Las aguas subterráneas son una alternativa de abastecimiento para Bogotá y esa opción ha tomado fuerza en los últimos días, sin embargo, el uso que se les está dando hoy es poco y solo a nivel industrial, doméstico, riego y algunas de consumo humano.
En la actualidad, de acuerdo con la Secretaría Distrital de Ambiente, en la ciudad existen 580 pozos perforados, entre los 30 y los 500 metros de profundidad, y solo 64 cuentan con concesión para captación: 21 para uso industrial, 39 mixto (humano, doméstico y riego), 3 riego y 1 pecuario y riego.
Entre los usuarios están textileras, empresas de alimentos y bebidas, manufactureras, transportadoras, así como centros comerciales, colegios y universidades, clubes, cajas de compensación y comunidades religiosas, entre otros.
Estas concesiones tienen autorización para utilizar 15.580 m3/día y usan alrededor del 42 por ciento del total. Todas representan solo el 0,46 por ciento del consumo total de la ciudad. El volumen promedio de agua concesionada varía entre 0,2 y 30 litros por segundo.
En Bogotá hay 64 concesiones de aguas subterráneas.
Secretaría de Ambiente
No obstante, es mínimo lo que el Distrito recibe a cambio por la utilización de esas aguas. Según cifras de la Secretaría de Ambiente, apenas se recaudan 23 millones de pesos al año, recursos que tienen como destino, precisamente, la conservación de los acuíferos.
Esto motivó una solicitud de la secretaria de Ambiente, Adriana Soto, a la ministra del ramo, Susana Muhamad, solicitando revisar la fórmula de la tasa de uso de agua (TUA) con la que se establece el valor a cobrar a las concesiones de aguas subterráneas.
De acuerdo con la comunicación, y según le confirmó a este diario la secretaria, hasta el 2016 el valor que se cobraba en el Distrito por m3 era de 1.150 pesos, pero por decisiones del Ministerio de Ambiente se redujo a 28 pesos el m3 en promedio.
Adriana Soto, secretaria de Ambiente.
NESTOR GÓMEZ. Archivo EL TIEMPO
Esta reducción se hizo a través de la Resolución 1571 de 2017 y el Decreto 1155 de 2017, en la época en la que el hoy canciller Luis Gilberto Murillo era ministro de la cartera de Ambiente. En el primero se establece el valor de la tarifa mínima nacional y en el segundo el coeficiente de uso, dos elementos clave en la fórmula para determinar la TUA.
El efecto inmediato de esas decisiones del Ministerio, según Soto, fue que el Distrito pasara de cobrar 1.150 pesos a 28 pesos en promedio por m3, eso es una reducción del 97 por ciento entre 2016 y 2024.
Y significó, además, una disminución del recaudo. Se pasó de 840 millones de pesos al año a 23 millones. Estos recursos se destinan, precisamente, a la conservación de los acuíferos (localizados en las formaciones Somero, Cuaternario y Guadalupe) que hay en el subsuelo de la ciudad.
“La razón por la cual el precio del agua subterránea está muy bajo es por la fórmula que determina el Ministerio de Ambiente y que tiene una serie de componentes esenciales para subir sustancialmente el precio o para bajarlo”, afirma Soto.
Sobre la reducción de la tarifa a las concesiones de aguas subterráneas, a través de la oficina de comunicaciones, el Ministerio de Ambiente indicó de manera muy breve que viene revisando la fórmula de tiempo atrás.
Las concesiones de agua subterránea son principalmente para uso industrial
Secretaría de Ambiente
Cabe recordar que tanto el alcalde Carlos Fernando Galán y la gerente del Acueducto de Bogotá, Natasha Avendaño, como el director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), Alfred Ballesteros, han manifestado que las aguas subterráneas son una alternativa de abastecimiento para Bogotá y la región.
De hecho, Ballesteros planteó recientemente que estas aguas pueden ser una opción para la ciudad en el corto plazo (entre 8 y 12 meses) y que con solo el 10 por ciento “podemos sostener la demanda durante los próximos 100 años”.
En esta misma línea, la secretaria de Ambiente señala que, si bien en el pasado se realizaron varios estudios, entre ellos la Universidad Nacional y la Jica (Agencia de Cooperación Internacional de Japón), no se sabe si esa puede ser una fuente de agua potable para los bogotanos y que debe ser una decisión que se deberá tomar con información técnica y científica.
“La Secretaría de Ambiente tiene datos de los cerca de 580 pozos que se han concesionado a lo largo de varias administraciones, pero no tiene datos de todo el acuífero de la formación del cuaternario ni de guadalupe, y necesitamos saber cuál es la cantidad y la calidad de agua que hay en estos dos acuíferos”, señala.
Por eso mismo Soto dice que el Distrito viene trabajando con el Banco Mundial para tener información científica que permita tomar decisiones y destaca que la infraestructura para extraer esa agua, tratarla y distribuirla exige de inversiones cuantiosas.
El alcalde Galán estuvo recorriendo Chingaza junto con varios miembros de su gabinete.
Archivo EL TIEMPO
Cabe recordar que hace cerca de 15 años, con base en estudios que determinaron que el potencial era de 1,33 m³/seg, la Empresa de Acueducto de Bogotá desistió de la opción de las aguas subterráneas. La demanda de la ciudad, de acuerdo con el Acueducto, es de alrededor de 16,65 m3/seg.
“El Banco Mundial va a tomar esa línea base que han construido varias universidades, expertos y la Jica va a analizar esa información y a determinar de cuánto estamos hablando y de qué calidad”, precisa.
De hecho, la funcionaria destaca que una decisión en el sentido de extraer esa agua debe tomarse sobre la base de información científica, porque significarán inversiones “importantes” en infraestructura, no solo para sacar a la superficie ese líquido, sino para tratarlo y distribuirlo.
De ser posible la utilización de las aguas subterráneas en el consumo humano, como todo indicaría que lo es, estas se sumaría a las otras fuentes de abastecimiento que tiene la ciudad, como lo son el sistema Chingaza, con los embalses de Chuza y San Rafael y la planta Wiesner; el Agregado Norte, con los embalses de Sisga, Neusa y Tominé y la planta Tibitoc, y el Agregado Sur, con Chisacá y Regadera y la planta El Dorado.
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Inversiones que se proyectan
En la misma líneade la conservación de las aguas subterráneas, la Secretaría de Ambiente indica que esta administración está trabajando en la restauración con especies nativas de 1.300 hectáreas de los cerros Orientales, que es donde están los principales puntos de recarga de acuíferos que, igual que los embalses, dependen de las aguas lluvias, pero que este año han estado deficitarias.
Con el mismo fin se proyecta una inversión de 24.000 millones de pesos para las cuencas altas del río Bogotá y con Conservación Internacional el Distrito está estructurando un proyecto por 90 millones de dólares para la restauración y conservación de las cuencas hídricas que abastecen de agua a la capital colombiana.
GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Editor de Bogotá
En x: @guirei24
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