En una operación conjunta entre la Policía Nacional y el Batallón de Policía Militar No. 2, fue capturado Eduardo Guerrero Tapias, conocido como “El Guayacán de la Décima”, en los alrededores del centro comercial Nuestro Atlántico, en el barrio El Manantial del municipio de Soledad.
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El suanero, reconocido por su labor como decimero y repentista en el Carnaval de Barranquilla, enfrenta graves acusaciones de abuso sexual contra sus nietas, que presuntamente sufrieron similares vejámenes durante su infancia.
La denuncia inicial fue interpuesta por los padres de una de las nietas de Guerrero Tapias, quienes revelaron que el hombre habría sometido a la menor a tocamientos indebidos luego de que la menor revelara esto durante una reunión familiar. Tras esta revelación, otras voces de la familia se alzaron: una segunda menor y cuatro mujeres adultas, algunas de ellas familiares del acusado, señalaron haber sido víctimas de abusos similares cuando eran niñas.
“Accedía a tocamientos cuando ellas estaban dormidas y estaban solas, pero las amedrentaba. Ellas le tenían miedo y el trauma fue grande. Es grande. De hecho, tomaron la decisión con mucha valentía para que no siga sucediendo, porque el indiciado trabaja en medios culturales y tiene acceso a la población infantil”, declaró a Blu Radio Mildred Salas, abogada que representa a las víctimas.
El hombre solía abusar de ellas en las noches cuando la mayoría de familiares estaban dormidos. Y cuando abusaba de ellas, las amenazaba con “castigos divinos”.
Guerrero Tapias no negó los hechos y, por el contrario, manifestó que creía que estos actos habían quedado en el pasado. “Pensé que ya eso había pasado y se había olvidado”, expresó.
La captura de Guerrero Tapias sacudió a la región, no solo por la gravedad de los cargos, sino por el perfil del acusado. Oriundo del municipio de Suán, Guerrero es una figura emblemática en el ámbito cultural del Atlántico. Su talento como decimero y repentista lo llevó a ser considerado un “tesoro vivo” de la cultura local, reconocimiento que le permitió acceder a fondos públicos y consolidarse como un referente en el Carnaval de Barranquilla.
Sin embargo, su influencia en el sector cultural también levantó preocupaciones. La abogada Salas destacó que, debido a su rol como gestor cultural, Guerrero ha tenido contacto constante con niños y adolescentes, lo que podría sugerir la existencia de más víctimas.
“En su papel de gestor cultural, ha tenido contacto con muchos niños. Invitamos a la comunidad a asistir a las audiencias y denunciar si hay más víctimas de sus abusos”, aseguró la abogada.
Las víctimas, según relata su representante legal, cargaron por años con el trauma de los abusos, silenciadas por el miedo y la influencia del acusado.
Las autoridades han reiterado su compromiso con la investigación y han instado a la comunidad a no guardar silencio ante situaciones similares.
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