Lo normal es que cuando alguien va a levantar un edificio primero elabora los planos y hace los cálculos de cómo debe construir, luego viene el cemento y la arena; pero en La Pintada ocurrió lo contrario con la sede de gobierno que se inició hace ocho años y todavía no la terminan: como quienes lo construyeron desobedecieron lo que estaba plasmado en el papel, ahora resulta que les tocará hacer estudios y plantear de nuevo los diseños de acuerdo con lo que ya hay.
Esto ha acarreado sobrecostos y es seguro que los habrá aún más, aparte de las incomodidades que deberán seguir padeciendo los funcionarios que llevan varios años en un campamento de obra improvisado como sede de la Alcaldía. “Los planos o diseños arquitectónicos que encontramos no coinciden con lo construido, por lo cual se tuvo que iniciar una nueva etapa de formulación de planos arquitectónicos para adaptarlos a lo real”, explicó el alcalde, Herman Correa.
Aun no es claro si solo se trata de asuntos cosméticos o si está comprometida la resistencia de la edificación y por eso la administración local contrató unos estudios de patología especializados que le costarán por lo menos 180 millones de pesos.
Según el mandatario y el secretario de Planeación e Infraestructura, Carlos Romero, el edificio está formado con un sistema estructural monolítico con columnas, vigas y viguetas, pero resulta que el espesor de estas partes es irregular, siendo unas más gruesas que otras; algunas vigas inician midiendo 18 centímetros de grosor y acaban en hasta cinco centímetros en el extremo contrario.
Pero ahí no para todo. Resulta que las losas las vaciaron utilizando casetones recuperables hechos con icopor y madera, solo que al parecer los moldes se les estallaron por la presión del material y eso ocasionó que en unas partes quedaran barrigas de concreto y viguetas con curvas, cuando deberían ser lisas. La superficie es tan irregular que a simple vista se aprecian trechos con parte de la malla electrosoldada al aire.
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Correa añadió que el desperfecto se podría tapar a punta de revoque o cielorraso, pero la duda recae en si esa falencia afecta la función para la que sirve ese tipo de esqueleto metálico, y si realmente le da solidez al piso y aporta sismorresistencia.
En el sitio web de una marca grande de cementos ilustran que mientras el concreto lo utilizan normalmente los constructores para estructuras sólidas, el mortero se aplica para nivelar pisos, rellenar espacios, adherir muros, ladrillos y bloques, y para el revestimiento de paredes. Pues acá estas capas en los pisos carecen de nivel, así que unos empiezan con cinco centímetros de espesor y terminan hasta en 15; la consecuencia es la concentración de aguas lluvias y en algunas partes con filtraciones al nivel inferior.
También hay diferencias entre lo que es una viga y una vigueta, pues mientras que la primera suele ser un soporte principal que atraviesa el ancho de la estructura para soportar cargas pesadas, la segunda es más liviana y se usa en sistemas de entrepisos, techos y ventanas con el ánimo de optimizar la distribución del peso. Sin embargo, en este caso también ocurren inconsistencias porque mientras que hay viguetas de 5 centímetros, otras son de 10 y algunas hasta de 18 de gruesas.
Un asunto que deben tener en cuenta ingenieros y arquitectos es que los edificios de clima cálido -como en La Pintada, asentada a orillas del río Cauca- es que la distancia entre el piso y el techo debe estar entre los 2,80 metros y 3 metros. Resulta que en este caso son apenas 2,20 metros y se reducirían todavía más cuando instalen la tubería donde deben ir los tubos para las aguas negras y aguas lluvias de los pisos superiores.
Ello implica que si no se quiere agravar el problema habría que hacer maromas y hasta demoler parte del piso, según el ingeniero Romero. Y así las cosas ni pensar en poner un cielorraso para ocultar las imperfecciones antes descritas.
“Ya hay que empezar a jugársela uno con las alturas, mirar por dónde tirar las tuberías, buscar instalar buitrones y no perder más altura”, apuntó el profesional Romero.
Sería, para completar, un edificio no apto para quienes midan más de 1,80 metros. La administración de los espacios también les ha dejado muchas dudas a los ingenieros. Por ejemplo, en los planos figuran un número diferente de muros divisorios de los que existen en realidad.
“Había 15 cajeros automáticos; que no se ven ni en un centro comercial de Medellín. Eso es mala planificación, porque ¿cómo vamos a hacer todo esto?, ni que esta fuera una ciudad”, añade el alcalde Correa.
Quien ascienda a los pisos superiores constatará además que las escalas son irregulares, siendo unas de una altura y otras de menor dimensión. Y se advierten barreras de accesibilidad inconcebibles en una edificación pública del siglo XXI, pues entre piso y piso no existen rampas ni dejaron foso para ascensor, pese a que son cuatro pisos más una terraza.
Eso significa que como la oficina del alcalde queda en el último piso, si llega una persona con problemas de movilidad a verlo, a él es al que le tocaría bajar porque no habría forma digna en que este usuario suba.
Los análisis de patología estructural los financió la Alcaldía ya que hoy no hay quien responda, pues el Municipio ya hizo cumplir las pólizas, cuando dieron por inconcluso el contrato de construcción.
En más o menos un mes estarían los resultados. Con base en ese veredicto, el camino señalado es hacer los nuevos diseños y el presupuesto actualizado para terminar la sede gubernamental. No obstante, en el Plan de Desarrollo el alcalde Correa incluyó un rubro de $1.000 millones de regalías con ese propósito y la propuesta es buscar que la Gobernación cofinancie cerca de $4.000 millones más para finiquitar los trabajos antes de que concluya la actual alcaldía. La cantidad es casi el doble de lo que ya se gastaron.
El palacio municipal de La Pintada lo comenzaron a construir en 2016 a bordo de la troncal que lleva al occidente del país y el Eje Cafetero.
El costo lo calcularon en $3.248 millones; no obstante, lo pararon y la alcaldía anterior cobró pólizas por más de $800 millones que habría gastado en obras cosméticas para el mismo edificio, que luce desvencijado.
El caso ha sido objeto de demandas ante la justicia y organismos de control pero aún no hay ningún fallo. EL COLOMBIANO trató de comunicarse con la firma Publiobras, que según el alcalde Correa fue la que acometió los trabajos, para conocer su versión, pero no contestaron.