corregimientos, provocando una crisis humanitaria muy grave, jamás antes vista en el país, lo que ha llevado hasta que el Gobierno Nacional declare el estado de conmoción interior, pero no solo para estas zonas de Norte de Santander, sino también para los municipios de Río de Oro y González, del departamento de Cesar.

Con la declaratoria de estado de conmoción interior el Gobierno queda habilitado para dictar decretos legislativos y conjurar las causas de la perturbación al orden público e impedir la extensión de sus efectos. Y es así, como el Ejército está enviando mucha más tropa hacia el Catatumbo para comenzar a combatir a los dos grupos armados ilegales que hoy se encuentran en confrontación, pero hay organizaciones campesinas y defensoras de derechos humanos que le piden al presidente Gustavo Petro que la solución no es solo militarizar esta región, sino que hay que hacer inversión social, tras el abandono en el que están desde hace más de medio siglo.

Carmen García, presidenta de la Asociación Madres del Catatumbo, recalcó que quienes se están matando en el Catatumbo son jóvenes que viven en esa zona, por eso no creen que la llegada de más Ejército calme la confrontación, por el contrario, se agudizará.

“Nosotros como asociación ya le hicimos un documento al señor presidente Gustavo Petro en el que rechazamos la militarización del Catatumbo, porque acá no se necesita guerra, se necesita es diálogo, por eso se debe reanudar la mesa con el ELN y que se busque una manera de dialogar desde aquí, para eso está la Mesa Humanitaria del Catatumbo. Nosotros no confiamos en los militares porque ellos también son victimarios, muchos de esos militares que están vinculados con los falsos positivos siguen activos”, explicó la lideresa.

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Agregó: “También le pedimos a los grupos ilegales que paren el reclutamiento forzoso. Somos las Madres del Catatumbo que estamos con los brazos abiertos para recibir esos jóvenes, mujeres y menores de edad que están allá para brindarles la protección. Que los dejen regresar a sus casas”.

Esa guerra que hoy se está dando en esta región ya habría dejado más de un centenar de muertos, a pesar de que las cifras oficiales indican que solo han llegado 34 cadáveres al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses para hacerles las necropsias; sin embargo, por ahora ninguna cifra es confiable, pues muchos de los desplazados aseguran que por los sectores donde viven podían ver muertos de los dos grupos ilegales.Y precisamente esta situación hoy tiene sumido al Catatumbo en un ambiente de miedo y tensión, por eso pensar en viajar a esta región desde Cúcuta es algo lleno de incertidumbre, pues a pesar de que el Ejército viene asegurando que la vía principal esta militarizada, eso no es tan cierto.

La guerra entre ELN y disidencias estaba más que anunciada y ya se habían registrado roces y señalamientos entre unos y otros, pero no había llegado a su ejecución porque los carteles de las drogas lo habían evitado, así como los mismos pobladores del Catatumbo, pues se sabía muy bien que el derrame de sangre sería muy grande y peor de lo que ha pasado en Arauca por ese mismo enfrentamiento entre los dos grupos.

Según se logró conocer, para finales de 2022 y principios de 2023 los mexicanos abandonaron el Catatumbo por la baja calidad de la cocaína, dejando en una crisis económica grave a los cocaleros. La reactivación empezó a finales del año pasado, entonces volvieron la tensión y las amenazas de guerra, pero una reunión entre los tres cabecillas de la disidencia y otros comandantes del ELN selló un pacto de no agresión.

“Esa calma nos ayudó a que el negocio de la coca se reactivara, porque estábamos pasando muchas necesidades, pues la guerrilla controlaba todo y no se le podía vender a nadie que ellos no autorizaran y quien se arriesgaba a hacerlo, lo mataban o tenía que irse. Hubo un momento cuando los cocaleros comenzaron a hacer trueques con dueños de diferentes locales y tiendas; como no había dinero, le pagábamos con base y así nos pudimos mantener por un tiempo”, dijo un campesino cocalero que huye de esa guerra.

A mediados de 2024, los ánimos se volvieron a calentar. Uno de los hechos que estuvo a punto de detonar la guerra fue la muerte de un jefe del ELN en zona rural de El Tarra, por parte de hombres de “Jhon Mechas”, pero para evitar la confrontación, la disidencia de las Farc mató al asesino y dejó el cadáver a un costado de la vía que lleva a ese municipio desde Tibú.

A principio de diciembre pasado las cosas se pusieron aún más tensas, pero la comunidad no permitió que se iniciara la guerra y todas las fiestas de Navidad y Fin de Año se vivieron en calma.

Las recientes muertes de dos presuntos miembros del ELN y la masacre de Miguel Ángel López, su esposa Zulay Durán Pacheco y su bebé de nueve meses de nacido, habrían sido los detonantes para que este grupo guerrillero iniciara la confrontación que hoy ya cumple 10 días, dejando muchos muertos, miles de desplazados y muchas zonas desoladas.

Poco a poco los del ELN han ido borrando la marca que la disidencia de las Farc comenzó a mostrar en el Catatumbo en los últimos nueve años, pues en cada acción armada en los territorios que se han tomado, han decidido borrar grafitis y tumbar vallas que “Jhon Mechas” y “Richard” tenían y que encerraban en un círculo con las siglas JR, anunciando así su vocación de capos, de narcos.

“Esas dos letras significan Jhon y Richard, y se pueden ver por todas partes, en murales, en vallas y grafitis. Ellos cada vez que hacían alguna acción social o montaban un peaje en las vías, ponían esa JR y nadie podía borrar, porque ya sabía a que se sometía”, contó un líder social.

Una clara muestra de esto, son dos vallas que aún permanecen en la vía principal del corregimiento Campo Dos, donde había dos peajes ilegales atendidos por civiles, pero que todas las personas que se mueven por esa carretera que va y viene de Cúcuta sabían que quien los controlaba era la disidencia de las Farc.

Al final de la lista de precios que debían pagar obligatoriamente los conductores de motos, carros y vehículos de carga, está la JR. Esto no quiere decir que “Jhon Mechas” y “Richard” sean los únicos que tienen esos peajes, el ELN también ha montado estos cobros a todo tipo de automotor, tanto en el Catatumbo como en las trochas que comunican con la frontera con Venezuela, y los encargados de eso siempre afirman que el dinero recaudado es para arreglar esas vías que jamás han sido miradas por el Gobierno Nacional.

¿El ELN sí podría quedar como amo y señor del Catatumbo? Es una pregunta que tiene múltiples respuestas, por lo menos algunos líderes comunales de la región afirman que es poco probable, porque la disidencia de las Farc aún tiene gente en varios territorios y en Venezuela; fuentes militares y policiales apuestan a que en su totalidad no, pero sí en un 90%.

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Sin embargo, hay que recordar que desde 2018 el ELN inició una operación para tomarse toda la línea fronteriza que hay entre Norte de Santander y Venezuela, la cual llamó Esperanza, y desde entonces ha logrado el control total desde el municipio de Toledo hasta Puerto Santander, ahora sigue con los kilómetros que tiene el Catatumbo.

Todo bajo la complacencia de las fuerzas militares de ese país.Por eso, hoy no es raro ver que en las trochas se encuentran elenos y militares venezolanos; mientras que los primeros se encargan de los cobros por el paso de personas y contrabando, los otros solo agachan la mirada y permiten que eso pase. Esto es muy comentado por la gente que a diario usa los pasos informales para llevar o traer productos colombianos o venezolanos.

Cabe recordar que en el Catatumbo ya se dio una guerra de esta guerrilla contra los Pelusos, “y esta banda fue aniquilada y aunque ha tratado de resurgir, los elenos no han dejado, matando todo lo que huele a peluso, dejando más de 100 muertos, algunos cadáveres aparecieron, otros simplemente fueron enterrados en fosas”, indicó una fuente no oficial de inteligencia policial.

Lo que temen las asociaciones campesinas es que organizaciones criminales como el Clan del Golfo aprovechen esta confrontación para aumentar su arremetida en esta zona del país, porque esta banda ya tiene presencia especialmente en zona rural de Cúcuta y de El Zulia, que colinda con Tibú, situación que viene siendo advertida desde 2020 por la Fundación Progresar.

***

Ahora bien, el ELN ha sido una guerrilla sanguinaria, autora de la masacre de 84 personas en Machuca, del secuestro de 194 personas en la iglesia La María, y el ataque a la escuela de Policía que le costó la vida a 23 personas; hoy es una multinacional del crimen que tiene apoyo del gobierno de Venezuela. ¿Acaso hay alguna explicación geopolítica más allá de una pelea a bala de dos grupos criminales? La relación entre el régimen chavista y el ELN no es un secreto.

En varias de las negociaciones que el Gobierno colombiano ha tenido con estos guerrilleros, muchos comandantes han sido localizados y sacados de Venezuela. Además, el ELN se fortaleció cuando Venezuela sufrió el cerco diplomático en la época de Iván Duque y Maduro convencido de que lo querían tumbar con incursiones armadas desde Colombia y habría encontrado en el ELN el apoyo como muro de contención. Los cabecillas del ELN son protegidos por Cuba, el gran aliado de Caracas.

Y hoy para el ELN, “la defensa de la revolución bolivariana es más importante que la negociación de paz en Colombia”, anota el investigador y analista del tema de frontera Jorge Mantilla.

Emiro llegó la mañana del pasado viernes a uno de los cinco albergues que están en Tibú. Venía asustado. Con voz temblorosa preguntó si se podían quedar él, su esposa y dos hijos, uno de 20 y otro de 17 años. Pero no había cupo. Preocupado se volvió a subir a la moto y arrancó, pero una cuadra más adelante se detuvo y en ese momento, al ver un grupo de periodistas, pidió ayuda.

Dijo que tenía mucho miedo porque la noche anterior, al caserío donde vive, que está a 15 minutos del casco urbano de Tibú, por la vía a El Tarra, llegaron varios hombres armados del ELN.

“Ellos venían buscando a gente de la disidencia de las Farc. Unas vallas que había con mensajes de las Farc las tumbaron, los letreros que fueron encontrando los fueron borrando, luego montaron un reten sobre la vía. Yo no pude ni dormir. Le dije a mi hijo que íbamos a descansar por turnos, que agarráramos la rula que tenemos para cortar en la finca y que, si llegaban a tumbar la puerta, que peleáramos, así nos mataran”, dijo el angustiado campesino.

Una vez amaneció, este campesino, que en su rostro, piel y manos se puede ver el pasar de los años en el campo, decidió subirse a su moto y salir rápidamente de ese sitio que está muy cerca a la vereda Bertrania, donde, en la última semana, han matado a presuntos miembros de la disidencia de las Farc.

“Me salí de ahí sin darle tiempo que me vieran, porque los elenos estaban en un retén en la vía”. El pánico que está sintiendo es porque algunas personas le dijeron que la guerrilla está reclutando por la fuerza a jóvenes de la región para ir a pelear contra la disidencia de las Farc, por eso él busca la forma de evitar que se lleven a sus dos hijos. “Mano, la verdad yo no quiero estar más allá, por mis hijos y esposa”.

Emiro también teme porque en la zona donde vive es un terreno que las extintas Farc se apoderó y les regaló a varios campesinos para que cultivaran y así tuvieran con qué sostenerse económicamente.

“Nosotros vivíamos en Venezuela y hace más de 12 años me llamó una sobrina, que lamentablemente pertenecía a las Farc y me dijo que me viniera, que ese grupo nos iba a regalar una tierrita para trabajar. Sin pensarlo dos veces nos vinimos. Entonces imagínese cómo no me voy a asustar por todo eso también”.

Desde el pasado 16 de enero se viene escuchando que la confrontación entre el ELN y la disidencia de las Farc ha dejado una enorme cantidad de muertos.

Hasta por redes sociales como Facebook o WhatsApp, han circulado videos mostrando cadáveres en vías o recogidos en tractores.

¿Verdad o mentira?

Nadie lo puede confirmar, pues ni las autoridades han podido llegar a esas zonas donde se están dando los combates. Ni los empleados de las funerarias de la región se pueden mover por esos lugares, por miedo. Prefieren esperar a que los familiares de las víctimas recojan a sus seres queridos asesinados o que dejen los cadáveres en un punto central.

Edilia Hernández es dueña de una funeraria en Tibú y sostiene que hasta el momento de toda esa gran cantidad muertos que hablan y muestran en videos por las redes sociales no ha encontrado nada. “Nosotros solo hemos levantando siete cuerpos, cuatro en la vereda Galán y tres que llevaron hasta el casco urbano de La Gabarra. Los otros funerarios también han recogido pocos cuerpos”.

También afirma que muchos de esos videos que circulan con muertos, son de hechos que han pasado en Arauca y precisamente esas imágenes son las que están ocasionando pánico entre la gente del Catatumbo.

Las autoridades han asegurado que a la morgue del Instituto de Medicina Legal de Cúcuta han ingresado 34 cadáveres, la gran mayoría han podido ser identificados.

Muchos de esos cuerpos han sido reclamados por sus familiares y sepultados.

¿Cómo se dan esos sepelios? Edilia dice que los entierros han sido muy solitarios, porque solo asisten algunos familiares, “el miedo es muy grande y creen que de pronto van a llegar a matarlos.

De los que yo he recogido he sacado con servicio de entierro dos”. También hay familias que no han permitido que los cuerpos de sus seres queridos sean llevados a Medicina Legal, por eso van a las funerarias y compran los féretros para meter los cadáveres y de inmediato los llevan a enterrar en cementerios veredales o de algunos corregimientos.

Algunas de las funerarias, para librarse de cualquier investigación por parte de las autoridades, han decidido hacer un oficio donde expresan que los familiares de las víctimas son las que se hacen responsables de lo que pueda pasar por no permitir que los cadáveres sean llevados a Medicina Legal.

Los funerarios también explican que la falta de una sede de Medicina Legal en Tibú dificulta mucho el proceso con las víctimas que son asesinadas, pues llevarlas a Cúcuta para que les hagan las inspecciones técnicas y necropsias demora mucho e implica un proceso más complejo con la Policía y Fiscalía, y por eso muchas familias prefieren bañar el cuerpo y sepultarlo de inmediato.

Además, los funerarios del Catatumbo también se encuentran con miedo por el asesinato de Miguel Ángel López y su familia, porque él pertenecía a este gremio. Manifiestan que hasta el momento ninguno de ellos ha recibido amenazas, pero prefieren ser prudentes al momento de salir a recoger un cuerpo, porque ellos terminan en medio de ese conflicto.

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