El actual embajador de Colombia en la FAO, Armando Benedetti, se encuentra por estos días en la ciudad de Barranquilla pasando una licencia no remunerada, en medio de un proceso de rehabilitación y desintoxicación que adelanta y una intervención quirúrgica que le realizaron.En diálogo con SEMANA, Benedetti no se guardó nada sobre los problemas personales de salud que enfrenta en la actualidad, los cuales está tratando de resolver a través de un proceso que lo ha llevado a abandonar ciertos excesos, como el mismo lo catalogó, entre esos el alcohol y las drogas.“Llegué el miércoles de la semana pasada, estoy en un proceso de rehabilitación y desintoxicación. A mediados de septiembre me hice un examen de rutina, me ordenaron una colonoscopia y me encontraron un quiste, un precáncer, estuve regular de salud”, narró a este medio.El diplomático fue consiente en asegurar que luego del procedimiento quirúrgico que le practicaron en Barranquilla se detuvo a pensar y llegó a la conclusión de que debía “cambiar mi estilo de vida”, así como a mejorar el manejo de las emociones y el estrés.Benedetti fue enfático en afirmar que ha sido duro enfrentarse a ese procedimiento quirúrgico: “A mí me dio muy duro, casi que entré en depresión, a uno parece que se le viene el mundo encima, y uno viene a ver que ha cometido excesos”.Sobre su proceso de rehabilitación, confirmó que lo está adelantando en la ciudad de Mazatlán, en México: “Ahí te hacen una introspección, una retrospectiva de lo que es toda tu vida, y empiezas a hablar de verdad con sentimientos. Uno parece que se le olvidan los sentimientos”.Además, señaló: “Nunca me voy a sanar realmente del alcoholismo, lo que sí puedo es recuperarme”, al tiempo que contó la historia de cómo inició en ese camino de las drogas, cuando tenía solo 18 años de edad.“Con un grupo de amigos empezamos a probar lo que era la cocaína, la droga, todo por experimentar. Pero no me quedé ahí, vengo a quedarme ahí después de viejo, por así decirlo, con la parte social, el ajetreo, el trabajo intenso, y ahí es cuando me empieza a tomar ventaja”, explicó.Aunque el funcionario aseguró que “venía siendo consciente de eso”, también resaltó que espera que su testimonio, “así sea incluso para enemigos míos, les sirva. Mucha gente tira la toalla y cree que no se puede salir de ahí”.Narró: “en 1995 estuve en rehabilitación, limpio, como decimos, sin consumir absolutamente nada durante 13 años. Hasta 2008. Volví a recaer. Viendo que me había cogido ventaja, tomé la decisión, por mi familia, por mi padre, por mi madre, por mi esposa, por mis hijos, por calidad de vida, por salud física y mental”.A la pregunta de si estaba sumido en ese mundo en medio de la campaña presidencial de 2022, Benedetti fue claro en asegurar que no. “Los alcohólicos y los adictos tenemos una particularidad y es que, cuando hay problemas, es cuando más nos alejamos del consumo”.Además, explicó: “En esa época estuve ultrajuicioso. Cuando hay trabajo y hay responsabilidades serias, uno se aferra completamente al trabajo, por lo menos mi personalidad me da para eso”.También se refirió a si este problema de adicción afectó en algo su papel como embajador ante la FAO. “Usted nunca encuentra que yo haya estado con tragos en algún lado. Nunca dejé de ir a una reunión, a un debate, nunca tuve problemas. Hay una cantidad de logros en la FAO que nadie me los ha aplaudido, por el contrario, dicen que me abrieron una embajada para mí, como si eso fuera fácil”.