En Líbano, los bombardeos israelíes continúan, e incluso se extienden a algunas zonas que hasta ahora se habían quedado al margen de los ataques. Los bastiones de Hezbolá son el centro de los ataques. Viajamos a la Becá con un desplazado que ha regresado a su pueblo, temeroso.
Con Aabla Jounaidi y Jad El Khoury, enviados especiales de RFI
La casa de Mohamed no fue bombardeada. Su pueblo está en la carretera de Baalbek, en la Becá, región controlada por Hezbolá y regularmente bombardeada por el ejército israelí. A medida que nos acercamos al pueblo, la tensión aumenta. “El pueblo está vacío. La zona es muy peligrosa, no vamos a quedarnos por aquí, no vamos a ir a ver mi casa de abajo”, comenta.
Mientras un dron israelí sobrevuela el cielo, preguntamos a Mohamed si Hezbolá almacena armas en las casas. “A veces oímos que había armas en una casa concreta, pero no sabemos nada al respecto. Por eso todos, yo y los demás, nos fuimos… Es imposible saber si el misil caerá sobre tu casa. Y aun así sabes que no eres un combatiente, que no tienes armas. Pero quizá hablar por teléfono con Hezbolá, por ejemplo, sea suficiente para que te apunten”, dice Mohamed. No lo sabemos. “Mi casa no está lejos. Conduzca despacio. No vamos a salir. Miraremos desde el coche, es más seguro”, dice.
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“Eso fue ayer. Hay mucha destrucción. Vamos a dar la vuelta. Una atmósfera de miedo y paranoia se ha apoderado de las zonas controladas por Hezbolá. Temo que si vamos al lugar del nuevo ataque, haya gente allí”, se preocupa Mohammed. Si me ven contigo -dice a RFI– pensarán que ‘Mohamed trabaja para un país extranjero’, es decir, que soy un espía”.
Después de irnos, otro bombardeo golpeó la misma carretera en la que estábamos.