El presidente Gustavo Petro y alias ‘Iván Mordisco’, cabecilla de las disidencias de las Farc ‘Estado Mayor Central’ (Emc) parecen ya enemigos jurados. Al comenzar su periodo, el jefe de Estado anunció que se metería al cañón del Micay, y hace un año ordenó la Operación Trueno en esa región, sin mayores logros. Después de que el mandatario le ofreciera posibilidades de diálogo en el marco de su iniciativa de “paz total”, el grupo armado agudizó su actividad criminal creciendo y expandiéndose, especialmente en el Cauca. En marzo de este año, Petro dijo que ‘Mordisco’ es un simple narcotraficante y le declaró la guerra.
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Ante el asesinato de líderes indígenas en el Cauca, el presidente ordenó suspender el cese al fuego con el Emc y lanzó una feroz dentellada contra alias ‘Iván Mordisco’: “Ahora está asesinado al pueblo, y habla de revolución. ¡Qué revolución ni qué carajo! Diga la verdad. Deje de usar la memoria de Manuel Marulanda Vélez [alias ‘Tirofijo’, fundador y jefe durante muchos años de las Farc], que por lo menos se atrevió a hacer una revolución de verdad”, dijo el mandatario. “Es un traqueto vestido de revolucionario”, añadió Petro al jefe de la estructura armada, y también aseguró que de “chofer” de las Farc pasó a cabecilla.
El sábado pasado, cuando comenzó la Operación Perseo, lanzada por las Fuerzas Armadas para recuperar el corregimiento de El Plateado, en Argelia (Cauca), en donde están enquistadas, usando a la población civil como membrana protectora, diferentes estructuras del Emc, principalmente la ‘Carlos Patiño’, el presidente Petro anunció que iría a ese lugar. Él mismo, como lo hace con frecuencia por su impulsividad en redes sociales, se impuso un punto muy alto. El país creyó que, por primera vez, el jefe de Estado le iba a plantar cara al jefe delincuencial en el mismo territorio donde campea e intimida a la población a sus anchas.
Después le bajó el tono a esa visita al Cauca, primero diciendo que presentaba un cuadro gripal (pese al cual sí pudo ir a Cartagena, en todo caso, una ciudad más segura que el corregimiento de El Plateado) y luego reconociendo que las condiciones de seguridad no se lo permitirían. Posteriormente mandó una avanzada de seis ministros y otros altos funcionarios de su Gobierno para que establecieran contacto directo con la comunidad, conocieran de primera mano sus reclamos y necesidades y les mostraran la oferta institucional.
El hecho consiguió uno de los efectos que buscaba, pero desencadenó otras consecuencias inesperadas porque produjo mensajes que la sociedad no demoró en interpretar de diferentes maneras negativas. El principal efecto buscado fue demostrar que la situación estaba tan controlada por parte de las fuerzas del Estado que un grupo de representantes gubernamentales pudo llegar hasta El Plateado a ocuparse de manera directa de la comunidad. Lo consiguieron, pero la forma en que lo hicieron derivó en otras lecturas que se le devolvieron al Gobierno en forma de críticas.
Ver a los funcionarios con cascos de guerra y chalecos blindados mostró que las condiciones de seguridad aún son muy complejas, es decir que ese territorio está lejos de haberse consolidado. Y el hecho de que algunos de ellos se hubieran tomado fotos sonrientes (era lo que correspondía, como mandan los cánones de la comunicación política) fue entendido por muchos como un acto de ligereza que no se compadecía con la grave situación que viven los más de 8.000 habitantes de ese corregimiento, así como buena parte de los municipios del Cauca. Algunos miembros de la comunidad también entendieron como un acto hostil que funcionarios civiles se presentaran ataviados como militares.
Gustavo Petro debe considerar su seguridad
Si las condiciones de seguridad siguen igual, como parece que ocurrirá, pues mientras se daba un parte de victoria por el copamiento de las Fuerzas Militares al casco urbano de El Plateado, otras estructuras de esas disidencias hostigaban los municipios de Corinto, Suárez y Toribío, es improbable que el presidente Petro llegue a El Plateado. Es la guerra de guerrillas —y eso lo sabe muy bien el jefe de Estado—, cuya principal táctica es atacar como avispas. Así es el cañón del río Micay, convertido en la boca de ese lobo que es alias ‘Iván Mordisco’ a la que no se mete todo el mundo, salvo, ahora, el Ejército armado hasta los dientes.
A ese avispero dijo el mandatario que iría. Este lunes festivo, la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), Laura Sarabia, dijo en Noticias Caracol que “la instrucción del presidente es hacer una visita con todo el gabinete ministerial, y eso se dará en los próximos días con toda la construcción de lo que será la Misión Cauca. Hoy [este lunes] estaremos en consejo de ministros”. Y preguntada sobre si de ese consejo de ministros saldría la fecha de la visita del presidente a El Plateado, Sarabia respondió: “Así es”. Este martes todavía no se había confirmado la visita del mandatario, y en una entrevista con otro medio Sarabia dijo: “Será en los próximos días”.
Si el presidente Petro lo hace en el corto plazo, con seguridad también deberá usar casco de guerra y chaleco blindado del Ejército. Pero no dejaría de ser preocupante por el altísimo riesgo y el grado de vulnerabilidad que debe estar evaluando con mucho cuidado su equipo de seguridad. Es peligroso para la institucionalidad del país, de la cual es pieza clave la figura del presidente, efectuar una visita del jefe de Estado animada por una mezcla de impulso que puede rayar en el populismo retador con un gesto válido de soberanía y autoridad.
Quizá deba esperar a que termine la campaña militar que, como lo ha explicado el senador Ariel Ávila, experto en temas de orden público, no termina con la consolidación de la fuerza pública en el convulso corregimiento de El Plateado, sino que debe continuar con la recuperación de los corregimientos de San Juan de Mechengue y Sinaí, donde están replegados la otra disidencia de las Farc ‘Segunda Marquetalia’, el Eln y un grupo de narcos que se hacen llamar ‘los Pocillos’
De hecho, cada vez que las tropas atacan a la ‘Carlos Patiño’, otras estructuras de esa misma disidencia de las Farc de alias ‘Iván Mordisco’, como la ‘Jaime Martínez’, la ‘Dagoberto Ramos’ y la ‘Franco Benavídez’, que también delinquen en la región, lanzan ataques en otros municipios del Cauca y Nariño para que las el Ejército disminuya la presión en El Plateado, donde está el poder económico de esa organización y en donde la ‘Carlos Patiño’ también se enfrenta con la ‘José María Becerra’ del Eln y la ‘Diomer Cortés’ de la ‘Segunda Marquetalia’.
Lo otro es que en el indefinido plazo que dio Sarabia (“los próximos días”) también tendrá lugar la COP16 (21 de octubre a primero de noviembre) en Cali (a 320 km de Argelia [Cauca] o un poco más de nueve horas en carro), también amenazada por alias ‘Iván Mordisco’. El presidente podría hacer, como reza el adagio popular, una vida y dos mandados. Los dos sitios representan hoy las dos caras de la misma moneda que es el Gobierno del presidente Petro: por un lado, el Cauca, símbolo de la peor crisis de su idea de “paz total”, pues lo que hay es una guerra total, y a poco más de 300 km, en la capital del Valle, su interés medioambiental plasmado en una atmósfera feérica de colores azul y verde.