La batalla que luchan los artistas urbanos todos los días en las calles de Medellín por conseguir algo para subsistir es clara. Cada uno de ellos se ubica en diferentes zonas de la ciudad, específicamente en los semáforos para mostrar su talento como fuente de ingresos.
A raíz de esto se conoció la historia de un grupo de jóvenes bailarines de origen venezolano que ha logrado transformar su realidad por medio de su arte, al punto de llegar a recibir grandes sumas de dinero en los semáforos, como a tener la oportunidad de crecer en el campo profesional.
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En un video publicado en el canal Teleantioquia, Santiago Romero, uno de los integrantes de este grupo trabajador y soñador de bailarines urbanos en Medellín, habló sobre los resultados del arte que practican.
Éste reveló las increíbles cifras de dinero que han podido llegar a conseguir durante un mes presentándose en los diferentes semáforos de la ciudad. En especial en los que están ubicados en el del parque de El Poblado, al sur de la eterna primavera.
Como una gran oportunidad para mejorar su calidad de vida, este joven aseguró que hasta han conseguido ingresos que pueden superar el salario mínimo en Colombia. Un arte callejero que les ha salvado la vida. Por eso, según Romero, en un buen día de trabajo han logrado conseguir entre 150.000 y 200.000 pesos.
Cuando la movida es “regular”, detalló que los ingresos están entre 60.000 y 70.000 pesos. Y si un día es malo, las ganancias pueden estar de 20.000 a 30.000 pesos diarios. Pero reveló que a veces algunos extranjeros han llegado a darle hasta 500 dólares (2.055.556 pesos aproximadamente).
“Lo que para las personas es esperar un tiempo y seguir su camino, para nosotros es trabajo. Transformamos el arte en un sustento. Todo artista tiene sus metas y sueños. Nos ha pasado que algunos extranjeros nos dan hasta 500 dólares”, comentó el bailarín al medio regional.
Y es que, según el testimonio de este joven artista, la constante exposición en las calles de Medellín les ha servido para obtener presentaciones en eventos y contrataciones en espectáculos profesionales, a nivel local e internacional, además de los ingresos diarios.
“Es muy satisfactorio ver cómo les levantamos el ánimo a quienes esperan el cambio de luz y cómo a los niños les sacamos una sonrisa”, dijo Roymer García, otro de los bailarines de este grupo.
Aunque, según ellos, muchas otras personas ven este trabajo como “denigrante”, ellos lo ven como una forma de salir adelante y cumplir sus sueños. Según Santiago, algunos de los que empezaron de esta forma ya están bailando en el campo internacional.
Con trabajo en equipo y valores como la amistad, este grupo de siete jóvenes, aproximadamente, lucha diariamente por salir adelante. Son el reflejo de la pasión y la necesidad, unida con pasos de baile en medio de las calles de la ciudad.
Además, de ser constantes en el trabajo, también cuentan con una rutina de trabajo diaria con el objetivo de llegar a ser más conocidos en la ciudad. Inician en el parque de El Poblado a las 7:00 a.m. y se quedan allí hasta 12:00 del medio día.
Luego almuerzan y continúan trabajando de 3:00 p.m. a 6:00 p.m. en ese mismo sector. Al final, cuando entra la noche, se desplazan a los sectores cercanos como Provenza y Manila, para cerrar la jornada laboral.
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