Todo comenzó hace cinco años, en un salón de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en Bogotá. Los investigadores del Semillero de Fibras Naturales empezaron a experimentar con residuos orgánicos. Lo hicieron varias veces, con una determinación científica, y entonces algo pasó. Sus formulaciones les permitieron obtener biopolímeros naturales. Y entonces pensaron varias cosas: los usos, las fortalezas e, inevitablemente, el nombre para el proyecto. Eligieron ‘Natuma’ y el resto fue un secreto.Cuando se le pregunta a Angie Gallego sobre el proceso que los llevó a encontrar los biopolímeros naturales, un material estratégico y funcional para la creación de plásticos sostenibles, hace silencio. Luego, responde tajante que no puede decir mucho. Que es un secreto profesional. Lo que sí se puede decir es que fue un proceso innovador.‘Natuma’ es un proyecto que transforma los residuos del maíz en materiales sostenibles: cartones rígidos e icopor. Una innovación que, liderada por Juan Manuel España, Angie Gallego y Paula Castañeda, marcó un precedente sobre la gestión de los desechos agrícolas en Colombia y el uso de plásticos convencionales en los sectores de construcción, la industria automotriz y los empaques.“Este material está inspirado en la búsqueda de alternativas sostenibles a los plásticos espumados convencionales y busca que en diferentes industrias exista una oferta más sostenible para distintas aplicaciones”, explicó Juan Manuel España, director del proyecto.Asimismo, este proyecto busca fortalecer las cadenas agrícolas, fomentar la economía circular, abordar problemáticas ambientales derivadas de la poscosecha y generar valor para los agricultores colombianos.“Natuma aprovecha los residuos, incrementando el beneficio económico del agricultor. Este proyecto beneficia a los productores agrícolas y mejora las prácticas sostenibles en cultivo y consumo. Es 100% biodegradable, ligero, con excelentes propiedades de aislamiento”, expusieron los investigadores.El primer material de ‘Natuma’ se asemeja a los polímeros, es decir, a cartones rígidos, aglomerados y maderas comerciales. Su composición le posibilita ser el sustituto ideal para acabados arquitectónicos y autopartes.Por su parte, el segundo material se parece a las espumas de poliuretano (Icopor) y le ofrecería a las industrias soluciones sostenibles y biodegradables.“Este es el resultado de la unión entre la academia y el sector productivo del maíz. Con este proyecto, se ataca una problemática existente en el manejo de los residuos poscosecha, los aprovechamos y los utilizamos como insumo para el desarrollo de nuevos materiales. Así podemos desarrollar iniciativas que contribuyan a un mundo más sostenible”, comentó Castañeda, investigadora del proyecto.Este proyecto se hizo en alianza con Inversiones Cabal Barona S.A.S. (representante del sector maicero colombiano) con el objetivo de buscar oportunidades de sostenibilidad en el sector, particularmente en la recolección de desechos.En Colombia las cifras de biomasa inaprovechada después de la cosecha son considerables. Según el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, del millón de toneladas de maíz producidos al año en 2020, más del 45% de la biomasa postcosecha no fue utilizada.“Lo que ha sucedido últimamente le da mucha visibilidad a Colombia como potencia. Tenemos mucho por explorar del tema agrícola y debemos empezar a revisar los residuos y darles un valor agregado. Ahora hay muchas experimentaciones con el café y con otras fibra que ayudarían al crecimiento económico”, indicó Gallego.En octubre, ‘Natuma’ ganó el Premio Lápiz de Acero como el Mejor Proyecto de Material de 2024. Esta condecoración, la más prestigiosa del diseño colombiano, premia a los mejores proyectos nacionales e internacionales de diseño y arquitectura con intervenciones del talento colombiano. Además, es un punto de encuentro para que los creadores se visibilicen y puedan entrar en contacto con la industria.Este año el jurado estuvo conformado por los diseñadores industriales Jody Parra y María del Sol Poveda, y el arquitecto Jorge Lizarazo, quienes celebraron el aprovechamiento de los materiales vegetales de ‘Natuma’ para el desarrollo, la innovación de los productos y la gestión de los residuos agrícolas en Colombia.“Recibir el premio fue muy importante. Ha sido una investigación de muchos años, alrededor de cinco. Es un impacto muy grande, que refuerza la idea que desde el diseño se puede ayudar al medio ambiente. Todavía es difícil de creerlo, y saber que nuestro trabajo podrá servir de inspiración para futuras generaciones es un motivo de gran orgullo”, aseveró Gallego.Al recibir el premio, los investigadores confirmaron la sospecha de que ‘Natuma’ estaba hecho para grandes cosas, especialmente para afrontar problemáticas ambientales latentes como la contaminación. Y aunque las cifras de producción de plástico en el mundo son alarmantes —al menos 400 millones de toneladas métricas anuales—, este equipo de investigadores sueña con que su invención contribuya en algo a disminuir estos niveles.“Ahora lo que buscamos es tener mayor reconocimiento y entrar en el área comercial, llevarlo al mundo real. Esperamos que se puedan reemplazar con materiales a base de biopolímeros, todos aquellos materiales que generan tanta contaminación”, completó Gallego.