Las fallidas sesiones extras para acelerar la discusión de la reforma a la salud dejaron al descubierto las costuras del ‘Gobierno del Cambio’ frente a su relación con el Congreso. Durante tres días –no fueron cuatro por un insólito error de trámite– apenas se aprobaron siete artículos de 39, una muestra de que el Parlamento sigue sin caminarle al presidente Gustavo Petro y que las mayorías no dejan de ser una quimera legislativa.
Por ello, en momentos de desbandada ministerial y en clave electoral con la mirada puesta en 2026, desde Palacio sacudieron el tablero y comenzaron a mover el ajedrez del poder con filigrana y estrategia política con tal de asegurar gobernabilidad y poder llevar a buen puerto las reformas del corazón del petrismo. No es para menos.
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Este lunes el Congreso reanuda sesiones ordinarias y el panorama no podría ser más desfavorable para el Ejecutivo. Tres factores juegan en contra de sus intereses. Por un lado, las fisuras y quiebres que dejó el accidentado Consejo de Ministros al interior del gabinete, lo que causó la renuncia irrevocable de algunos de los más influyentes colaboradores del primer mandatario.
Esa situación dio paso al segundo factor: un prematuro inicio de sesiones en un año determinante sin un ministro de la política en propiedad tras la renuncia de Juan Fernando Cristo y el encargo de Gustavo García Figueroa, quien pasó aceite para sortear las cuestionadas sesiones extras. “No nos escucharon. Unas extras que nunca debieron ser”, reclamó el representante Jorge Rodrigo Tovar ante el agridulce desenlace de las sesiones.
A ello se suma la renuncia de Gloria Inés Ramírez como ministra de Trabajo en momentos en los que se reanudará el debate de la reforma laboral. “Me da mucho pesar cuando la reforma está a mitad de trámite”, reconoció días atrás a este diario la representante petrista María Fernanda Carrascal, coordinadora ponente del proyecto en Cámara.
Por otro lado, 2025 arrancó para el Gobierno con crisis en frentes determinantes como seguridad y paz –por cuenta del recrudecimiento del conflicto en el Catatumbo–, así como en la arena internacional –tras el sonado choque diplomático con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump–. Se trata de dificultades que, sin duda, termina capitalizando la oposición.
“Este año empezó con tres crisis simultáneas: seguridad, relaciones internacionales y política”, admitió sin ambages el saliente ministro Juan Fernando Cristo.
Afianzar aliados: la clave
Para hacerle frente a semejante panorama el Gobierno aplicó una máxima en política: convertir las crisis en oportunidades. Por ello, la apuesta hoy es comenzar a darle juego a partidos que, si bien no dejan de ser cercanos al Ejecutivo, parecían alejarse mientras reclamaban representatividad. Además, coquetearle a congresistas rebeldes para arañar votos y sumar sus partidos al Gobierno.
Lo ocurrido con la Alianza Verde ejemplifica la estrategia. Consciente de los ruidos de independencia que persisten en la colectividad, Petro decidió darle más juego a los verdes en el gabinete, se reunió con algunos miembros de la bancada y nombró como ministro de Trabajo al exsenador Antonio Sanguino. Previamente, designó a la exconcejal capitalina María Fernanda Rojas como ministra de Transporte.
Todo esto, en medio de movidas que evidencian también el rol preponderante que parece afianzar el gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, uno de los caciques del verde, quien influyó también para la llegada de Paula Cepeda como gerente del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario). “El Verde nunca ha dejado de ser de Gobierno”, dijo a EL COLOMBIANO el gobernante.
Previamente, Petro sostuvo un cara a cara con algunos congresistas liberales –entre ellos Kelyn González, Alejandro Vega, Fabio Amín y María Eugenia Lopera–. El encuentro se realizó mientras el expresidente César Gaviria, director del Partido, anunciaba con bombos y platillos que dejaban la bancada oficial y migrarían formalmente a la independencia.
En respuesta, según comentaron fuentes a este diario, el primer mandatario les habría ofrecido cuotas en el Ministerio de Comercio –comenzando con la cabeza del despacho, hoy liderada por Luis Carlos Reyes–, con tal de no alinearse con Gaviria y montar disidencia.
“La decisión de ser un partido independiente la tomó de manera unilateral el expresidente Gaviria. Eso no cambia en absolutamente nada el panorama frente al Gobierno”, señaló a EL COLOMBIANO el congresista Juan Carlos Losada, en referencia al respaldo irrestricto de 28 de los 33 representantes liberales a lo que se alcanzó a aprobar de la reforma a la salud.
A estos contactos se suman reuniones de Petro con congresistas del Partido de La U como José David Name o Julio Elías Vidal. Todo esto, en búsqueda de asegurar poder en el Ministerio TIC, tras la salida de Mauricio Lizcano.
Inclusive, habría coqueteos con los conservadores para que sigan teniendo cuotas en el Ministerio del Deporte, con todo y que la presidenta de la colectividad, Nadia Blel, negó días atrás que estén tras puestos. “El Partido Conservador no es ni será partido de Gobierno. Por lo tanto, no tiene ni buscaremos representación política, tampoco cargos en el Gobierno Nacional”, dijo.
Desde el oficialismo, la senadora Esmeralda Hernández (Pacto Histórico) reconoció que 2025 es “un año complejo” en la arena política, pues afloran los intereses electorales de partidos y congresistas. “Por supuesto eso dificulta tanto la actividad permanente del Congreso como la posibilidad de hacer acuerdos”, declaró a EL COLOMBIANO.
Sin embargo, elevó un llamado a sus colegas para que, sin mediar burocracia, entiendan que las que propone el Gobierno “son reformas que el país necesita”. Con todo, admitió también que, aunque la apuesta del presidente es el diálogo y la concertación con los partidos, sí es necesario darles juego en el gabinete, como lo ha hecho hasta ahora.
“Durante todo este periodo de Gobierno el presidente ha permitido que las distintas fuerzas políticas tengan representación. Él ha sido completamente coherente permitiendo la participación y la representación de sectores políticos en el Gobierno”, agregó, destacando además que el arribo del ministro García a la cartera política es un parte de tranquilidad dada su experiencia como viceministro.
“Él venía siendo parte de las discusiones y sabía cuáles eran algunos de los acuerdos. Habría que revisar en qué estado quedaron las conversaciones con el ministro Cristo y con las distintas bancadas”, señaló.
Por su parte, desde la oposición el senador Temístocles Ortega, de Cambio Radical, le dijo a este diario que el Gobierno debe apostar más a la concertación y buscar acuerdos. Eso sí, “sin ningún tipo de condicionamientos ajenos a la buena política (...) que el presidente decida abrir o no el gabinete es una decisión que él debe tomar. Vamos a ver cómo se refleja esa intención en los ministros que se nombren en los próximos días”.
Hoy arrancan en firme las sesiones legislativas y es un hecho que 2025 será el último chance del Gobierno para sacar adelante sus ambiciosas reformas. Todo esto, antes de que los congresistas entren en modo campaña y se alejen del todo de un presidente cuya gestión ya rajan el 52,6 % de los colombianos, según Guarumo. De allí lo determinante que serán estos días y la repartición ministerial que, en el juego político, logre hacer Petro para asegurar gobernabilidad. ¿Dará frutos la estrategia?
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