El anuncio de la muerte del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, causó gran conmoción en Líbano y Oriente Próximo. Presentada como una victoria decisiva y un giro histórico por las autoridades israelíes, la muerte del líder del movimiento chiita provocó airadas reacciones por parte de Irán. Sin embargo, las autoridades iraníes parecen dudar sobre qué hacer tras este último golpe a uno de sus aliados más valiosos en la región.
Por RFI
Los dirigentes iraníes han hecho numerosas declaraciones desde el sábado 28 de septiembre, pero es difícil saber con claridad cuáles serán sus intenciones tras la muerte de Hassan Nasrallah.
Hay una gran distancia entre las amenazas de «destrucción» prometidas a Israel por el vicepresidente Mohammad Reza Aref y la petición iraní de una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. En palabras de la carta enviada a la ONU por el embajador iraní, el objetivo es «evitar que la región entre en una guerra total».
Esfuerzos para evitar la confrontación directa con Israel
Desde la muerte del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, las reacciones de Irán han mostrado vacilación -o quizá división- dentro del régimen sobre qué hacer. Las reacciones han sido más bien cautelosas, evitando cuidadosamente cualquier mención a una respuesta directa de Irán. Las autoridades también han dejado la respuesta en manos de los apoderados del régimen iraní en la región: Hezbolá, las milicias iraquíes y los hutíes de Yemen.
Para muchos observadores, Irán quiere evitar una confrontación directa con Israel, porque su preocupación sigue siendo la supervivencia del régimen y una guerra total podría ser fatal.
La falta de reacción de Teherán también tendría un coste en términos de imagen en la región. El régimen enviaría una señal de impotencia a todas las milicias que lleva años financiando y utilizando en la región. Por supuesto, esta señal de debilidad también iría dirigida a Israel.
Hemos visto en el pasado que, tras la muerte de Qassem Soleimani en 2020, Irán disparó varios misiles. También vimos que el año pasado Irán llevó a cabo importantes ataques dirigidos directamente contra Israel. Pero siempre existe esta especie de debilidad por parte del régimen iraní, que no quiere entrar en confrontación directa con Israel porque sabe que saldría perdiendo. Pero al mismo tiempo, nos encontramos en una situación en la que si quiere defender su honor y demostrar su eficacia, el régimen iraní tendrá que responder. De lo contrario, incluso varios socios del «eje de resistencia» podrían considerar que los iraníes no son en realidad un aliado fiable. Y así podríamos llegar a una situación en la que Irán resulte ser un tigre de papel en Oriente Medio, lo que también lo pondría en una situación difícil tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Jonathan Piron, historiador y especialista en Irán del GRIPS, grupo de investigación e información sobre paz y seguridad con sede en Bruselas, entrevistado por Daniel Vallot.
Por el momento, es posible que el régimen iraní sólo tenga una prioridad: ayudar a Hezbolá a nombrar un sucesor de Hasan Nasralá, reconstruir una red de comunicaciones y garantizar así que su principal aliado en la región no pierda del todo su posición frente a Israel.