Las cifras son escalofriantes: más de 200 niños han perdido la vida en Líbano desde que inició la guerra abierta entre Israel y Hezbolá, según Unicef.
La violencia no discrimina y, en su paso, está acabando con los sueños y el futuro de esta población que poco tiene que ver en el conflicto que está acabando con sus vidas.
James Elder, portavoz de Unicef, quien anunció la cifra, fue claro con su mensaje: “Estas muertes reflejan no solo la magnitud del conflicto, sino también la indiferencia de quienes podrían detener esta tragedia”.
La capital se convirtió en un campo de batalla desde que Hezbolá comenzó su escalada contra el ejército israelí. Nada menos, ayer lunes, tras un bombardeo en pleno centro de Beirut que dejó seis muertos, el Ministerio de Educación decidió cerrar todas las escuelas hasta nuevo aviso.
El sistema educativo libanés, ya golpeado por la crisis económica y social, enfrenta ahora el desafío de acoger a miles de familias desplazadas que han encontrado refugio en los centros escolares.
La guerra entre Israel y Hezbolá, que comenzó en septiembre tras años de tensiones fronterizas, ha intensificado su brutalidad en las últimas semanas. Según el Ministerio de Salud de Líbano, más de 3.480 personas han muerto desde octubre, una cifra realmente escandalosa.
Israel, por su parte, ha reportado la muerte de 45 civiles y 78 militares en los últimos 13 meses, mientras que en la Franja de Gaza, el conflicto paralelo ha dejado unos 43.846 muertos desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023.
En estos dos territorios, los niveles de destrucción de las ciudades son alarmantes y las denuncias de ataques a centros de refugiados no cesan. Todo bajo la justificación de estar atacando al enemigo.
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Mientras las cifras oficiales reflejan el impacto humano de la guerra, los testimonios de quienes sobreviven cuentan la magnitud del sufrimiento. “Pensé que estaría más tranquilo aquí en Beirut, pero la guerra nos persigue. En cualquier lugar de Líbano todos los días muere gente”, relató un libanés a AFP.
En la Franja de Gaza, la situación es aún más crítica. Los constantes bombardeos han forzado el desplazamiento de casi toda la población, unos 2,4 millones de personas, que ahora viven al límite de una catástrofe humanitaria.
El impacto del conflicto va más allá de las fronteras. Israel ha justificado sus ataques como una respuesta a las agresiones de Hezbolá, mientras que las fuerzas de este grupo aseguran estar defendiendo a su aliado Hamás en Palestina.
Para Unicef, el verdadero enemigo no solo es la violencia, sino la inacción. “La inercia de la comunidad internacional ante esta tragedia es desconcertante. Cada día que pasa, el precio que pagan los más vulnerables es incalculable”, subrayó. Mientras tanto, en Líbano y Gaza, la guerra sigue y aunque los líderes mundiales llaman a la calma, las acciones parecen estar muy lejos de materializar una solución.