Por su participación en una organización criminal dedicada al tráfico de fauna silvestre, fue condenado el pescador Darwin Carmelo López Cottes a dos años y nueve meses de cárcel.
La Fiscalía informó este miércoles que el sentenciado trabajó para la red ilegal “Arpía”, para la cual fungía como proveedor de partes de jaguares, águilas arpía, guacamayas, cerdos de monte y otras especies de la selva colombiana.
Los cazadores le llevaban estas piezas (especialmente garras, colmillos, cráneos y plumas) a Puerto Leguízamo, y desde allí los enviaba por encomiendas a los otros miembros de la banda en Bogotá.
“El hombre aceptó mediante preacuerdo los delitos de tráfico de fauna y concierto para delinquir. En ese sentido, fue condenado por un juez de conocimiento a dos años y nueve meses de prisión, y al pago de una multa equivalente a 150 salarios mínimos mensuales legales vigentes”, reportó el ente acusador en un comunicado.
Añadió que “las investigaciones lideradas por la Fiscalía permitieron identificar 10 eventos en los que ‘Arpía’ vendió como artesanías partes de especies silvestres, que habían sido extraídas de su hábitat natural”.
López Cottes es el tercer condenado de esta organización clandestina. Los otros son Diego Fernando Mora Obando, quien administraba un taller de artesanías fachada en Bogotá, desde el cual coordinaba el tráfico de especies a Estados Unidos y Europa; y Vivian Vanessa García Rivero, la encargada de buscar la clientela en las redes sociales.
Para conocer detalles de cómo operaba “Arpía”, puede leer este reportaje de EL COLOMBIANO: Cacería judicial golpeó red de tráfico de fauna en Colombia.