Salud Hernández-Mora es de las reporteras colombianas que más recorre el Cauca, quizás el departamento que más dolores de cabeza le genera al Gobierno de Gustavo Petro en materia de seguridad: coca, disidencias de las Farc, ELN, entre otros graves problemas.En esta edición de SEMANA, la colombo-española narró cómo estuvo retenida durante varias horas por las disidencias de las Farc de Iván Mordisco, que le impidieron su movilización por la zona y adelantar su trabajo periodístico.Aun así, ella aprovechó el momento de tensión para hablar con el jefe guerrillero, un hombre que describe como alto, delgado y con rostro afilado. “Soy Giovanny Echeverry, mi verdadero nombre. No tengo por qué ocultarlo”, se presentó él ante la periodista.Por la cabeza del subversivo —contó Hernández— ofrecen 100 millones de recompensa, no solo por tratarse del número dos del frente Carlos Patiño de las Farc-EP y llevar varios años en la zona, sino porque lo responsabilizan, entre otros crímenes, de la muerte de un niño en un atentado en El Plateado, en julio pasado.Según el relato de la periodista, él le respondió que no tenía responsabilidad en la muerte de un niño ocurrida recientemente en el Cauca.“Nosotros no lo matamos, fue el Ejército”, señaló.Cuando le pregunto acerca del rumor que circula en la zona de una supuesta indemnización de 300 millones que habrían entregado a la familia del menor, el guerrillero replicó que no es cierto. “Sería aceptar que nosotros lo hicimos”, respondió.La conversación fue tensa, pero serena.“Lo que pasa es que usted habla mal de nosotros, nos trata muy mal, y los medios tradicionales también tergiversan siempre las informaciones, repiten lo que les dicen los militares y el gobierno. Por eso no son bienvenidos en los territorios donde estamos. Se la pasan diciendo que somos narcotraficantes y no es cierto. Solo cobramos un impuesto a los compradores”, le dijo el guerrillero a la periodista.Cuando Giovanny Echeverry accedió a conversar con ella, cuenta Hernández-Mora a SEMANA: “Hacía más de tres horas que la guerrilla me había confinado en un pequeño almacén por no contar con su permiso para moverme en la zona. La norma no solo rige para todo desconocido. Los pobladores están obligados a portar un carnet expedido por las Juntas de Acción Comunal y ordenado por las Farc-EP, y cuando alguien nuevo desea entrar al área, debe solicitar una autorización previa”.“Del cañón, el Ejército no nos va a sacar a la guerrilla, llevamos acá toda la vida y somos los únicos que defendemos al pueblo”, sostiene, en un claro reto a la operación Perseo, protagonista de un despliegue militar de una magnitud sin precedentes en el cañón del Micay. La misión consiste en derrotar al poderoso frente Carlos Patiño, verdadero amo y señor de buena parte de la región, para luego trocar coca por cultivos lícitos”, le expresó el jefe subversivo.“El Estado nunca trae nada ni da nada, todo lo hacen las comunidades”, afirmó, y no le falta razón, según Hernández-Mora.Incluso en El Plateado, las escasas calles pavimentadas las costearon los propios comerciantes, hastiados de las polvaredas que levantan carros y motos, detalló.En su relato, Salud Hernández-Mora contó que en medio de su recorrido por el Cauca pasó por varios retenes de las Farc.