Como si no hubiera suficiente tensión, Vladímir Putin firmó un decreto que redefine las condiciones para el uso de armas nucleares, en medio del anuncio ucraniano sobre el uso de misiles de largo alcance.
El anuncio de Rusia coincide con los mil días desde el inicio de la guerra, y se da justo después de la autorización de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance en territorio ruso, lo que ha despertado la furia del Kremlin.
El decreto establece que el lanzamiento de misiles balísticos hacia Rusia. “Entre las condiciones que justifican el uso de armas nucleares figura el lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia”, afirma el decreto, incluso por países sin arsenal nuclear como Ucrania, pero respaldados por potencias nucleares como Estados Unidos, podría ser considerado una agresión conjunta, justificando así una respuesta nuclear.
“Era necesario adaptar nuestros fundamentos a la situación actual”, aseguró Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, al señalar que Occidente representa una amenaza directa para la seguridad de Rusia.
El conflicto, que ya ha dejado miles de muertos y un impacto devastador en la región, parece acercarse a un punto de no retorno. María Zajárova, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, fue enfática: “El uso de misiles de largo alcance por parte de Kiev significará la implicación directa de Estados Unidos y sus aliados en las hostilidades contra Rusia”.
Mientras tanto, los ataques rusos continúan golpeando duramente a Ucrania, y recientemente la ciudad de Odesa, que se consideraba un lugar seguro para los refugiados, también fue atacada.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, acogió con mesura la decisión de Biden de autorizar los misiles. Aunque agradeció el respaldo, evitó detallar los planes operativos: “Los ataques no se llevan a cabo con palabras. Los misiles hablarán por sí solos”, afirmó.
Zelenski, sin embargo, se ha mostrado presto a negociar con Putin, pero con líderes internacionales en la mesa. Su prioridad es alcanzar una paz justa, sin comprometer la soberanía ucraniana ni la justicia para las víctimas de la guerra, lo que no resulta atractivo para Rusia.
La llegada de las tropas norcoreanas a la guerra, más de 11.000 hombres que ya se encuentran luchando en la región de Kursk, fue lo que motivó a EE.UU. a otorgar el permiso del uso de misiles.
La decisión de Washington, que hoy desencadena esta nueva amenaza rusa, también ha generado reacciones diversas en Europa. Francia dejó abierta la posibilidad de considerar el uso de misiles de largo alcance si esto ayuda a contrarrestar los ataques rusos, mientras que Alemania anunció el envío de 4.000 drones con inteligencia artificial para reforzar a Ucrania.
Sin embargo, el temor a una escalada mayor mantiene cautelosas a otras naciones de la OTAN.
Con el invierno a la vuelta de la esquina, la situación humanitaria en Ucrania es crítica. Los ataques rusos a infraestructuras clave han dejado a miles de personas sin electricidad, lo que anticipa una temporada invernal aún más difícil para los ucranianos.
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La ONU estima que al menos 11.700 civiles han perdido la vida desde el inicio de la guerra. Sin contar los miles de soldados muertos en ambos bandos, la tragedia sigue escalando.
“Defenderemos nuestra postura con fuerza, porque una paz injusta sería una derrota no solo para Ucrania, sino para todos los que creen en la libertad y la democracia”, ha dicho Zelenski.
Desde la cumbre del G20 en Brasil, Biden llamó a los líderes de las economías más grandes del mundo a reafirmar su apoyo a Ucrania, advirtiendo que no hacerlo podría debilitar la estabilidad internacional.
El tablero geopolítico está más tenso que nunca. Con las potencias moviendo sus fichas y Rusia endureciendo su discurso nuclear, la incertidumbre por las próximas movidas genera gran expectativa.