Ya son 217 las personas que han muerto en España por cuenta del fenómeno meteorológico conocido como depresión aislada en niveles altos (dana), que generó cientos de inundaciones y una verdadera tragedia en la región de Valencia, que todavía continúa en máxima alerta por lo que pueda ocurrir en medio de las labores de rescate.Daniel Baliz es un colombiano que vivió el aterrador momento en el que las calles se llenaron de agua y arrasaron con todo a su paso. En diálogo con SEMANA, el hombre contó la angustia que sintió y la forma impresionante en la que se salvó: tuvo que subirse a un árbol mientras que la situación se calmaba; desde allí, se despidió de sus familiares y pensó que serían sus últimos minutos de vida. Ahora, se dedica a ayudar a los afectados.En el momento de la tormenta, él se encontraba en el municipio de Ribarroja de Turia, donde estaba esperando a que llegara un compañero suyo para poder ir a la casa. Pocos minutos después, esta persona se comunicó con él y le indicó que no lo dejaban pasar, el agua comenzó a subir y la furgoneta en la que se encontraba se llenó de líquido, se vio obligado a irse a la parte de arriba y, justo ahí, la corriente la arrastró hasta pegar en un árbol, que se convertiría en el salvador.“Me agarro del árbol y, de inmediato, la furgoneta se fue para otro lado. Ahí logro subir con ayuda de los pies. La sentí un poco cruda porque pensé que no sería capaz de subirme. Me asusté bastante porque el agua comenzó a subir y había mucha oscuridad”, señaló.La angustia se apoderó de él, comenzó a gritar para pedir ayuda, un llamado que fue escuchado por otra persona que, al igual que él, se encontraba atrapado en el sitio y no podía moverse. Afortunadamente, lograron intercambiar números y se pudieron comunicar mientras que la señal se iba debilitando más y más.Daniel duró trepado, según cuenta, desde las 6:00 de la tarde como hasta las 11:00 de la noche, un tiempo que se pasó muy largo y en el que diferentes pensamientos inundaron su cabeza. En un momento, pensando que todo llegaría a su final, sacó valentía y decidió llamar a su familia para despedirse de ella.“Los tráilers se comenzaron a mover y pensé que se caería el árbol, momento en el que me asusté y aproveché que tenía señal para llamar a mi familia y despedirme. Les dije: ‘Discúlpenme y cuídense mucho’. Ellos me preguntaron que qué había pasado, y yo les dije: ‘Todavía nada porque no me he muerto, pero ya me despedí’”, comentó a SEMANA.Las horas pasaron en medio del miedo que se apoderaba de él, escuchaba alarmas, pero no veía absolutamente nada. Daniel utilizó todas sus fuerzas para mantenerse agarrado al árbol, hubo un pequeño detalle que recordó durante el aterrador momento y que lo llenó de más fuerzas: su hijo cumplía años al día siguiente, por lo que quería volver a hablar con él. “Yo decía que cómo le iba a dar de cumpleaños a mi hijo la muerte del papá”, contó.Gracias a los relámpagos, lograba ver de vez en cuando el panorama que estaba ante sus ojos, pero todo era prácticamente devastación por la fuerza que tenía el agua. Tras más de cinco horas, finalmente escuchó que algunas personas comenzaron a llegar al sitio y le aseguraron que el agua ya estaba bajando, todo estaba un poco más tranquilo. Por ello, se bajó del árbol, se armó de valor y comenzó a pasar para encontrarse con algunos de sus compañeros. “Me tocó irme en la oscuridad”, recordó.Fueron muchas horas caminando para llegar hasta la ciudad de Valencia, un recorrido en el que estuvo durante mucho tiempo en shock y recordando todo lo que había tenido que hacer para no quedar dentro del agua.“Yo estaba en un shock. Cuando ya llegamos al carro de la novia de mi amigo, me senté en la silla y sentí que se me caía un peso encima del cuerpo. Me repetía una y otra vez que estaba bien y vivo”, relató. Tras llegar a su casa, simplemente se bañó, se cambió de ropa y se acostó en la cama, el cuerpo lo tenía muy cansado y no lograba salir de la impresión.Tras varias horas de descanso, al día siguiente decidió levantarse para buscar la manera en la que podía ayudar a los miles de afectados por la tragedia. Escribió a algunos grupos que, con ayuda de sus bicicletas, se dieron a la tarea de llevar comida, elementos de aseo, agua, entre otros objetos, a las personas que, lastimosamente, perdieron todo por culpa de la dana.Baliz, tal y como le inculcó su familia desde muy pequeño, ahora está ayudando a los miles de damnificados. Junto a otras personas, algunos de ellos colombianos, recorren varios kilómetros en bicicletas para poder ir hasta los pueblos más afectados, una tarea que desgasta físicamente, pero con la que recarga el corazón y agradece a la vida poder estar hoy en día contando su historia.“Hay muchas zonas en las que no se pueden entrar carros. Cientos de personas salieron a la calle con sus bicicletas para ayudar, hay hasta eléctricas que se pueden dañar con el agua, pero eso no importa porque lo que se quiere es ayudar”, comentó.Daniel aseguró que, hasta el momento, no ha encontrado ninguna forma de hablar con el Gobierno colombiano para pedir ayuda para él y los demás colombianos que también tuvieron que vivir esta tragedia, que genera luto en todo el mundo. “Estoy pidiendo la ayuda del Gobierno para que por lo menos abra un canal en el que nos podamos comunicar”, señaló.“He tratado de que haya un canal de comunicación, un punto de información para que las personas se puedan comunicar con sus familiares”, recalcó.Pese a que solamente cuenta en su bolsillo con el dinero para pagar el arriendo de este mes, eso no le importa si puede seguir ayudando a los damnificados. “Acá sigo colaborando en donde puedan necesitarme. El agua se me llevó la furgoneta y hoy en día no tengo trabajo, pero no le veo el problema a eso porque lo importante es que estoy vivo y puedo ayudar a quien lo necesite”, finalizó.