Al otro lado de la frontera, Hezbolá sigue lanzando cohetes, lo que ha llevado al gobierno israelí a evacuar a los habitantes de gran parte del norte. No es el caso del Golán ocupado, que no se ve afectado por las órdenes de evacuación. El 27 de julio, sin embargo, la pequeña ciudad drusa de Majdal Shams fue duramente golpeada. Un cohete atribuido por Israel a Hezbolá mató a 12 niños. A pesar del peligro, no hay voluntad de marcharse.
Con Nicolas Feldmann, enviado especial de RFI a Majdal Shams
Los cuatro retratos de la niña cubren casi toda la pared del salón de la familia Saffadi. La vida de Veines, de 11 años, fue truncada por un cohete el 27 de julio.
“Oímos una gran explosión y enseguida supimos que venía del pueblo”, cuenta Adham, el padre de Veines. “Fui uno de los primeros en llegar al campo de fútbol. Cuando lo vi, lo supe enseguida. Había gritos por todas partes, niños heridos. Aquel día comenzó un enorme periodo de luto que continúa hasta hoy”, explica RFI.
En Majdal Shams, una pequeña ciudad drusa en el extremo norte de los Altos del Golán ocupados, la inmensa mayoría de la población rechaza la nacionalidad israelí. La ciudad, situada en la ladera de una montaña, está encajonada entre Líbano y Siria, muy cerca de una base militar israelí y al alcance de los cohetes de Hezbolá.
“Somos drusos. La tierra es sagrada”
En su teléfono, Adham recibe mensajes de las autoridades. Ese día, su región estaba en alerta naranja. “Hasta el 27 de julio me sentía seguro, pero ya no es así”, continúa. “Nos sentimos en un peligro terrible. No nos han pedido que evacuemos, pero, aunque lo hicieran, sería imposible. Somos drusos. La tierra es sagrada para nosotros. Esta es nuestra tierra, y nos digan lo que nos digan, nos quedaremos aquí”, insiste.
A pesar de esta tragedia, Adham Saffadi no busca responsables ni venganza. Quiere creer en la paz.
Un poco más arriba, en el cielo, pasan aviones israelíes en dirección al norte.