Cuando Camila Cardona recibió las fotografías de su madre, esposada y custodiada por hombres armados del Ejército de Venezuela, recordó la última conversación que tuvo con ella en la noche del 29 de enero, mientras su mamá iba camino a su casa, ubicada en Puerto Inírida, Guainía, alistándose para atravesar la frontera entre Colombia y Venezuela después de comprar mercancía al otro lado del río.Eran las diez de la noche y Francened Cortés Tabares le pidió cuidar de su bebé, quien se oye llorar al otro lado de la línea telefónica, mientras Camila cuenta la historia de los 18 días de búsqueda