Las paredes de la habitación están dominadas por enormes osos, trineos y un paisaje de color azul intenso. Y en su interior, el aire acondicionado sopla tan fuerte, que quien se hospede en ella entiende por qué la llaman ‘Polar’ y es una de las favoritas de los clientes de Kissme, un tradicional motel de Cali, que ha causado sensación durante la COP16 por quienes asisten para cubrir esta cumbre del medio ambiente. “Yo creo que les gustan nuestras habitaciones porque son biodiversas, mire todos esos animales. En otras habitaciones les tenemos guacamayas y monos, como en la propia selva que ellos quieren salvar”. Quien lo cuenta en SEMANA es Humberto Villegas, el dueño de este motel, dotado con 185 habitaciones, cada una de una temática distinta, y cuyo precio no sobrepasa los 60 mil pesos por noche o los “40 mil el ratico”, como explica este caleño.Es que la gran cantidad de gente que llegó a Cali para seguir los pasos de la COP16, en las dos últimas semanas, colapsó el servicio hotelero de la capital del Valle del Cauca. Por lo que muchos moteles se convirtieron en hospedaje de emergencia para miles de delegados de distintos países, científicos y hasta periodistas. Este martes, el diario The Guardian, uno de los más tradicionales de Reino Unido, rescató precisamente la historia de Robert Baluku, uno de los delegados de Uganda, un lejano país de África oriental que hace presencia en esta cumbre de biodiversidad de la ONU, y quien sin más opciones para alojarse por estos días tuvo que quedarse en el motel Deseos, ubicado en el sector de Menga, que se caracteriza por la alta presencia de moteles y discotecas, y que une a Cali con el vecino municipio de Yumbo.Baluku, quien trabaja para el Instituto de Vida Silvestre de Uganda, se mostró sorprendido al encontrarse la habitación de este motel un espejo sobre el techo y cama de forma circular. “No sé el motivo de eso”, le contó el funcionario a The Guardian, aunque reconoció que le parecía “muy divertido” verse a sí mismo mientras se quedaba dormido.Como Baluku, centenares de extranjeros han tenido que acudir a los moteles y dormir en medio de ‘máquinas del amor’, columpios sexuales, paredes rojas y espejos, muchos espejos, decoración que suele caracterizar a estos establecimientos, diseñados para amantes de todos los estilos, y no precisamente para defensores de la naturaleza.Es que Cali es la ciudad con más moteles de Colombia, de acuerdo con la Cámara de Comercio de la ciudad.Y pese a que no funcionan precisamente como hospedaje para turistas, Diana Echeverry, gerente del Motel Deseos explica en SEMANA que, en su caso, la solicitud de prestar este servicio les llegó a través de la alcaldía de Yumbo, donde se levanta el Centro de Eventos Valle del Pacífico, escenario de la llamada Zona Azul, donde se desarrolla la agenda académica más trascendental de la COP16 y las negociaciones de alto perfil de esta cumbre de Naciones Unidas.Por eso, Menga y sus moteles se convirtieron en un lugar estratégico para los asistentes a la cumbre de biodiversidad más importante del planeta. Lo supo a tiempo Echeverry, quien asegura que retiró de algunas habitaciones columpios del amor y puso en su lugar cobijas para los particulares ‘clientes’.Hasta ahora, de acuerdo con Óscar Guzmán, presidente ejecutivo de Cotelco Valle del Cauca, la cumbre generará un impacto económico de alrededor de 14,3 millones de dólares al sector de alojamiento.Sin embargo, no todos pudieron aprovechar la bonanza. La denuncia la hace Ricardo Giraldo, vocero de Asoamar, gremio que representa a los moteles de Cali. De cerca que 200 que hay en la ciudad, ellos agrupan unos 70. “Lo ideal es que todos hubiéramos podido aprovechar este buen momento que vive Cali con tanta llegada de turistas. Porque pese a que el gremio motelero tuvo reuniones con Cotelco, con la alcaldía y la Gobernación, al final no fuimos tenidos en cuenta de forma oficial”, relata Giraldo en SEMANA.Y cuenta que en estas dos últimas semanas, los precios de hospedaje se han disparado de forma exorbitante: “conocí de apartaestudios que pasaron de costar $150.000 el día a $700.000 o turistas a los que les estaban cobrando hasta 250 dólares por noche y ellos no fueron bobos, no se dejaron tumbar de esa manera. Una vergüenza. Y no pensaron en nosotros, los moteles, que somos más de 200, algunos hasta con 15 habitaciones disponibles”.Lejos de las críticas, el dueño de Kissme piensa que esta fue una buena oportunidad para mostrar que “los caleños somos creativos a la hora de amar. ¿Cuál de esos europeos ha podido quedarse antes en una habitación con temática salvaje o en una habitación tipo ‘Sombras de Grey’, para que lo amarren con grilletes a una cama. Uff, eso es lo más biodiverso que hayan visto”, asegura don Humberto.