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‘Misión La Guajira’ les devolvió la esperanza a las comunidades wayú
Vanesa Castro Salamanca
14 de noviembre 2024 , 12:00 a. m.
14 de noviembre 2024 , 12:00 a. m.
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‘Misión La Guajira’ les devolvió la esperanza a las comunidades wayú
El proyecto ya ha impactado a 4.000 personas, traducidas en cerca de 600 familias y 13 comunidades.
alejandro ramírez - periodista externo ace
“Mi comunidad fue una de las beneficiadas con los proyectos de agua potable, energía sostenible y seguridad alimentaria, gracias a Misión La Guajira y a varias organizaciones públicas y privadas, que se unieron con el fin de mejorar nuestro pueblo. Este tipo de estrategias están muy acorde a cada una de las necesidades que padecen muchas de las comunidades en el departamento y, por ejemplo, en seguridad alimentaria –aparte de ayudarnos– nos permite revitalizar nuestra cultura, ya que el programa incluye siembras que habíamos dejado de hacer”, manifiesta emocionada Katherin Martínez Brugez, líder de la comunidad KaiKashi.
Para ella, esta iniciativa les ha transformado la vida tanto a la comunidad wayú como a la que ella representa, porque ya pueden tener seguridad a la hora de beber agua, pues antes estaban expuestos a un líquido salobre, con alguna suciedad y mal olor.
“Esa preocupación ya no existe con la llegada de Misión La Guajira. Estas soluciones también nos han permitido unirnos con otras comunidades que, pese a estar cerca, no nos relacionábamos. Así como se ha dado la unión de esas organizaciones públicas y privadas, de la misma forma ha pasado entre nuestras comunidades, con el propósito de mejorar la calidad de vida de todos”, celebra Martínez.
Un sentimiento similar expresa Jorge Eliécer Cotes Aguilar, ingeniero civil de la comunidad Chispana y miembro del clan Pushaina, para quien esta iniciativa –a través de las soluciones vitales– significa para estas comunidades la esperanza de que no todo estaba perdido y de que sus habitantes sí existen para el interior del país y la empresa privada, de quienes tenían conceptos muy duros y distintos.
“Siempre los relacionábamos con que venían a explotar nuestros recursos y llevarse nuestras riquezas, pero esto es diferente. Esta unión de la empresa privada con la Presidencia de la República, en este caso, ha cambiado nuestro punto de vista. Ahora ellos vienen a traernos ayudas que podemos ver, ya que no llegaron con promesas sino con hechos, y además nos dieron la oportunidad de indicarles cómo se hacían las cosas en nuestro territorio. No vinieron a imponernos nada, nos consultaron y crearon una estrategia de concertación, respetando nuestros usos y costumbres”, destaca Cotes, quien coincide en afirmar que Misión La Guajira les cambió la vida.
Estos testimonios demuestran que el trabajo mancomunado entre los sectores público y privado puede alcanzar impactos de alta relevancia, que se traducen en beneficios para quienes más requieren de ayuda y, sin duda, esta estrategia –fruto de la alianza público-privada entre la Presidencia de la República, Grupo Aval y Promigas, y que también cuenta con el apoyo de Prisa Media, Claro Colombia y World Bicycle Relief– es un gran ejemplo de ello.
Así funciona Misión La Guajira
Misión La Guajira’ se ha comprometido con un enfoque participativo, respetando la cosmovisión y el conocimiento ancestral de las comunidades.
Archivo Particular
El proyecto, que fue anunciado en diciembre de 2023, tiene como objetivo fundamental encontrar soluciones estructurales en seguridad alimentaria, inclusión productiva, abastecimiento de agua y energía para las comunidades wayú de Manaure y Uribia, los municipios del departamento con mayor índice de mortalidad, pobreza, así como los de menor cobertura en materia de agua y energía.
“Misión La Guajira no solo lleva agua y electricidad a estas comunidades, también siembra esperanza y la posibilidad de construir una realidad diferente. Estamos orgullosos de liderar un proyecto que refleja nuestro compromiso de hacer grupo con La Guajira, con el Gobierno Nacional y con todo el país”, afirmó Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente de la Junta Directiva de Grupo Aval, quien el día de la entrega expresó su satisfacción, pues ve en esta iniciativa la realización de un sueño y de un objetivo.
Misión La Guajira no solo lleva agua y electricidad a estas comunidades, también siembra esperanza y la posibilidad de construir una realidad diferente.
“Este ha sido uno de los días más emocionantes de este año para mí, donde vi el agradecimiento de la gente y el compromiso de ellos para asegurar la sostenibilidad de las soluciones que les hemos entregado”, enfatizó Sarmiento.
Además, desde el inicio, ‘Misión La Guajira’ se ha comprometido con un enfoque participativo, respetando la cosmovisión y el conocimiento ancestral de las comunidades, donde la clave ha estado en la concertación: escuchar y entender a las comunidades, asegurando así que las soluciones realmente respondan a sus necesidades.
Igualmente, en Aval destacan de manera especial el papel que han desarrollado las mujeres en este proyecto, sobre todo las más jóvenes, quienes han emergido como líderes naturales y donde a lo largo del proceso muchas han descubierto habilidades únicas que las han convertido en guías para sus comunidades, lo cual deja un legado adicional como lo es el empoderamiento y la creación de nuevas oportunidades.
En comunidades que antes estaban divididas, el acceso al agua potable ha transformado la dinámica social. Hoy, el agua no solo es un recurso vital, sino un símbolo de unión. Las familias, que antes luchaban por acceder a este recurso, ahora lo comparten y ven en él una nueva oportunidad de vida. Esta transformación no es solo material, sino también espiritual, demostrando que el agua puede unir lo que antes estaba dividido.
Y es que el acceso al agua ha consistido en el lavado o la recuperación de 46 pozos existentes, en la perforación de dos nuevos pozos y en la instalación de tres plantas potabilizadoras con capacidad para desalinizar entre 15.000 y 20.000 litros diarios, con base en bombas energizadas por sistemas solares fotovoltaicos.
En tanto que el acceso a energía eléctrica ha cambiado radicalmente la vida cotidiana de estas comunidades, ya que la electricidad les permite refrigerar alimentos y mantener las huertas productivas y también les extiende el día para realizar actividades comunitarias y familiares.
Así mismo, la electricidad ha traído consigo el acceso a Internet, abriendo una ventana al mundo para los más jóvenes, mientras que los niños –por primera vez– se pueden atrever a soñar con un futuro diferente al de sus padres y abuelos. En la más reciente jornada, se hizo la entrega, en cinco comunidades, de soluciones de energía con paneles solares en infraestructura comunitaria como enramadas o escuelas, con lo cual también se logró la instalación de Internet.
“Hoy entregamos obras que reflejan el compromiso de Promigas de ofrecer medios para que más hogares transformen la energía en bienestar”, manifestó Juan Manuel Rojas, presidente de Promigas.
A esto se suman las soluciones que han ido entregando otras entidades como Claro Colombia, que aporta conectividad a las comunidades, World Bicycle Relief, con innovadoras bicicletas adaptadas para transportar agua y resistentes a las condiciones climáticas y a los suelos desérticos, y Grupo Argos, con el desarrollo de un proyecto de vivienda.
Van alrededor de 600 familias beneficiadas
Hoy, el agua no solo es un recurso vital, sino un símbolo de unión.
Archivo Particular
De acuerdo con María Camila Muñoz, gerente del proyecto Misión La Guajira, entre febrero y septiembre de 2024, esta iniciativa ha impactado con soluciones de agua, energía y seguridad alimentaria a 4.000 personas, traducidas en cerca de 600 familias y 13 comunidades.
Acerca de los diversos desafíos que implican la implementación de Misión La Guajira, la directiva explica que uno de ellos y el más gratificante, al tratarse de una región con tantas necesidades, es el relacionamiento con las comunidades.
“Poder sentarnos con los pobladores, meternos en su cosmovisión, en su día a día y entender que nada sacamos proponiendo soluciones desde un escritorio en Bogotá o Barranquilla, sino que estas se deben construir de la mano con ellos. El mayor reto ha sido comprender su realidad y, al mismo tiempo, el proceso de caracterización y georreferenciación de las comunidades (que se inició desde cero), que luego siguió con la socialización y concertación del proyecto, donde tuvimos los espacios para conocer sus necesidades y cuáles eran las más apremiantes para cada comunidad”, precisa la Gerente.
En tanto que entre los mayores aprendizajes que les ha dejado hasta el momento esta iniciativa, María Camila Muñoz resalta el hecho de haber entendido que el trabajo en equipo es fundamental, pues sin las comunidades no podrían hacer nada.
A eso se suma que la percepción de desarrollo que se tiene desde la ciudad no es la misma que hay en el territorio, por lo que es determinante la presencia en las zonas y el entendimiento de esos entornos.
Por ejemplo, cuando iban a empezar a construir uno de los puntos de energía, la población les indicó que en esa área tenían unas condiciones climatológicas de lluvia e inundaciones que no iban a permitir que el diseño original de la solución se pudiera acoplar al terreno, lo que les permitió ubicarlo en el lugar adecuado.
Sobre lo que viene para Misión La Guajira, Muñoz señala que el principal objetivo es impactar a unas 25.000 personas (3.500 familias y 81 comunidades) con acceso a agua, energía y seguridad alimentaria, donde adicionalmente hay un reto relevante en términos de sostenibilidad de las soluciones.
En ese sentido, la Gerente del proyecto reconoce un cambio en la narrativa de las comunidades y en la apropiación de esos sistemas. “Nosotros no llegamos con la obra pura y dura, sino que hacemos un acompañamiento social desde el principio, donde creamos el entorno educativo y de capacitación frente a los temas de agua y energía, y sobre cómo las mismas comunidades pueden operar los sistemas sin la necesidad de estar nosotros presentes”.
De igual manera, las asesoran a potenciar todo lo relacionado con capacidades de asociación o creación de instancias comunitarias, a través de comités como los de agua y los educativos, los cuales les van a permitir organizarse y recaudar algunos recursos para efectos de mantenimiento y operación de esos activos durante su vida útil.
Más Contenido*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO, con el auspicio de Grupo Aval.
alejandro ramírez - periodista externo ace