A finales de 2024, la Dirección de Turismo de Antioquia estuvo metida en un lío mediático a raíz de que en la iniciativa de la Ruta de Turismo Literario y Cultural de Antioquia, de entre 26 autores antioqueños que presentaron, a nadie se le ocurrió incluir ni a una sola literata. El asunto causó revuelo, con toda la razón, por lo injustificable de semejante omisión.
Pero lo corrigieron. Después de la polémica, desde la Gobernación capotearon el asunto asegurando que la lista había sido “una primera etapa” y que en la segunda fase la Ruta incluiría representación de autoras. De manera que en esta ruta, que ya incluye 29 municipios, están 10 escritoras con una vital importancia literaria y cultural en el departamento.
La ruta ahora incluye sitios de interés relacionados en el Aburrá con literatas como por ejemplo Lucila González, la docente y escritora que durante 70 años combinó la enseñanza con la literatura dejando cerca de 18 libros dedicados a varios temas del mundo literario. Destacan de su bibliografía las obras Cien Mujeres, Una mirada al idioma desde las columnas periodísticas y Carta abierta al maestro.
A ella, en esta segunda fase, la acompañan María Cano Márquez, la influyente líder sindicalista de principios del siglo XX, que destacó en el mundo literario en esos años por su activismo y amor por la literatura. Ella fue la única columnista femenina de la revista Cyrano y posteriormente colaboró con algunos escritos para periódicos como El Correo Liberal, El Espectador y El Luchador. En 1924 abrió una biblioteca popular gratuita con materiales donados, y combinó su trabajo de lectura pública y reflexión literaria con visitas a los barrios obreros. Algunas de sus obras están recopiladas en el libro Escritos, que vio la luz en 1985.
La inclusión de escritoras en el Aburrá la cierra Sofía Ospina de Navarro, no solo importante por su cercanía familiar con varios de algunos prominentes políticos del siglo pasado sino por ser una de las primeras mujeres que incursionó de lleno en la literatura y en el periodismo local. Ospina hizo crónicas, cuentos, e incluso poesías. Y como periodista escribió para periódicos nacionales y varias revistas. Además fue fundadora y directora de la revista Letras y Encajes.
De otro lado, en los municipios del Suroeste como Jardín, Jericó y Venecia fueron incluidas respectivamente en esta nueva fase las autoras Magda Moreno, Santa Laura Montoya y Aura López Posada.
Magda Moreno es la autora de El embrujo del micrófono. En ella, resalta la gesta de una mujer joven por abrirse paso en el mundo de la radio, dominado por hombres. Su protagonista, María Cristina, es uno de los primeros personajes femeninos complejos escritos por una mujer en Antioquia. Así mismo hay registros de artículos suyos publicados en Letras y Encajes antes de su obra principal.
Sobre Santa Laura, tal vez toda su fase religiosa se ha explicado con detalle. Sin embargo, es poco popular su afición a la literatura con la que dejó en su bibliografía cerca de 25 libros. Entre sus principales textos están Manojitos de mirra; Catecismo katío; Perseguida, etnógrafa y santa; El caballito azul; y La aventura misional de Dabeiba.
De Aura López cabe destacar que fue una escritora, periodista y gestora cultural en Colombia durante 60 años. Ella dejó un legado importante en el ámbito cultural y literario del país con obras como Historias, La Escuela y la Vida así como Mujer y Tiempo.
De otro lado, en el Nordeste, por fin se le hizo justicia a Isabel Carrasquilla, la autora “ninguneada” por su propio hermano Tomás Carrasquilla y que debería ser tan importante como el popular costumbrista.
Isabel se las arregló para vadear el machismo de la época y publicó bajo el seudónimo “Equis” algunas de sus obras como Noche de Reyes y Contra viento y marea, que incluso tuvieron buena acogida en el mundo del teatro. Junto con su prima Hortensia Ceballos, quien usaba el seudónimo “Zeta”, escribió dos comedias basadas en obras de su hermano tituladas Filis y Sarito, y Pepa Escandón con las que logró conservar su anonimato para que sus obras pudieran ver la luz.
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Sin embargo, Tomás terminó por enterarse de que ellas eran las autoras y prohibió la distribución de sus escritos diciendo que “la literatura no es cosa de mujeres”. Aparte de los mencionados, también destacan los textos Comedias e Impresiones de viaje escritas por una abuela para sus nietos.
En Oriente destacan en la nueva fase de la ruta las figuras de Ana María Martínez de Nisser en Sonsón; y de Blanca Isaza Londoño en Abejorral. Sobre Martínez de Nisser cabe mencionar que es reconocida por haber escrito el Diario de los sucesos de la revolución en la provincia de Antioquia en los años de 1840-1841, que sería la primera publicación de una mujer en la Nueva Granada. El texto narra los sucesos ocurridos en el departamento durante la “Guerra de los Supremos”.
De Blanca Isaza Londoño resalta que hizo parte de una importante generación de escritoras que comenzó a publicar entre 1910 y 1930. Fue una de las primeras en pasar de lectoras a escritoras. Desde su primer libro publicado a los 19 años se propuso ser escritora pese a los obstáculos que la sociedad le ofrecía a las mujeres en ese entonces. Entre 1917 y 1967 escribió ocho libros de poesía, cuento, cuadros de costumbres, crónicas y conferencias. Sus obras más conocidas son Selva Florida, Los cuentos de la montaña, La antigua canción, Claridad, Del lejano ayer, Preludio de invierno, Alma e Itinerarios de emoción.
Mientras que en el Norte, la ruta ahora incluye a la poeta Mara Agudelo de Gómez en el municipio de Toledo. Ella es una licenciada en Pedagogía así como periodista quien dedico su vida a la docencia y a la actividad cultural. Fue cofundadora de la Asociación Colombiana de Periodistas, Seccional Medellín; cofundadora de la Corporación Mujeres Poetas de Antioquia y del Encuentro de mujeres poetas de Antioquia. Escribió 16 libros, la mayoría de poesía. Entre ellos están “En el umbral de sus ochenta”, “Rosas al viento” y “Clamores al atardecer”.
Según detalló el director de Turismo de Antioquia, Óscar Sánchez Álvarez, pese a que la polémica apuntaba al “descache” de no haber incluido a las literatas en la primera fase, desde el inicio de la ruta se tenían referenciadas.
“Solo que los municipios no tenían desarrollados productos turísticos alrededor de ellas. Incluso en ese ejercicio de crear la ruta, detectamos que incluso en varios de ellos ni siquiera las conocían. Cuando llamábamos a las casas de la Cultura anunciando el potencial que tendrían esas escritoras, se quedaban sorprendidos porque ni ellos las tenían referenciadas”, detalló.
Sánchez dijo que este ejercicio por fortuna ha podido rescatar el aporte de muchas escritoras de varias subregiones a la literatura paisa, sobre todo en el costumbrismo. Y ante el hecho de que haya nuevos reclamos por dejar por fuera a una que otra escritora, comentó que la ruta nunca se ha pensado como un listado de autores –toda vez que de ser así esta sería competencia del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia (Icpa)– pues la ruta en sí lo que busca es potenciar el turismo.
“Lo que hicimos fue ver que municipios tenían un producto turístico en torno a sus escritores independiente si son hombres o mujeres. Y a los territorios que no lo tenían definidos, los instamos a motivarse con este trabajo de hallar ‘plumas’ interesantes”, añadió.
El directivo apuntó que la nueva fase de la Ruta de Turismo Literario y Cultural de Antioquia ha dejado varias tareas no solo a la Gobernación sino también a las alcaldías. Una de ellas es la creación de festivales literarios en honor a los autores y autoras destacados en los municipios para que así esta se vuelva un nuevo atractivo. “Por ejemplo, Jardín debe crear un festival en honor a Magda Moreno; Sonsón debe hacer lo mismo con Ana Martínez. Igual debe hacer Abejorral con Blanca Isaza”, añadió.
Otro asunto que requiere celeridad es que con el Icpa se deben diseñar guiones museográficos para usarlos en los espacios relacionados con los autores en los municipios, ya sea en sus casas natales, en las casas de la cultura o en otros espacios en su honor o que marcaron su vida, o que fueron mencionados en sus obras, para que así la gente pueda conocerlos.
A esta tarea se sumará el montaje de varios murales alrededor de la obra de los escritores, para que así los personajes puedan “conversar” con los turistas.
“Otro asunto es fortalecer el enlace con los privados para que estos desarrollen actividades en torno a los autores. Por ejemplo, que un café organice encuentros literarios sobre el autor local, o se hagan conversatorios sobre su obra. Esto es importante porque así se nutre la oferta del municipio”, dijo Sánchez.
Cabe mencionar que ya fuera por la polémica o por la nueva fase, los resultados ya se están viendo. Por ejemplo, en Santo Domingo, si bien antes se hacía mención a la obra de Isabel Carrasquilla, según Sánchez hasta hace poco por fin se habilitó una sala para su obra dentro de la misma casa Carrasquilla (cosa que no debe tener muy contento a su celoso hermano en el otro mundo, pero sí muy contentos a los seguidores de la autora).
Además, allí mismo tuvo lugar el Primer Festival de Literatura Tomás Carrasquilla, que dejó una buena concurrencia de turistas.
De otro lado, otros municipios ya son conscientes del potencial de la iniciativa y por ello estarían haciendo esfuerzos por conservar la infraestructura relacionada con sus autores.
Por último, la aparición de la ruta se ha vuelto en un aliciente para que los visitantes alarguen sus estadías toda vez que están encontrando una oferta más amplia. Por ello a futuro será normal asistir a un municipio para gastar un día recorriendo los pasos de un autor y al siguiente visitar un camino ecológico o hacer un recorrido gastronómico.
“Por ejemplo, en Angostura tienen al padre Marianito, pero si a eso le sumamos visitar los espacios de un escritor como Porfirio Barba Jacob, la gente tendría más motivos para ir. Entonces, aumentando la oferta se puede aumentar la estadía y por ende los ingresos”, concluyó Sánchez.