Este martes 5 de noviembre, los estadounidenses eligen a su próximo presidente; sin embargo, el resultado final y oficial no estará listo inmediatamente.
El conteo de votos en Estados Unidos es un proceso complejo que puede tomar semanas y no concluye definitivamente hasta enero del siguiente año. Esto se debe a varios factores que van desde el conteo hasta los procesos de verificación y certificación, los cuales son específicos para cada estado.
En Estados Unidos, cada estado define su propio método de conteo y tienen diferentes plazos para procesar los votos según sean presenciales o por correo. Las boletas por correo, que este año han sido más usadas que nunca, tienden a alargar el proceso porque requieren de una verificación de identidad antes de ser aceptadas. Estas boletas, además, deben cumplir con ciertos requisitos, como ser enviadas antes de las elecciones, aunque pueden recibirse días después en varios estados.
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Este sistema lleva a que el conteo inicial, llamado “resultado no oficial”, se reporte la noche de las elecciones. Sin embargo, como explica la Comisión de Asistencia Electoral de Estados Unidos (EAC), estos no son los resultados definitivos.
Estados clave como Pensilvania y Michigan, en elecciones pasadas, evidenciaron que el conteo de los votos por correo pueden extenderse hasta 48 horas o más después del cierre de urnas.
El sistema electoral estadounidense incluye, además, el voto del Colegio Electoral, que cuenta con 538 electores repartidos entre los estados y que finalmente define quién será el presidente.
Aunque los votantes eligen a su candidato el 5 de noviembre, el 18 de diciembre los electores del Colegio se reunirán en sus respectivos estados para emitir sus votos según los resultados populares de cada estado. Esos votos, aunque reflejan la voluntad popular, deben ser certificados por el Congreso el 6 de enero en una sesión oficial.
Aquí es cuando finalmente se declara el ganador oficial, con todos los votos revisados y aprobados. Si bien este proceso puede parecer largo, hace parte de las garantías de seguridad electoral de Estados Unidos, para evitar errores o irregularidades en un sistema tan diverso.
Entre el día de las elecciones y la certificación oficial, el proceso de conteo pasa por varias etapas de verificación. En algunos estados, las boletas de votación por correo se procesan solo después del día de las elecciones, cuando los funcionarios verifican las firmas y la identidad de los votantes.
A esto se le suma que, al menos 30 estados también tienen un proceso de “corrección” en el que los votantes que cometieron errores técnicos en sus votos, como firmas faltantes, pueden corregirlos en los días siguientes a la elección.
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La noche de las elecciones, las autoridades publican los resultados preliminares en los sitios web oficiales, y medios de comunicación reportan datos en tiempo real.
Sin embargo, estos resultados son solo parciales y no representan la conclusión del proceso electoral. Los resultados oficiales requieren un escrutinio exhaustivo en cada estado, revisando cada voto emitido y comparando registros.
Incluso después del 18 de diciembre, algunos estados aún llevan a cabo auditorías y recuentos para verificar que los sistemas de conteo automático sean exactos. Estos pasos de verificación adicionales, realizados hasta finales de diciembre, aseguran que el proceso es confiable.
Una vez que el Congreso certifique los resultados electorales el 6 de enero, el presidente electo tomará posesión el 20 de enero en una ceremonia oficial en el Capitolio.
El sistema estadounidense puede parecer complejo y demorado, pero estos pasos garantizan que el proceso sea transparente, justo y seguro. Aunque muchos esperan con ansias conocer los resultados de las elecciones el mismo día, la realidad es que un proceso tan detallado requiere de tiempo. Desde los ciudadanos que votan hasta los funcionarios que cuentan cada voto, el objetivo es claro: asegurar que la voluntad de los estadounidenses se vea reflejada sin margen de error.
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