¿De qué está hecha una flor? De pétalos, de tallos, de pistilos, de mito. De mito. Una flor está hecha de mito. La obsesión por la flor puede empezar con el anime Ángel, la niña de las flores (Hana no Ko Run Run) y dejar rastros en otras obras japonesas como Magical Doremi o Neon Genesis Evangelion; incluso la búsqueda por su verdad puede tener un embrión en el videojuego Final Fantasy.
Y en medio de la curiosidad omnívora se puede llegar a La metamorfosis de las plantas, ensayo de Johann Wolfgang von Goethe: “Así, por ejemplo, la flor más simple se transforma la mayoría de las veces en una más compleja cuando, en lugar de estambres y anteras, se desarrollan pétalos que, o bien son exactamente iguales en forma y color al resto de las hojas de la corola, o bien presentan aún signos visibles de su origen”. Así fue la transformación de Hannah Escobar, como la de una planta que se convierte en flor.
—En japonés, Hannah, ese sonido, significa “flor”, “hermosa” y “nariz”. ¿Por qué estudió Química Farmacéutica una mujer que recitaba La hora de tinieblas de Rafael Pombo desde niña, y que vio a su padre recitar a León de Greiff con fervor de monje? ¿Por qué una ciencia exacta cuando sus padres estaban dedicados a la política? Porque Hannah quería responder una pregunta: ¿de qué está hecha una flor? Pero las preguntas siempre son profundas para Hannah Escobar —@missmelindres en X, la mujer a la que el presidente Gustavo Petro acusó de ser nazi—.
Está sentada en el balcón de su casa —el maquillaje de brillos, una blusa blanca, el cigarrillo electrónico erguido en el aire como una postura de yoga— y es un sábado que augura lluvia.
—Estudiaba en el colegio y acompañé a una amiga a la Universidad de Antioquia, donde se iba a ver con un muchacho que le gustaba. Allá vi a una mujer hermosa, hermosísima, con unos crespos abundantes, lindos, y que olían muy bien. Me contó que estudiaba química farmacéutica y que el olor venía de extracciones que le estaban haciendo en el laboratorio a una flor. Entonces supe, por la flor, qué quería estudiar, lo supe porque vi tantos animes, leí tanto, pasé por los alquimistas para encontrar qué era una flor.
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El 20 de diciembre de 2024, Hannah Escobar publicó en su cuenta de X una imagen donde se veían las fotos y nombres de las cuentas que en dicha red social ayudan a replicar información (verdadera, falsa o maledicente) que beneficia al presidente Gustavo Petro o a su movimiento político.
Decía: “Dejaré esto por acá y me retiraré lentamente. Espero que les sea de muchísima utilidad para comprender las dinámicas de la propaganda alrededor de @petrogustavo y la jerarquía que se maneja en la misma”.
Escobar, que ha estudiado las formas de la propaganda estatal, ha detectado en estos dos años cómo alfiles del Pacto Histórico usan internet para desprestigiar a quienes critican el poder de la Casa de Nariño.
—Mi post dice que en esa imagen se puede apreciar una matriz de datos con jerarquías. La propaganda es marketing político, y eso no es un delito. La reacción de muchos fue decir que no les pagaban, pero yo no dije eso. Y sobre las jerarquías, lo dije porque ahí hay concejales, funcionarios públicos, contratistas, eso muestra un orden, aunque hay gente que ni siquiera se dé cuenta que está inmersa en una estrategia de marketing político. Después de eso alguna gente reveló que muchas personas de esas cuentas tenían contratos con la Presidencia y muchos eran irregulares, porque las personas no cumplían los requisitos —dos días antes del encuentro en su casa, Hannah Escobar explica su lío jurídico con el presidente Petro.
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Un día después, el presidente Petro replicó: “Este tipo de listados de militantes de organizaciones de izquierda, publicados, semejan a los tiempos donde unos narcos, unidos a generales y senadores, hacían listados de militantes de la UP que amanecían después, asesinados (...) Como avanzamos en la transformación de Colombia y sacamos a la gente del hambre, la fuerza más oscura y más retardataria afila sus colmillos (...) No hace mucho, Nazis como estos que perfilan militares de izquierda, hicieron asesinar a 300.000 campesinos a través de la discriminación y el sectarismo político y después, asesinaron a más de 5.000 militantes de la UP”.
Petro acusó a Hannah Escobar de persecución política y de ser una nazi, que es como decir: de instigar para eliminar a su adversario político. El presidente usó el martillo de su poder y popularidad mediática para señalar, entonces vinieron decenas de amenazas e intimidaciones.
—Ahora casi no salgo de mi casa porque vinieron muchas amenazas de muerte. Incluso, una vez en un en vivo que estábamos haciendo en YouTube sobre la reforma a la salud, alguien comentó que iba a venir a matarme —dice Escobar en la cocina de su casa.
El asunto escaló y abandonó las redes sociales. Escobar entuteló al presidente por difamación y el Consejo de Estado falló en contra de Petro el 6 de febrero.
El tribunal ordenó conceder amparo a los derechos a la honra, buen nombre, libertad de expresión, participación ciudadana, igualdad e integridad personal, pues consideró que Petro “atenta gravemente contra tales derechos en la medida en que la relaciona injustificadamente con actividades que evidentemente constituyen una agresión contra los derechos fundamentales invocados”.
En ese sentido, agregó que esas manifestaciones “no pueden enmarcarse dentro de facultad del señor presidente de la República de su poder-deber de comunicación con la Nación, ni dentro del margen de libertad para intervenir en los debates políticos en relación con quienes participan en igualdad de condiciones en los mismos”.
Pese al fallo, el presidente no lo cumplió a cabalidad, en X reconoció “la importancia de mantener la presunción de legalidad de las decisiones judiciales (del Consejo de Estado)”, pero dijo que “no siempre que se usa la palabra ‘nazi’ se está sindicando a alguien de ser genocida o un criminal de guerra, pero no puedo pasar por alto cuando alguien estigmatiza a los electores por el solo hecho de simpatizar con mis ideas y defender mi proyecto de Gobierno. Eso es pasar por encima del voto popular mayoritario en Colombia y perseguir la diferencia por estar en desacuerdo, es ‘perfilar’ la democracia”.
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—Ellos radicaron una impugnación, pero en un fallo de tutela independiente de la impugnación se debe cumplir el fallo, entonces el presidente estaría en desacato, ¿por qué? Porque el fallo dice que debía ofrecer excusas públicas y poner esto en las cuentas de X de Presidencia, Dapre y su cuenta personal Así las cosas, falta la mitad del cumplimiento.
—¿Tras el trino qué pasó?—Ese día yo estaba en una novena familiar de diciembre, y mi preocupación primera fue cómo le iba a decir a mi mamá que me había metido en problemas y que el presidente me había llamado “nazi”. A ella al final no le importó, se murió de la risa. Pero todas las cuentas de propaganda empezaron a insultarme, a llamarme nazi, me amenazaron de muerte, publicaron mi RUT, mi número de cédula, direcciones en las que he vivido, el lugar donde trabajé antes de mi actual de trabajo.
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Hannah, raramente, no se afectó. No dejó de dormir. Se encerró como una planta de sombra. ¿De qué está hecha una flor?
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Son las once de la mañana de este sábado gris. En la casa de Hannah, un gato negro se restriega el cuerpo en muebles y piernas. Ella lo llama: le revisa el ojo porque, como tiene doce años, empezó a sufrir una enfermedad extraña que le volteó los párpados y ahora se recupera de una operación.
El gato se recuesta apacible en el regazo. No maúlla, solo existe. En una pared cuelga un afiche de Blue train, el álbum totémico del jazzista John Coltrane. Hay afiches y cuadros de estética soviética, de publicidad de los años 60. Las plantas se reproducen con paranoia en paredes, repisas balcón.
—No escuché cuando me llamaron de la portería, estaba regando matas —dijo ella apenas crucé la puerta, tenía una jarra en las manos —, ¿quieres chocolisto, soda? —no café, nunca café.
La biblioteca no es copiosa, pero es selecta. Hay libros de W. G. Sebald, de Asimov, de Sotang, León de Greiff, de Capote; en un aparte bajo hay juegos de mesa como Dixit y Clue; adornan máquinas de escribir, la escultura pequeña de una prostituta del Parque de Berrío, funkos, pequeños animales de colores, calendarios, animalarios, piedras, una colección de tarots.
Es un altar de la cultura popular, un índice para entender la cabeza de Hannah, que en redes sociales se ve como poeta, otaku, escritora de letras de rap, experta en espías de la KGB y discos de jazz. Y entre esa huella del desorden de referencias aparecen libros que atraen con su gravedad oscura: Illuminatus, la trilogía escrita por Robert Anton Wilson y Robert Shea, y La Biblia Satánica, de Anton Szandor LaVey.
—No me interesa el culto a Satán ni nada por el estilo, me interesa el hermetismo —se refiere a una corriente filosófica—, me dan curiosidad las cosas inexplicables, pero nada más. Cuando lees La Biblia Satánica te das cuenta de que se trata de una búsqueda por la libertad individual, hedonista, pero no se trata de hacerle daño a nadie ni mucho menos.
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Hannah nació en noviembre de 1985 en Titiribí. Es la hija menor de Julio León Escobar Castañeda, un político liberal antioqueño que fue alcalde en Venecia, Sabanalarga y Titiribí, fue juez sin rostro, abogado de muchos años, y quien murió en 2023, sobreviviente de un exitoso trasplante de hígado; hija de Margarita María Correa Mesa, que tiene 70 años y fue concejal durante doce años en Titiribí, en cuyos años tuvo un pequeño negocio de frituras con el que contribuía a los tratamientos de campesinos que no tenían cómo pagar cuentas en el hospital del pueblo.
La pequeña Hannah creció escuchando a su abuelo recitar aquel poema oscuro de Rafael Pombo que se llama La hora de tinieblas —“¿Por qué estoy en donde estoy / Con esta vida que tengo / Sin saber de dónde vengo, / sin saber a dónde voy; / Miserable como soy, / Perdido en la soledad / Con traidora libertad / E inteligencia engañosa, / Ciego a merced de horrorosa / Desatada tempestad?”—, su padre creó el concurso nacional de declamación en Titiribí y le enseñó a recitar poesía, le mostraba las inflexiones de la rima, el dramatismo de los versos, así cuando estudió en el colegio La Presentación, de Bello, logró buenísimas calificaciones en Español y pasó a cursos que dictaba Comfama.
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—Mi papá era del Partido Liberal y yo me iba con ellos para todos los eventos y hasta cantaba el himno... imagínate una niña cantando... Mi papá dejó la política en 1993 y se convirtió en juez sin rostro y le tocaron unos casos muy duros. Mi papá tiene una condena por un prevaricato, pero en ese momento eso podía venir por cometer un error; el caso es que había un sindicado por dos delitos, porte ilegal de estupefacientes y tráfico; el caso es que la Corte Suprema logra saber que mi papá no recibe dineros, pero mi papá lo condenó solo por porte, pero es un error. En la apelación se ve. Ahora estas bodegas usan esto para atacarme. Los magistrados saben de lo injusto de ese prevaricato. Pero mi papá fue el juez de primera instancia que falló en el caso de Jesús María Valle diciendo que había una alianza entre el Estado y los paramilitares.
Hannah está en redes sociales más o menos desde 2013 —“está”, el uso del verbo es una exageración, digamos que “está” de manera política, desde entonces—, apareció como una mujer interesada por las políticas públicas de salud y como poeta: recitaba versos propios, algunas veces en satín, con gafas de diseño, con algún estilo japonés en el pelo.
Durante la pandemia hizo parte de lo que se llamó “el combo rebaño”, un grupo de personas que estaban en contra de las cuarentenas sin límites, de las modas por limpiarlo todo con límpido, de usar tapabocas en todos los lugares, en fin, en contra de la histeria pandémica.
Desde entonces ha puesto sus ojos en la reforma a la salud del gobierno Petro, la cual ha criticado duramente por estar basada en mentiras y porque quita de tajo un modelo solidario que bien o mal ha funcionado. Uno de sus últimos trinos fue: “Han caído TAN BAJO y SON TAN SUCIOS que usan la muerte en vivo de una persona de la tercera edad desatendida por una de las EPS a cargo exclusivo del gobierno, para presionar una Hijuep*ta reforma a la salud que literalmente les da más plata a las EPS por hacer menos. Asesinos”.
Antes de despedirnos, Hannah me muestra una gran manilla que mandó a hacer para un movimiento ciudadano que aúpa: “Ayer pacientes, hoy dolientes”, donde encuentran voz los miles de enfermos que hoy hacen filas eternas para que les entreguen los medicamentos y que se encuentran con la fatalidad de que no hay medicamentos —ese y muchos lamentos más—.
Me invita a una manifestación, me entrega una manilla. Pienso en su madre que tuvo un puesto de fritos para ayudar a los pacientes campesinos de Titiribí; pienso en su padre, que después de 2007 ayudó a centenas de personas a montar tutelas para acceder a tratamientos médicos. No le digo en lo que pienso y nos despedimos.