Pese a Petro: así fue como se arregló el lío con EE. UU. en el que Donald Trump terminó ganando

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Hoy tampoco habrá citas para visas en la sede de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá. En las últimas horas la Embajada le advirtió a los ciudadanos colombianos que llevan dos años y más esperando la cita para poder tener el documento que les permita el ingreso al país, que hoy tampoco será el día. Esta es una de las medidas que anunció el Gobierno de Donald Trump ante la negación del presidente Gustavo Petro para no recibir los dos vuelos que el domingo traían más de 100 deportados colombianos. La historia, que pudo terminar muy mal para el país, fue otra gracias a Luis Gilberto Murillo, quien a seis días de salir de la Cancillería se despediría por la puerta grande.

La crisis creció a un tamaño inimaginable en poco tiempo y gracias al uso ansioso y nada diplomático que el presidente Petro hizo de X. Trump contestó con un arsenal de decisiones arancelarias y de presión sobre las visas a los funcionarios del Gobierno, que puso al equipo del presidente contra las cuerdas en un momento de campaña política y de necesidad de entrega de resultados contrarreloj porque ya queda un año y medio para la transición del 2026 y menos para las elecciones.Un día después de la crisis, el presidente viajó al Catatumbo y se mostró mucho más prudente con Trump. Citó tres veces, sin darse mucho a entender, al coronel Aureliano Buendía, personaje de Cien años de soledad que a veces parece inspirarlo.

La crisis es la más grave que ha desatado un trino de Petro en su manejo de la política pública del Estado a través de esta plataforma que, paradójicamente, le pertenece a Elon Musk, uno de los mayores aliados de Trump y el hombre más rico del mundo. Al mismo tiempo, demuestra que, como en otras ocasiones, el equipo próximo del presidente tiene que salir a apagar incendios que son causados por Petro en su rapidez para tomar decisiones sin verificación ni consejo y que revelan un temperamento temerario cuando se trata del hombre que controla las Fuerzas Militares y la representación del Estado ante el mundo.

Hubo dos momentos incongruentes en la posición de Petro frente a los vuelos con ciudadanos deportados, de los que todavía no existe información, porque ante la negativa para recibirlos en Colombia, fueron detenidos de nuevo en Estados Unidos. El primero fue el de la hora cero de la crisis. “A las 6.45 am llegará el primer avión con deportados colombianos de Estados Unidos. Otro avión llegará hacia las 10 am, recibámoslos con banderas y flores”, había escrito el mandatario antes de las cuatro de la mañana.

Luego, a las 3:41, unos minutos después, vino la noticia de la desautorización para el aterrizaje. “Los EE. UU. no pueden tratar como delincuentes a los migrantes Colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EE. UU. debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”. De acuerdo con una fuente consultada de la Casa de Nariño, el cambio de posición obedeció a la noticia de que los deportados a Brasil aterrizaron esposados y denunciaron maltrato de parte de los oficiales de Migración estadounidenses.

Esas imágenes se viralizaron porque mostraban a hombres y mujeres bajando de un avión con esposas en los pies y en las manos caminando de regreso a su país. En tierra algunos de ellos denunciaron malos tratos, golpes y el uso de un avión en malas condiciones que tuvo que ser cambiado en una escala en Panamá. Una situación parecida ya había sucedido con el primer vuelo con migrantes deportados a México en un trino de la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, quien publicó las imágenes de dos filas de migrantes encadenados de pies y manos y en la cintura subiendo a un avión militar. “Los vuelos de deportación ya han empezado”, trinó Leavitt.

Según la fuente, las imágenes que el presidente vio en la televisión brasileña en la madrugada hicieron que cambiara de opinión y ordenó sin consulta y sin información detallada no autorizar la entrada de los aviones estadounidenses. Esa fue una decisión apresurada sobre todo teniendo en cuenta las cifras. Según la agencia de Migración de Estados Unidos en un documento oficial conocido por EL COLOMBIANO, en 2019 los ciudadanos colombianos “removidos” de Estados Unidos fueron 1.158; en 2020, 931 (primer Gobierno Trump) y a partir de 2021 (Gobierno Biden) las cifras empezaron a crecer. En 2022 hubo 3.753 deportados; en 2023, 9.866; y en 2024 la cifra llegó a 14.268.

Según videos públicos de la misma agencia que hizo el informe, en varios de esos vuelos de deportados que el Gobierno Biden envió a Colombia los ciudadanos colombianos venían esposados de manos y pies pero el presidente entonces no hizo ninguna queja pública sobre esos eventos y mucho menos tomó la decisión de no autorizar el aterrizaje de los aviones. Eso prueba que el rasero del presidente para tomar decisiones es ideológico y no técnico, lo cual en política internacional puede tener consecuencias graves como está visto.

El segundo momento fue la respuesta de Petro a Trump cuando la crisis ya estaba desatada. Trump publicó un comunicado en su red social Truth anunciando aranceles a todos los productos colombianos en un 50 % en una semana, cancelaciones de visas a funcionarios del Gobierno, el cierre de la sección de visas de la Embajada -como sucede hasta ahora- y la revisión de seguridad a todos los colombianos que viajen a la Unión Americana, algo que ya empezó a pasar en los primeros vuelos de este lunes y que recuerda los tiempos de los primeros impactos del narcotráfico en el mundo. De hecho, a trabajadores del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales que trabajan en ese país, les llegaron correos recomendando evitar su salida de Estados Unidos debido a la situación “en desarrollo” entre ambos gobiernos.

Petro respondió con un extenso trino hablándole directamente a Trump con una secuencia de incongruencias que hicieron la crisis más difícil, cuando se creía que nada podría empeorarla. “Así que si conoce alguien terco, ese soy yo, punto. Puede con su fuerza económica y su soberbia intentar dar un golpe de estado como hicieron con Allende. Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted”, dijo al inicio. Y luego continuó “Colombia es el corazón del mundo y usted no lo entendió, esta es la tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizás el último”.

Entre las afirmaciones poco congruentes de ese trino de 700 palabras de respuesta, el presidente le pidió a Trump que le invitara un whisky y luego anunció una medida propia del “tit for tat” en relaciones internacionales pero que solo iba a causar una afectación mayor a los consumidores internos. Petro ordenó imponer en 50 % de arancel a las importaciones de Estados Unidos. De acuerdo con Bruce McMaster esa era una medida que por ambos lados golpeaba a los colombianos. Petro terminó rindiéndose ante Trump en una velocidad récord.

“Las tarifas son mi palabra favorita del diccionario. Ayer quedó claro que Estados Unidos vuelve a ser un país respetado en el mundo” dijo Trump el lunes en la tarde desde Miami en un foro del Congreso. Petro, por su parte, se refirió poco a la controversia en su primera aparición en público tras la tensión desde el Catatumbo, pero volvió a apelar a la figura del coronel Aureliano Buendía.

Al final, el Gobierno colombiano cedió a la deportación masiva de inmigrantes irregulares en Estados Unidos, pidió canales abiertos y la reversión de las medidas de Trump, y no impuso el 50 % de arancel a las importaciones que el presidente había ordenado enfáticamente unas horas antes. ¿Cómo pasó eso?

En la tarde del domingo se conoció una fotografía de la próxima canciller, Laura Sarabia, el nuevo director del Departamento Administrativo de Presidencia, Jorge Rojas, el embajador en Washington, Daniel García Peña, y el hombre que realmente deshizo la tormenta creada en un trino: el canciller saliente Luis Gilberto Murillo.

Murillo fue determinante con sus contactos en Washington y una fuente cercana que también quiso reserva dijo que estaba molesto porque él decidió renunciar a ciudadanía para poder ser embajador de Colombia en Washington y ahora estaba a la expectativa de una cancelación de su visa a punto de irse del Gobierno para iniciar su camino como candidato presidencial. El canciller llamó a sus conocidos en Estados Unidos, activó los canales con García Peña, pidió la intermediación de Mauricio Claver Carone, recién designado de Trump como encargado del Departamento de Estado, y consiguió tarde en la noche un acuerdo que fue bien resumido por un comunicado oficial de la Casa Blanca: Colombia accedió a todas las imposiciones de Trump y las sanciones quedaron detenidas. Otra fuente implicada en la negociación directa dijo que el Gobierno americano también accedió a no esposar a mujeres y niños en los vuelos.

Del episodio pueden asegurarse dos cosas. Petro tiene un problema que ya es sistemático con su forma de gobernar y así lo aceptan varios analistas. Antes de informarse, pedir consejo a su gabinete y analizar las decisiones, el presidente las anuncia en secuencias de trinos a veces ilegibles y romantizando con referencias literarias o del cine que no tienen conexión con la realidad presente. Esto pasó por ejemplo con su anunciada constituyente que Petro mencionó el año pasado en varios discursos públicos pero que nunca terminó materializando.

En ese caso, llevó al país a una discusión irrelevante porque su propuesta nunca se concretó, fue portada de medios, generó tensiones en las instituciones y en el sector privado pero fue una propuesta al viento. En este caso, es probable que el presidente no esperara una respuesta semejante pero es un desacierto y una falta de lectura política al subestimar a un Trump que está mucho más ratificado en su discurso y narrativa sobre los inmigrantes que en el primer Gobierno, y que ha demostrado estar más preparado para tomar decisiones efectivas, aun cuando haya críticas de fondo en Derechos Humanos a sus políticas públicas sobre inmigración.

El profesor César Niño de la Universidad de La Salle explica que el “teclado” de Petro está poniendo en riesgo la estabilidad de la política exterior. “Aquí hay una suerte de improvisación de la política internacional basada en el teclado de las redes sociales y es peligroso para la seguridad nacional. Uno puede estar en desacuerdo con la forma en la que se tratan a los nacionales en las deportaciones, eso no significa que el presidente pueda irse lanza en ristre contra esas aprobaciones poniendo en riesgo la macro economía del país. Petro pudo haber hecho algo muy similar a lo que hizo el presidente Lula en Brasil que recibió a sus ciudadanos con esposas y tratados de una forma no digna. Pero los recibió de una manera profesional en su país y emitió una nota de protesta con los canales diplomáticos hacia la Casa Blanca”, aseguró.

El experto Camilo González de la Universidad Javeriana cree que el activo más perjudicado fue la confianza. “Comenzamos con pie izquierdo la relación con los Estados Unidos de Trump, es un antecedente que puede convertirse en bola de nieve y que determine las medidas de Trump en recortes de la ayuda exterior de Estados Unidos al país. Se puede expandir esta desconfianza hacia otros temas que son críticos en la relación. La lucha del narcotráfico y la negociación del título décimo del TLC”, dijo el profesor.

Lo que ocurrió de manera paralela en la mitad de la jornada fue la confirmación de la salida del embajador encargado, Francisco Palmieri, con un trino más de aplauso de parte de Petro. Palmieri no fue ratificado en firme nunca en su cargo pero era visto como un hombre cercano al proyecto de paz total y que se movía muy bien como puente entre el Gobierno Petro y el de Biden. Los cambios en la embajada también dan luces de una relación que va a ser muy dura en los meses que vienen y de poca interlocución.

En conclusión, Petro cometió un error evidente en política exterior, en política económica, en seguridad y, quizás el más difícil para su propia estrategia, en la campaña electoral de 2026. Es predecible que este manejo improvisado y a través de X como una consecuencia de su temperamento le pase factura en la carrera por la Presidencia para su partido. Colombia se convirtió en el caso de ejemplo de Estados Unidos, una medalla para la política del “Make América Great Again”, y el presidente demostró que su poder de negociación frente a Trump es nulo. “El poder para qué” es una frase de Darío Echandía tras el asesinato a Jorge Eliecer Gaitán. Y el presidente Gustavo Petro diría: el poder para trinar.

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