No es la primera vez que ocurre en Medellín, pero es una situación poco común. Un taxista llamado Juan Guillermo García Cárdenas contó los momentos de tensión, pero también de alegría, que vivió esta semana mientras prestaba un servicio. Todo comenzó cuando se movilizaba por la Terminal del Norte y recogió a una mujer embarazada que iba con una niña.
Juan Guillermo cuenta que la vio muy apurada y que le pidió que la llevara a Sabaneta, en el sur del Valle de Aburrá. El conductor cogió por la calle Barranquilla y luego por la autopista, cuando notó que la mujer parecía estar teniendo dolores y, por eso, aumentó la velocidad al conducir.
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“Ella iba angustiada, llorando, pujando, la niña que llevaba a un lado también iba llorando”, relata el conductor, quien dice que en ese momento lo embargaron el desespero y la ansiedad por ver así a las dos pasajeras, sin saber inicialmente qué hacer, en medio de la congestión vehicular.
Todavía se movilizaban por la autopista y la mujer pegó un grito: “Le pregunté que si paraba y me dijo que no aguantaba, que la llevara al hospital más cercano”. Al conductor se le ocurrió trasladarla al Manuel Uribe Ángel, de Envigado, por lo cual cogió la ruta hacia ese lugar, a la mayor velocidad que pudo.
Pero el bebé le ganó la carrera al conductor, quien sintió un nuevo grito de parte de la mujer. Cuando volteo hacia el asiento de atrás, dice, vio asomarse la cabecita. “Paré y di la vueltecita. Yo le dije, ‘señora, puje, puje’; cuando ella pujó, el niño salió. Le dije, ‘cójalo en sus bracitos y póngalo en las piernitas”.
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A Juan Guillermo lo invadió entonces el afán por llevar cuanto antes al recién nacido al hospital, por lo cual condujo de nuevo a toda velocidad, pitando para abrirse paso entre los demás vehículos. Llegó gritando a la institución de salud, pidiendo una camilla para la madre. Los médicos salieron y le hicieron algunos procedimientos dentro del carro al bebé, durante unos 10 o 15 minutos, y luego los ingresaron.
“La señora me dijo, ‘señor, puede esperar un ratico mientras llega la familia para pagarle la carrera’; le dije, ‘señora no se preocupe por la carrera, es el primer regalo del bebé”, recuerda también el taxista en esta historia que para ese momento ya era de alegría.
Cuando la emoción pasó se sintió feliz de que un niño vino a este mundo en su carro, pero también de que su ayuda pudo salvarle la vida, pues los médicos dijeron que podía estar ahogándose.
Posteriormente, la familia del bebé contactó a Juan Guillermo para agradecerle la amabilidad y el apoyo que le brindó a la mujer en momentos tan difíciles y angustiosos para ella. Incluso, le enviaron una foto para que conociera al niño. En su casa, sus hijos y sus seres queridos también le manifestaron que se sentían orgullosos por la forma como había actuado.
Por su parte, en la empresa Coopebombas, a la que está vinculado Juan Guillermo, conocieron la historia y le hicieron un reconocimiento por su “acto de humanidad, empatía, amabilidad y solidaridad”. Él dice que esto lo motiva a seguir prestando siempre un buen servicio a sus pasajeros.
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