Decenas de miles de estibadores están en huelga en la costa este de Estados Unidos. Desde el martes 1 de octubre no se trasladan más contenedores entre Maine y Texas. Al igual que en Luisiana, 25.000 estibadores cuyos contratos están a punto de renovarse por seis años, han dejado de trabajar. El objetivo: exigir un aumento salarial a la USMX, el organismo que representa a las empresas del sector. Pero hasta la fecha, la USMX se ha negado a escucharlos.
Con nuestros enviados especiales a Nueva Orleans, Julien Boileau y Vincent Souriau
Catorce puertos afectados, miles de cargas paralizadas y ningún contenedor más manipulado entre Maine y Texas: desde el martes 1 de octubre, en Estados Unidos, 25.000 estibadores están en huelga en respuesta a un llamamiento de su sindicato – el ILA – a sólo cinco semanas de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. Todos ellos reclaman un aumento salarial sustancial y la congelación de todos los automatismos portuarios. Las discusiones iniciadas en mayo “han llegado a un punto muerto”, explica el ILA. El sindicato tenía previsto ir a la huelga en cuanto expirara el convenio social de seis años que le vincula a la USMX, el martes 30 de septiembre a las 03:59 GMT en los puertos de la Costa Este y del Golfo de México.
Kenneth Price lleva 35 años en el negocio. ¿Su principal trabajo? Recibir y dirigir barcos en el puerto de Nueva Orleans. Cuando se le pregunta por qué ha empezado la huelga, protesta por la inflación, el debilitamiento del poder adquisitivo y el coste de la vida en general.
“¡La huelga puede durar un día, una semana, 30 días o 3 meses!”
Es cierto que los estibadores mejores pagos pueden ganar hasta 100.000 dólares al año. Pero la mayoría de ellos sólo piden a las navieras que hagan un esfuerzo salarial para lograr un poco más de equidad. “¡Estamos tratando con multimillonarios! Sólo queremos alimentar a nuestras familias, cuidar de ellas, tener una vida decente: lo único que pedimos es que las cosas sean justas”, explica Blaine Ehrlich, responsable de la sección local del ILA, que no tiene intención de rendirse. “La huelga puede durar un día, una semana, 30 días ¡o 3 meses! La última vez que hicimos huelga fue en 1977, y duró tres meses, aunque entonces sólo se hablaba de un aumento de 80 céntimos… Así que ya veremos, pero estamos dispuestos a luchar el tiempo que haga falta por el bien de nuestra profesión”, añade, rodeado de un centenar de manifestantes con chalecos amarillos, gorras y pancartas a la entrada del puerto de Nueva Orleans, que cuenta con menos de mil estibadores.
Preocupación creciente entre la patronal estadounidense
Ante esta movilización, la primera de este tipo desde hace casi 50 años, empieza a cundir la preocupación entre los empresarios estadounidenses, que temen que se pierdan miles de millones de dólares cada día y que se interrumpan los suministros más allá de las fiestas navideñas. Según la consultora Oxford Economics, cada semana de huelga podría reducir el PIB estadounidense entre 4.500 y 7.500 millones de dólares. Según Anderson Economic Group (AEG), sólo la primera semana de huelga podría suponer un coste de 2.100 millones de dólares, incluidos 1.500 millones en pérdidas de productos como los perecederos.
El martes 1 de octubre, Joe Biden declaró en un comunicado de prensa que había “instado” a la USMX a “sentarse a la mesa [de negociaciones] y hacer una oferta justa a los trabajadores” para resolver la huelga, que tiene consecuencias económicas potencialmente importantes. “Las compañías navieras han obtenido beneficios récord desde la pandemia [de coronavirus]», señaló el presidente demócrata, indicando que los directivos y los accionistas se han beneficiado. “Es justo que los trabajadores que se arriesgaron durante la pandemia para mantener los puertos abiertos también vean aumentar su salario de forma significativa”, añadió.