Si usted es de Medellín y siente que el arriendo está cada vez más imposible, que los servicios llegan caros así no se mantenga en la casa o que ya no puede salir sin que se le “esfume” un billete de $50.000, seguramente coincida con las personas que atendieron la más reciente encuesta de opinión ciudadana de Invamer, quienes reflejan bastante preocupación sobre cómo se están comportando los precios.
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Entre las ciudades donde la firma desarrolló la encuesta, Medellín tuvo la proporción más alta de ciudadanos que escogieron el costo de vida como preocupación, con el 15,7%. Para ponerlo en contexto, en Bogotá, que suele ser considerada como la más cara, esa incidencia apenas fue de 1,5%: mientras que Cali, la más “cercana” al dato de Medellín, mostró un 5,1%.
En general, los paisas ven la inseguridad como el mayor problema de la ciudad (23%); seguida del costo de vida, la falta de calidad y cubrimiento de salud, la corrupción, la pobreza y el desempleo, entre otras.
Volviendo al bolsillo de los paisas, hay que destacar algunas cifras de Numbeo, principal base de datos sobre costo de vida en el mundo. Hoy en día, asegura, el costo de vida de Medellín está 5,3% más caro que el de Bogotá; incluso, asevera, el costo de los arriendos en esa ciudad es hasta 7,4% más barato que en la capital antioqueña.
A modo de ejemplo, Numbeo indica que una persona en Bogotá necesitaría $10,42 millones al mes para mantener el mismo nivel de vida que podría tener en Medellín con ingresos de $11 millones. Escenario que usted puede ver más fácil al desagregar algunos precios.
Es que, en promedio –siempre según Numbeo–, comer en un restaurante barato en Medellín está costando $25.000, mientras en Bogotá equivale a $23.000, una diferencia del 8%; una cerveza nacional se consigue en cerca de $7.000 en estas montañas, pero en la capital del país ronda los $5.000, es decir que es hasta 28,6% más barata.
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En la canasta básica, Medellín tiene precios más altos en productos como arroz, pollo, naranjas, tomate o papás; también son más elevados en transporte público o ropa.
Pero hay algunas cosas más baratas aquí que en Bogotá. El precio de la leche es hasta 10% más bajo; la gasolina se consigue 1,1% por debajo del valor de la capital; y lo mismo sucede con los planes de telefonía móvil (11,7%) y los servicios públicos (2,9%).
Capítulo aparte merece el precio de los alquileres. En esta materia, Bogotá sugiere ser más barato. Por ejemplo, el arriendo de un apartamento de tres dormitorios fuera del centro cuesta $2,64 millones allí, mientras Medellín arroja un valor de $2,83 millones; entre tanto, inmuebles con un solo dormitorio llegan a $1,30 millones y $1,45 millones, respectivamente.
Según Mauricio Torres, gerente de Ciencuadras, por lo menos hasta el año pasado una de las razones que explicaba esta tendencia era la alta demanda de vivienda turística. “La renta corta ha experimentado un aumento significativo en diversas zonas, especialmente en El Poblado, Laureles-Estadio, en Villa Hermosa, Buenos Aires y La Candelaria”.
“En Ciencuadras observamos que las publicaciones de los inmuebles en arriendo en Antioquia vienen en aumento desde el 2020, siendo este aumento considerablemente mayor entre el 2022 y el 2023 (381%) especialmente en los meses de noviembre y diciembre del 2023”, continuó Torres.
Además, según estadísticas del Dane, al cuarto trimestre (octubre-diciembre) del año pasado los precios de la vivienda nueva en Medellín tuvieron una variación del 10,42%; se encarecieron más que en el resto del país, donde se observó un ajuste del 9,07%.
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El golpe ha sido particularmente más fuerte para la clase media, pues el precio de la vivienda le ha subido 13,87%; en los estratos bajos el impacto fue de 12,55%; mientras que en los altos llega hasta el 8,30%.
A nivel de arriendos, un reciente estudio de la Properati halló que en una zona de clase media como La América, la renta se ubica en alrededor de $2.062.000, que representa aproximadamente 1,45 salarios mínimos.
Partiendo del “ingreso ideal” del que habla la Ocde, bajo el cual el arriendo no debe pesar más del 40% de los ingresos que tiene una persona, lo ideal para vivir en Medellín para no colgarse con deudas o quedar con saldo en rojo sería devengar $5,15 millones al mes, dice Properati.
Si bien el arriendo toca más el bolsillo de jefes del hogar, hay una cosa de la que no se escapa ningún paisa: comer por fuera del hogar y darse cuenta que en un abrir y cerrar de ojos se van $20.000, $50.000... hasta $100.000.
Diego Jiménez, un empresario del negocio de Airbnb que administra algunos apartamentos en Bogotá, Santa Marta y estudia expandirse a Medellín, dice que comer en un restaurante o hasta tomarse un café en Medellín está considerablemente más caro que hacerlo en otras ciudades del país.
“Creo que Medellín sí está más cara que Bogotá hoy por hoy. En Bogotá, por ejemplo, uno puede contrastar más precios y de pronto encontrar más opciones cuando sale y come en restaurantes, pero en Medellín ya hay hasta comidas rápidas que cobran a 30 mil o 40 mil pesos”, apunta.
Para el empresario, quien conoce de cerca el negocio de las rentas cortas, una de las razones principales es que llegan cada vez llegan más personas de otros países con un fuerte poder adquisitivo, quienes mediante “efecto dominó” contribuyen a que los precios en restaurantes, bares y discotecas, entre otros, se ajusten al alza.
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Según Numbeo, comer en un restaurante de gama media, con los tres platos, para dos personas, está costando entre $90.000 y $170.000 en Medellín; por su parte, los precios en McDonald’s estás entre los $24.000 y los $34.000; las cervezas nacionales van de los $4.000 a los $10.000; y las importadas de $8.000 a $16.500.
En las cuentas del Dane, la categoría de alimentos y bebidas no alcohólicas en Medellín apreció un incremento de precios del 4,87% es decir que superó el 4,49% visto para el promedio del país. Aunque es un dato importante, en Neiva se observó la variación más alta, con 6,12%.
Pero, en definitiva, lo que más costoso estuvo en el arranque del año en estas montañas fueron los gastos asociados a educación y restaurantes y hoteles, cuyas variaciones fueron del 10,62% y 8,06%, respectivamente.
En medio de todo esto, es de resaltar que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en Colombia reportado por el Dane para el primer mes de 2025 fue de 0,94%, cifra mayor a la observada en enero de 2024, cuando se ubicó en 0,92%.
De acuerdo con la presentación hecha por Piedad Urdinola, directora de la entidad, entre los grupos de gastos que presionaron el costo de vida en enero figuraron restaurantes y hoteles, transporte, alimentos y bebidas no alcohólicas y salud.
En contraste, se apreciaron variaciones por debajo del promedio nacional en las divisiones de muebles, artículos para el hogar, bebidas alcohólicas y tabaco, bienes y servicios diversos, alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles, educación, prendas de vestir y calzado, recreación y cultura e información y comunicación.
El dato de inflación revelado por el Dane para enero estuvo por encima de las estimaciones de los analistas que participaron en la más reciente Encuesta Mensual de Expectativas Económicas del Emisor, que apostaron por un 0,82%.
Por ciudades, las mayores variaciones se registraron en Bucaramanga (1,76%), Santa Marta (1,36%) y Tunja (1,08%).
A su turno, las variaciones menores al promedio nacional se notaron en Neiva (0,14%), Valledupar (0,44%) y Riohacha (0,48%).
En Medellín el dato de inflación para enero fue de 1,05%, ubicándose por encima del promedio nacional. Según Urdinola, el indicador fue presionado por el comportamiento de los precios del transporte, las comidas en restaurantes y los arriendos.
De acuerdo con las proyecciones del Plan Financiero presentado recientemente por el Ministerio de Hacienda, la inflación anual en Colombia cerraría este año en 3,6%, acercándose al rango meta del Banco de la República, que es del 3%.
Analistas aseguran que será clave monitorear tanto la tasa de cambio como el movimiento de la tasa de interés del Banco de la República, que repercuten directamente en el costo de vida. Por ahora, todo apunta a que habrá un alivio en el bolsillo de los colombianos, luego de años difíciles en los que el IPC creció a doble dígito.