El Centro de Medellín es, sobre todo, un mapa de nostalgias y lugares desaparecidos. Pero cada tanto la ciudad recupera algunos y surgen nuevos destinados a perdurar. En este caso ocurrieron ambas cosas: la ciudad recuperó un sitio emblemático y ahora también está estrenando un pequeño rincón que bien podría convertirse en un especial punto de encuentro.
En el primer piso del renovado edificio de La Naviera, anclado desde hace 76 años diagonal al Parque Berrío en la esquina de Palacé donde La Playa da paso a la Primero de Mayo, abrió oficialmente hace poco más de una semana Café Uincluye, una apuesta doble de la Universidad de Antioquia por reconquistar una de las zonas más convulsas del Centro y devolvérsela al ritual del encuentro. Pero también por mostrar el camino de una verdadera inclusión social y laboral para las personas con discapacidad intelectual en Medellín.
El café nació como proyecto de investigación de la UdeA planteado por las facultades de Medicina y Educación y presentado en 2016 a Minciencias. Una vez convertido en programa, el Alma Mater comenzó a ofrecer diplomados para que personas con discapacidad intelectual tengan cabida en la educación superior, y de esta manera los preparan para su ingreso a la Universidad y además los forman en las habilidades necesarias para lograr su inclusión laboral y para el desarrollo de emprendimientos.
La estrategia tiene una duración de cuatro años y está conformada por tres cohortes de convocatoria anual. Hasta la fecha tiene 40 egresados y se están formando actualmente otros 20 estudiantes.
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Doris Adriana Ramírez, profesora vinculada de la Facultad de Educación y quien está a cargo del programa Uincluye, destaca que además de formar a las personas con discapacidad intelectual para que tengan herramientas para sus proyectos de vida, también forman a las familias porque gran parte de las dificultades que encuentran en el proceso, según explica la docente, tiene que ver con la sobreprotección o, incluso, con la poca credibilidad de sus mismos familiares en las potencialidades de ellos.
Por esta razón el café era la pieza faltante del programa, y ahora a través de este los jóvenes que lo integran tienen la posibilidad de trabajar 20 horas a la semana en atención al público. Actualmente quienes entran al café son atendidos por tres integrantes del programa Uincluye, quienes también realizan las preparaciones de la carta que se ofrece.
Alejandra Campiño Yepes es una de las egresadas del programa, ha hecho parte durante tres años de la formación de Uincluye y ahora integra el equipo que atiende el acogedor café. Relata que la experiencia le ha cambiado la vida porque por medio de esta logró desarrollar unas capacidades sociales y la independencia económica que en un momento de su vida parecían imposibles. El compañerismo que disfruta en su ambiente de trabajo y el acompañamiento de su tutora, recalca, se han convertido en aspectos fundamentales.
Pero la apuesta no termina ahí. Parte de la estrategia comercial del café se soporta en la inclusión laboral también de las familias, de manera que la carta que ofrece está conformada por productos elaborados por emprendimientos de las familias de personas con discapacidad intelectual.
Para entender la importancia de este proyecto es necesario ubicarlo en el contexto de Medellín. En la ciudad, según la Secretaría de Salud, hasta diciembre de 2024 se habían registrado 78.562 personas con discapacidad (existe subregistro). Entre la población con discapacidad que habita la capital antioqueña solo el 28% finaliza el colegio, apenas el 2% ingresa a la universidad y tan solo el 0,2% alcanza la posibilidad de realizar posgrados.
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El panorama desalentador no termina ahí. Según las cifras del Distrito, el 22% de las personas con discapacidad en Medellín viven en el estrato 1, el 47% en el estrato 2 y el 25% en el 3. Solo el 6% de esta población vive en los estratos socioeconómicos más altos. Y esto no es casualidad, según los expertos, sino un síntoma que habla claramente de la estrecha relación que existe entre la discapacidad y la pobreza por la falta de oportunidades laborales no solo de las personas sino de su entorno, pues sus familiares responsables terminan enfrentados al dilema de trabajar o dedicar todo el tiempo a las tareas de cuidado, que se hacen más demandantes cuando la persona con discapacidad no tiene espacios para desarrollar sus habilidades sociales y a través de estas alcanzar independencia. Es todo un círculo vicioso.
La profesora jubilada María Teresa Rugeles López, vinculada al programa desde que nació, enfatiza que la colombiana aún es una sociedad de oportunidades laborales supremamente limitadas para estos jóvenes, pues la realidad es que las empresas deben hacer unos ajustes para insertarlos a ellos al mercado y todavía son muy pocas las que están dispuestas a hacer esos cambios culturales.
Así pues, este nuevo espacio está servido para todos los que disfrutan del Centro y del buen café. El lugar, que tuvo una inversión de $180 millones para su puesta en marcha, es operado por una organización del Suroeste antioqueño llamada Mantagro, especializada en cafés de origen.
Uincluye era la pieza faltante en la recuperación de La Naviera, un edificio que es patrimonio de la ciudad pues con su inauguración en 1949 se puso en marcha el inicio de la etapa de la arquitectura moderna en Medellín. Su diseño es único pues fue concebido desde el principio para semejar un barco, una excentricidad propia de una época económicamente boyante en la ciudad.
La UdeA se propuso desde hace años recuperar el edificio que atravesaba por un lamentable deterioro y el año pasado inauguraron el Museo Vida, un escenario fascinante donde se puede conocer en detalle la historia de la medicina en Antioquia y el país a través de partes del cuerpo y máquinas increíbles del pasado.
Cuando se habla de recuperar el Centro es indispensable hablar de estas acciones concretas que lo están logrando. El café abre de lunes a sábado, de 7 de la mañana a 7 de la noche.