Para perder casi 30 kilos, Yang Chi’ao ha tenido que seguir una dieta estricta y hacer ejercicio a diario en uno de los campamentos para adelgazar que proliferan en China, un país donde más de la mitad de los adultos tiene sobrepeso.
En una sala de deportes llena de cintas para correr, esta joven china espera las órdenes del entrenador, al igual que unos sesenta de sus compañeros. Un gran cartel recuerda los objetivos de la clase: “¡Adelgaza! ¡Sé hermoso! Sé refinado!”
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Esta maestra de 23 años dejó su trabajo hace tres meses para inscribirse en este campamento para perder peso en las afueras de Chengdu (suroeste). Cuando llegó pesaba 114 kilos.
Este tipo de campamentos son cada vez más populares en la segunda economía mundial, donde las autoridades consideran la obesidad como “un importante problema de salud pública”.
Según un informe de 2020 de la Comisión Nacional de Salud (NHC), más del 50 % de la población sufre de sobrepeso o incluso de obesidad.
Los campamentos tampoco están exentos de polémica y el año pasado una influencer de 21 años murió cuando participaba en uno de ellos en el norte de China.
Entre otras actividades, en Chengdu se llevan a cabo caminatas rápidas, con los instructores vigilando a los participantes para que no se paren en puestos de comida.
“Seguro que habrá gente que querrá comprar comida a escondidas”, dice Yang Chi’ao, que avanza a buen ritmo en el circuito de diez kilómetros. “Hace uno o dos meses, podría haberme sentido muy cansada”, reconoce.
En el campamento, las reglas son estrictas y está prohibido salir entre lunes y sábado, excepto por “circunstancias especiales”.
“Nadie sale a escondidas porque la vigilancia está en todas partes y si te pillan te castigan”, dice Yang Chi’ao.
La Comisión Nacional de Salud (NHC) afirma que “la prevalencia de sobrepeso y obesidad en China ha seguido aumentando en los últimos años” y la considera el sexto factor de riesgo principal de muerte y discapacidad.
El fenómeno se debe en parte al aumento de los ingresos en China, que conlleva gastar más en alimentos, apunta Charles Poon, un médico del Hospital Raffles de Pekín. Además “los trabajos son cada vez más complicados (...) e implican mucho estrés”, asegura.
En julio, las autoridades lanzaron una campaña de tres años para reducir los alimentos ricos en sal, azúcar y grasas en los comedores escolares y fomentar la actividad física.
En Chengdu, la música estridente acompaña a los alumnos de una clase de boxeo. Su entrenadora, Chen Hang, grita instrucciones desde una plataforma.
“Si vinieron a un campamento para perder peso es porque fuera no pueden controlar su dieta (...) y no logran hacer ejercicio por su cuenta”, asegura la entrenadora.
Todos los días Yang Chi’ao publica videos en las redes sociales chinas Douyin y Xiaohongshu, equivalentes a TikTok e Instagram, para mantenerse motivada.
“Si no me levanto todos los días a grabar esos videos, no tendré ningún contenido para publicar y todos sabrán que me lo estoy tomando con calma”, dice la joven, que quiere quedarse en el campamento al menos hasta finales de marzo.
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