El 8 de marzo, las calles de Colombia se llenan de colores, pancartas y consignas por la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Un día de empoderamiento, de recordar los logros alcanzados y las luchas que aún persisten. Sin embargo, tras el brillo de las celebraciones, se esconde una dura realidad: la violencia en todas sus formas que sacude, en algunos casos hasta la muerte, la vida de las mujeres.
Para este sábado, en el país hay convocadas múltiples movilizaciones para reivindicar los derechos de las mujeres, quienes desde siempre han exigido garantías para vivir libres, sin el miedo de salir y no regresar nunca más.
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La jornada este año transcurre en un ambiente político tenso. El Gobierno del presidente Gustavo Petro enfrenta duras críticas por su congraciamiento con Armando Benedetti a quien nombró como ministro del Interior, pese a las denuncias en su contra por violencia de género. El año pasado, la esposa del ministro, Adelina Guerrero, lo denunció públicamente por presuntamente atacarla en una residencia en Madrid, España. Semanas después, la mujer regresó a su lado.
En general el contexto para las mujeres no es el más garantista. Uno de los propósitos de las manifestaciones de este año es la exigencia de justicia por las víctimas de feminicidio. El 2024 fue letal. Según el Observatorio de Feminicidios Colombia, se registraron 815 feminicidios y en lo que va de este año, van 79. Una situación que tiene en alerta a las autoridades, cuyas acciones parecieran ineficientes ante las garantías de seguridad para las mujeres, más allá de una orden de alejamiento y hospedaje en una casa de protección.
Los departamentos donde más se cometió este delito fueron Antioquia con 119 feminicidios, seguido de Bogotá con 77; Atlántico, 74; Valle del Cauca, 67; y Cauca, 53; entre otros.
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“Las mujeres en condiciones de vulnerabilidad socioeconómica, lideresas sociales, afrodescendientes, indígenas y migrantes enfrentan los riesgos más graves por las dinámicas del conflicto”, se señala un informe de la Defensoría del Pueblo.
La defensora Iris Marín, señaló que uno de los puntos más complejos es la relación que existe entre la violencia en contra de las mujeres y el conflicto armado en los territorios.
Por eso, la situación es especialmente grave para las mujeres en territorios con presencia de grupos armados ilegales. Además de ser más vulnerables a la comisión de múltiples delitos y no solo ser asesinadas, los actores armados transforman los cuerpos y las vidas de las mujeres en escenarios de disputa y control territorial, según un informe de la Fundación Paz y Reconciliación,
“Las dinámicas del conflicto han institucionalizado la violencia sexual como una táctica de guerra, utilizada por los actores armados para imponer su dominio territorial, desmoralizar a comunidades enteras y castigar a aquellas mujeres que desafían su autoridad”, dice el informe.
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En esos escenarios, las mujeres lideresas y defensoras de derechos humanos, enfrentan un doble riesgo. Según el Observatorio para la Defensa de la Vida (Odevida), entre los años 2018 y 2024, fueron asesinadas 158 lideresas en todo el país, sobre todo en los departamentos de Nariño, Antioquia, Cauca y Norte de Santander.
La Defensoría aseguró que la violencia contra la mujer no se limita solo a la física, sino que abarca otras formas como la violencia laboral, la falta de acceso a la educación y las desigualdades en las oportunidades. En Colombia, por ejemplo, aún no se ha alcanzado la paridad total en los escenarios de representación política. De los 1.098 municipios del país, solo 146 están liderados por alcaldesas, una cifra que pone de manifiesto la persistente desigualdad de género.
El panorama de violencia no es distinto para las mujeres trans. Antes bien, según la Defensoría los crímenes contra esta comunidad son cometidos con mayor crueldad. Este año ya han sido asesinadas tres.
A pesar de todo lo grave, las mujeres en Colombia siguen luchando. En 2022, por ejemplo, la Corte Constitucional despenalizó el aborto hasta la semana 24 de gestación, considerado un logro entre feministas. Un avance en el camino a lo que llaman libertad.