Aunque Latinoamérica no ha sido prioridad en la campaña para las elecciones del próximo martes, 5 de noviembre, en Estados Unidos la victoria de Donald Trump o la de Kamala Harris podría tener dramáticas repercusiones para una región de la que salen miles de migrantes hacia el país del norte.Los dos candidatos han prometido endurecer las medidas contra la inmigración, uno de los principales problemas para los estadounidenses, independientemente de que voten demócrata o republicano, según las encuestas.Para los latinoamericanos que huyen de las consecuencias del cambio climático, la violencia, la pobreza o el colapso de la democracia en algunos países, Estados Unidos sigue representando el sueño de una vida mejor, si no para ellos, para sus hijos.Un sueño que Donald Trump ha prometido cortar en seco. Ganó las elecciones de 2016 con el foco en la inmigración y espera hacer otro tanto la semana próxima. Estados Unidos se ha convertido en el “cubo de basura del mundo”, repite.Mayor deportación de la historiaEl republicano ha prometido cerrar fronteras, poner fin a los programas de acogida como el Estatus de Protección Temporal (TPS), que en los dos últimos años han beneficiado a miles de venezolanos, haitianos, nicaragüenses y cubanos, acabar con la ciudadanía por nacimiento, y emprender el “mayor esfuerzo de deportación en la historia de Estados Unidos”, con ayuda del ejército estadounidense, la Guardia Nacional o una nueva fuerza de deportación.“No está claro en la escala que se produciría, pero incluso si es la mitad o un tercio de lo prometido, tendría repercusiones dramáticas en las economías de América Latina y en las relaciones de Estados Unidos en la región”, dice Benjamin Gedan, director del programa para América Latina del Wilson Center, con sede en Washington.“La región no está bien posicionada para resistir ese tipo de sacudida económica”, agrega.Sobre todo, América Central, donde las remesas suponen más del 30 % del PIB para países como El Salvador y Nicaragua, aunque el mayor receptor mundial es México, con cerca del 3,5 % del PIB, según un reciente informe de la agencia de calificación Fitch Ratings.Una campaña de deportación como la que propone Trump, junto a otras políticas de proteccionismo económico, como la imposición de aranceles -ha llegado a hablar de hasta 200 % para los coches- para favorecer la producción nacional, podría causar “un declive en Estados Unidos, que tendría impacto en cascada” para sus socios comerciales en América Latina, agrega Gedan.México “no va a vender ni un solo” coche a Estados Unidos, amenazó, tras convertirse el año pasado en el principal socio comercial de Estados Unidos, por delante de China.Trump tiene una visión de las relaciones internacionales en las que piensa que “Estados Unidos no debería tener amigos, sino intereses”, dice a la AFP Eduardo Gamarra, académico de la Universidad Internacional de Florida.Reforzar la fronteraHarris, que desde la vicepresidencia de la administración de Joe Biden impulsó atacar las causas de la migración, ha prometido también medidas en la frontera.La candidata demócrata ha manifestado su intención de impulsar la ley bipartidista que contó con el apoyo de republicanos moderados en el Senado, pero que fracasó por la presión de Trump.El proyecto de ley pretendía reforzar las fronteras, resolver vacíos en el proceso de asilo, dar al presidente más autoridad para cerrar el paso cuando los cruces limítrofes sean altos y restringir el TPS, que permite a los inmigrantes su ingreso temporal a Estados Unidos.Los cruces fronterizos ilegales han alcanzado durante el gobierno Biden-Harris niveles récord, aunque han descendido en los últimos meses.Un promedio de 2 millones de migrantes ingresaron a Estados Unidos, principalmente a través de su frontera sur con México, entre 2021 y 2023, aunque sólo el año pasado 1,1 millón fueron deportados y hasta junio de este año otros 400.000 más, según datos de la organización USAFacts.La política antimigratoria sería “con Trump más rápida y con Harris más gradual”, dice a la AFP el también académico de la Universidad de Florida José Miguel Cruz.“Difícil disuasión”La situación de América Latina, tanto si le va bien como si le va mal, “repercute directa y rápidamente en Estados Unidos”, sostiene Gedan. “Cuando la región es próspera, tienes grandes socios económicos para Estados Unidos”.Pero la cantidad de gente que arriesga su vida para atravesar la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, en su ruta hacia Estados Unidos muestra “la desesperación de lugares como Venezuela, Ecuador, Haití y otras partes de la región”, dice Gedan.“Es difícil imaginar que cualquier tipo de política fronteriza en Estados Unidos pueda disuadir a la gente de huir de su tierra”, agrega el experto.Migrantes se reencontraron en frontera con MéxicoLa incertidumbre por la posible instauración de políticas migratorias más agresivas en Estados Unidos, de cara a las elecciones presidenciales, intensificó las emociones de familias de migrantes que se reencontraron este sábado en un evento humanitario en plena frontera con México.La reunión denominada “Abrazos, no muros”, que se realiza cada año desde 2016 en el límite entre la mexicana Ciudad Juárez y la estadounidense El Paso, consiste en juntar a personas que por falta de documentación no pueden salir de Estados Unidos para volver a verse con sus familias.La dinámica, organizada por la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR, sigla en inglés), los congrega justo sobre la línea divisoria entre México y Estados Unidos para abrazarse durante tres minutos.“Lo que nos preocupa es que se está prometiendo deportaciones aún más masivas (...). La separación de familias viene sucediendo desde ya hace tiempo, pero ahora se está prometiendo algo todavía más extremo”, dijo a AFP Fernando García, director de BNHR.“La mala política fronteriza la han diseñado ambos partidos, entonces nosotros le estamos apostando a que va a entrar la razón y la dignidad a la discusión política”, añadió García, mientras cientos de participantes se fundían en cálidos y emotivos abrazos.Un momento intenso de la jornada fue el encuentro de una mujer que trabaja en Estados Unidos y que vive separada de su hijo de unos 12 años.“¡Ay, mi hijo..! ¡Ay, perdóname, perdóname, chiquito, eres mi vida, eres mi corazón, perdóname!”, dijo casi gritando y llorando desesperadamente, mientras abrazaba, besaba y acariciaba al niño, quien la miraba tembloroso y emocionado.Para Mario Maturín, el reencuentro es con su hermano, a quien no veía desde que hace 22 años cruzó la frontera para conseguir un empleo mejor pagado.“Mucha emoción, tanto tiempo de no verlo, son sentimientos encontrados. Pues bendito Dios ya lo vimos y ya nos vamos felices”, dijo Maturín, de 44 años.*Con información de AFP