Poco antes de entrar al recinto de sesiones para la posesión oficial, el pasado 2 de enero, 15 de los 21 concejales de Medellín que empezaban el periodo 2024-2027 posaron para una foto. Eran, dijeron varias fuentes entonces, los que conformaban la coalición oficial de gobierno: siete de Creemos, cinco del Centro Democrático, dos del Conservador y una de la ASI. No quedaron los dos de Independientes ni el del Pacto, declarados en oposición; ni el Verde, declarado en independencia; ni el Liberal ni el de la coalición Mira, La U, Cambio Radical.
Los dos últimos, Farley Macías y Miguel Ángel Iguarán, no fueron incluidos, pese a que expresaron intención ser de la coalición de gobierno de Federico Gutiérrez, porque no generaban la suficiente confianza por relaciones políticas previas, según fuentes que pidieron reserva. “El escenario en el cual entre todos nos sentimos cómodos para la tarea de avanzar es un escenario de 15”, sostuvo en su momento a EL COLOMBIANO el presidente del Concejo, Andrés Tobón.
Desde entonces, la coalición no solo se ha mantenido, sino que se ha robustecido y ganó un peso adicional la semana pasada con la posesión de Camila Gaviria en la bancada Creemos, que entró a ocupar la curul de Juan Carlos Upegui, de Independientes, quien tuvo que dejarla luego de que el Consejo de Estado ratificara el fallo de nulidad a su elección por inhabilidad.
Concejo queda con un opositor
Upegui no tuvo un papel sobresaliente en el concejo. En especial, se dedicó a defender al exalcalde Daniel Quintero, su exjefe y pariente, en medio de las denuncias por presunta corrupción en su paso por la alcaldía. Pero era uno de los casi inexistentes opositores de este periodo. En principio, a Upegui lo acompañaban en el contrapeso su compañero de bancada Carlos Gutiérrez y José Luis Marín, del Pacto Histórico. El idilio opositor no duró nada. Pronto, Gutiérrez asumió una postura de favorabilidad a la administración, pese a su aval por el movimiento de Quintero.
Casi 10 meses después, con la salida de Upegui, Independientes parece no solo haber perdido la personería jurídica por decisión del Consejo de Estado en mayo pasado, sino también su representación política en el recinto. Y con la llegada de Gaviria, el Concejo de Medellín quedó con Marín como único opositor, quien ha sostenido un rol crítico a la gestión del gobierno actual, pero que también asumió las banderas de defensa del presidente Gustavo Petro, lo que aumenta tensiones y peleas.
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El papel de Alejandro Arias, del Partido Verde y exfuncionario de Quintero, tampoco ha sido contundente ni para un lado ni para el otro. En estos meses, en el Concejo ha persistido el retrovisor a los graves problemas que dejó la anterior administración. La discusión de grandes debates, como la aprobación del presupuesto, vigencias futuras o la venta de las acciones de UNE, pero también de otros menos mediáticos, ha contado con beneplácito mayoritario de los concejales, con excepciones que varían según las banderas de cada uno.
Pero desde hace tiempo ya, vienen creciendo cuestionamientos de distintos sectores sobre si su rol ha sido tímido e insuficiente en el control político. Algunas voces que lo han hecho fueron férreos opositores de Quintero y destaparon algunos escándalos que rodearon su gobierno. Uno de ellos es el diputado Luis Peláez, quien opina que aunque no se puede perdonar el pasado de presunta corrupción en los cuatro años pasados, es necesario empezar a poner la lupa, a escudriñar la contratación, los avances en indicadores y la forma de administrar la plata púbica en aras de la transparencia, papel que cree que este concejo no ha hecho.
En redes sociales han pedido a los corporados pasar de hacer alertas y pronunciamientos ante los problemas de ciudad, independiente de que sean herencia de Quintero, a una revisión de cómo la actual administración los está atendiendo, cómo invierte los recursos para eso y cómo impacta a las comunidades según el plan de desarrollo vigente.
Desde otros frentes, y es la postura de varios concejales, ven positivo el trabajo articulado entre alcaldía y concejo, porque creen que se trata de remar hacia el mismo lado para sacar adelante proyectos y programas que mejoren la calidad de vida y garanticen los derechos de los habitantes, y porque recalcan que recibieron una ciudad caótica, con programas desbaratados y un retroceso de 10 años. “Una ciudad que hay que recuperar”.
Sin embargo, para Piedad Restrepo, vocera de la veeduría Todos por Medellín, a este concejo “le ha faltado mayor altura en el debate público” porque se ha quedado más en la confrontación que en el debate técnico y riguroso. Asimismo, recordó que la naturaleza de este escenario es de contrapeso, por lo cual los concejales son elegidos por los ciudadanos para hacer un juicioso control político al gobernante de turno.
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“Si los concejales de la coalición no hacen control político serio, la ciudad va a perder una oportunidad de debatir con profundidad los problemas estructurales y la forma de resolverlos desde la gestión pública, porque con una sola persona haciendo control de oposición será muy difícil que su voz sea tenida en cuenta”, expresó Restrepo.
Agregó que es igual de necesario el control social, por lo cual la veeduría, que también ha recibido críticas porque vieron su papel de control más fuerte en la pasada administración, avanza en el seguimiento a proyectos estratégicos planteados en el plan de desarrollo, con un ejercicio de transparencia y lucha anticorrupción, que en principio tendrá una muestra de ocho entidades del conglomerado cuyos resultados presentarán en el primer semestre de 2025.
En todo caso, la fuerza de la coalición de gobierno actual puede resumirse en la posesión de Gaviria, el jueves pasado, cuando estuvieron el alcalde, miembros de su gabinete y diputados de Creemos, que aunque perdió la personería jurídica, consolida un equipo político robusto en el concejo con la mayoría de curules, algunas ocupadas por exfuncionarios de la primera administración de Federico Gutiérrez.
Tobón calificó la llegada de Gaviria como un triunfo porque reemplaza a Upegui, que encarnaba un gobierno que carga hasta con investigaciones penales. Gaviria recordó que sus banderas son la niñez, las familias y Buen Comienzo, programa del que fue directora en la primera alcaldía de Gutiérrez. En el recinto agradeció al alcalde el voto de confianza y a la primera dama Margarita Gómez, quien tiene una fuerte apuesta por mejorar la vida de familias y niños.
“Lo que significa el día de hoy ver sentada a Camila ya en su curul lo resumiría basicamente en tres palabras: se hizo justicia”, dijo por su lado el alcalde y manifestó que las mayorías no pueden pisotear ni imponer ideas e invitó a la discusión.
Quedan solo dos meses del primer año del actual periodo y se avecina la siempre polémica temporada de elección de la nueva mesa directiva. El reto es que los tres años que quedan se den esas discusiones de las que habla el alcalde, con seriedad, rigor técnico y transparencia.