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50.000 personas en La Guajira beneficiadas con la inversión de Cerrejón
Vanesa Castro Salamanca
25 de noviembre 2024 , 12:00 a. m.
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50.000 personas en La Guajira beneficiadas con la inversión de Cerrejón
Solo en el 2023 la empresa hizo una inversión social de más de 105.000 millones de pesos.
Vanesa Castro - periodista externa ace
en el sector de Media Luna, ubicado en la Alta Guajira, fue la misma comunidad wayúu de Sarrutsira la encargada de construir una UCA. Se trata de una Unidad Comunitaria de Atención a la primera infancia (niños entre los cero y cinco años) donde las niñas y niños podrán iniciar su formación educativa y recibir la atención integral como alimentación, cuidados y espacios de esparcimiento.
Fueron ellos mismos los que construyeron ladrillo a ladrillo el lugar donde sus hijos podrán crecer de manera segura, por lo que con orgullo muestran el resultado de su trabajo.
Willington Marín es el representante legal de la Asociación de Pescadores Artesanales de Media Luna y también es padre de dos menores de 3 y 5 años. Hoy ve materializado el fruto de su trabajo y el lugar en el que sus hijos se empezarán a formar el próximo año, una vez la UCA abra sus puertas. Ya está todo listo para su inauguración.
“Esta obra para nosotros es muy importante. Aquí van a tener una atención de calidad, a aprender, a iniciar su formación y a recrearse. Nuestros niños van a tener una etapa de formación inicial para, luego, poder ingresar al colegio”, recalca Marín.
El proyecto fue financiado por Cerrejón y ejecutado por la comunidad a través de un modelo con el que ya se han logrado adelantar cerca de 2.000 proyectos con más de 456 comunidades indígenas y afro ubicadas en el área de influencia de la mina.
“Este modelo de autogestión para nosotros fue casi que un estándar para realizar los proyectos sociales. En él, las comunidades quieren lo que hacen y hacen lo que quieren y eso genera un poder transformador enorme”, explicó Juan Carlos García Otero, gerente de Asuntos Sociales de Cerrejón.
Inversión social
Entre los proyectos que se han adelantado, de la mano con las comunidades, sobresalen las obras de infraestructura, de fortalecimiento institucional, acceso al agua y temas educativos. “Solo en el 2023 la empresa Cerrejón hizo una inversión social, tanto de naturaleza voluntaria como obligatoria, superior a los 105.000 millones de pesos, con las que se han beneficiado más de 50.000 personas”, reveló Claudia Bejarano, presidenta de Cerrejón.
Si bien Cerrejón representa solo el 4 por ciento del territorio total de La Guajira, esta empresa fue la responsable de producir el 46 por ciento del PIB del departamento en 2023, según el Dane.
Además, en materia de impuestos y regalías, la empresa está beneficiando prácticamente a la totalidad del país.
En el 2023, el aporte de Cerrejón en impuestos y regalías fue de 10.6 billones de pesos, casi la mitad de la última Reforma Tributaria adelantada en el país.
Pero, además del evidente impacto económico que tiene la operación de Cerrejón para La Guajira y el país, llama la atención la forma en la que están logrando materializar la inversión social.
“Podemos hacer minería responsable en armonía no solamente con el medio ambiente sino también con las comunidades y Cerrejón es un vivo ejemplo de cómo se logra ello”, resaltó Bejarano.
Podemos hacer minería responsable en armonía no solamente con el medio ambiente sino también con las comunidades y Cerrejón es un vivo ejemplo de cómo se logra ello
EL TIEMPO pudo conocer varias de estas obras de inversión social, tanto voluntaria como obligatoria, y evidenció cómo el Cerrejón está dejando un legado en el departamento.
En materia educativa son más de 20.000 personas las que han accedido a educación, gracias a los auxilios que ofrece la empresa. En empleabilidad, actualmente Cerrejón cuenta con más de 13.800 trabajadores, entre directos y contratistas, de los cuales el 66 % por ciento son oriundos de La Guajira; muchos wayúu encontraron en esta empresa su primera oportunidad laboral.
Además, las comunidades de la zona de influencia están mejorando su calidad de vida al acceder a agua potable, mejorar la infraestructura educativa de sus comunidades, entre otros proyectos. Son comunidades que no solo están cambiando su presente sino también mejorando las condiciones para las futuras generaciones con iniciativas que perduren en el tiempo.
De la mano con las comunidades
Se inauguró la obra de mejoramiento del acueducto de Papayal y Oreganal.
Cortesía
Por ejemplo, todo el proceso para construir la UCA en Media Luna se hizo en consenso con la comunidad. Ellos fueron los que priorizaron la obra y los encargados de ejecutarla.
Esta obra, que tiene un área total de 415 metros cuadrados, es solo una de las cerca de 2.000 que ha hecho Cerrejón de la mano con las comunidades. “Nosotros la priorizamos porque es esencial dentro de la comunidad. No solo va a beneficiar a esta comunidad, sino a cerca de 16 comunidades del sector”, comenta Willington Marín, representante legal de la Asociación de Pescadores Artesanales de Media Luna.
La UCA está conformada por dos salones, cada uno con capacidad para atender a 20 niños, baños para las niñas y niños adecuados con pequeños sanitarios y lavamanos que se ajustan a su altura. Una zona de oficinas, enfermería y baño para los adultos. Además, cuenta con un gran comedor, cocina y zona de lavandería. También se instaló un parque infantil en el que las niñas y niños podrán jugar y recrearse.
De igual modo, en el lugar se dispuso de un tanque elevado para proveer de agua a la sede en todo momento.
Toda la mano de obra la pusieron miembros de la comunidad wayúu, a través de una organización comunitaria, orientados por ingenieros y con los recursos de Cerrejón. “Trabajamos con la empresa para poder brindarle mejores condiciones a la primera infancia”, agregó Marín.
Para él uno de los mayores logros de este proyecto es el conocimiento adquirido, pues antes de esta obra se dedicaba a pastorear chivos y ahora cuenta con experiencia en el sector de construcción.
“Aprendimos, nos capacitamos y ese aprendizaje que nos queda lo podemos usar para seguir construyendo en beneficio de la comunidad. Ahora tenemos la capacidad de poder ejercer otra actividad diferente a lo que hacíamos tradicionalmente”, revela Marín.
El Tren que reparte agua a las comunidades en la Alta Guajira
El Tren del Agua es una iniciativa voluntaria que inició Cerrejón en el 2014 por un fuerte fenómeno de El Niño.
Manuel Benavides para EL TIEMPO
El sonido del tren se apodera del lugar. El traqueteo de las ruedas sobre las vías y el silbato del tren avisan que está próximo a llegar.
En esta ocasión el tren no lleva carbón. Lleva agua, ese vital líquido que escasea tanto en La Guajira y que, a veces, incluso por días, las comunidades wayúu no logran consumir.
El Tren del Agua se detiene en medio de la Alta Guajira. Allí está Cristian Ortega, operador de tren, quien se sumó a la iniciativa de llevar agua a las comunidades.
Desde la cabina, Cristian asegura que es una excelente iniciativa “porque siente uno que puede contribuir en el tema del agua. Que, como bien sabemos, el agua para ellos lo es todo porque por esta zona no hay agua potable”, explica.
Mientras tanto, en la línea del ferrocarril dos operadores de la empresa Dragon se alistan para sacar los 180.000 litros de agua de dos ferrotanques del tren y pasarlos al carrotanque. Deben hacer varios cargues y descargues.
Luego, llegan a las comunidades aledañas al ferrocarril para llenar unos depósitos que tienen con capacidad de almacenar hasta 3.000 litros por comunidad.
Rápidamente Alba Rosa Castillo, líder de la comunidad Coichimana, se acerca a este depósito. Lleva un vaso rosado de plástico en sus manos y se dispone a tomar un gran sorbo para calmar su sed.
Hace una pausa de unos segundos para recordar cómo fue el día en el que el agua potable llegó por primera vez a su comunidad. “Recuerdo ese día. Era una sequía, de verdad que era una sequía, y el tiempo del invierno se tardaba demasiado”, recalca la mujer al rememorar el 2014 y añade: “y como nosotros dependemos del agua del jagüey, que es lo que nosotros consumíamos, y que siempre ha sido así, y de ahí nos empezamos a beneficiar del servicio del agua potable”.
Ese jagüey al que Alba Rosa se refiere se trata de un gran pozo hecho en la tierra, el cual, durante la época de lluvia, almacena el agua que cae del cielo. Sin embargo, debido a que esta agua es consumida por miembros de la comunidad, los animales y usada para hacer labores de aseo, genera problemas de salubridad. Situación que se repite en la mayoría de comunidades wayúu.
A veces este jagüey se seca y tanto personas como animales pasan sed. Desde que tienen el beneficio del Tren del Agua, el líquido del jagüey lo usan para los animales y el que les lleva Cerrejón es para consumo de la comunidad.
Juan Carlos García Otero, gerente de Asuntos Sociales de Cerrejón, explicó que El Tren del Agua es una iniciativa de naturaleza voluntaria que iniciaron en el 2014 con ocasión del fuerte fenómeno de El Niño que afectó ese territorio. “Desde ese momento, la empresa ha continuado ofreciendo ese apoyo a más de 164 comunidades que reciben el beneficio del agua que periódicamente entregamos con esos dos ferrotanques que se cargan en las plantas de tratamiento de Cerrejón. El año pasado entregamos más de 60 millones de litros de agua potable”, aseveró García.
Éder Suárez, operador de carrotanque, lleva 3 años haciendo parte del programa y asegura que lo más gratificantes es “ver la felicidad de nuestras comunidades cuando nosotros llegamos, que les estamos prestando un servicio”, dice orgulloso.
El puerto de carbón que opera al lado del Parque Natural Bahía Portete en La Guajira
La operación en Puerto Bolívar donde hacen el cargue de carbón y el descargue de insumos se hace en armonía con el ambiente.
Manuel Benavides para EL TIEMPO
“Puede ver que el mar es verde y azul. La gente que viene se queda muy sorprendida al evidenciar cómo estamos trabajando en armonía con el medio ambiente, cómo estamos inmersos en medio de un Parque Nacional Natural, que es Bahía Portete”, relata Carlos Iván Pereira, Superintendente de Puerto Bolívar y añade: “Incluso la empresa impulsó lo del Parque Natural, quisimos que las autoridades ambientales vinieran y miraran cómo estábamos operando”.
Y es cierto. El mar que está en Puerto Bolívar, justo donde el carbón es cargado en buques para ser exportado, sorprende por su profundo azul. Atrás, en medio de un muelle, hay un gran buque que está en proceso de cargue y no hay emisiones a la vista.
Todo el carbón que se produce en la mina es transportado en tren, durante 150 kilómetros de recorrido, hasta llegar a Puerto Bolívar. Allí es almacenado en unos patios de carbón con una capacidad para almacenar cerca de 650.000 toneladas de este combustible fósil.
Después, este carbón es llevado a los buques a través de un cargue directo que se hace a través de bandas cubiertas, por alrededor de 14 kilómetros, “esto quiere decir que el equipo que hace el cargue lo hace directamente dentro de las bodegas. Incluso lo estamos haciendo desde el inicio de la operación, alrededor del año de 1986, mucho antes de que fuera un requisito legal”, aclara Pereira.
Este, según informó Pereira, es solo uno de los controles que hacen en la empresa para mitigar las emisiones y manejar adecuadamente el carbón. Otra de las medidas implementadas son los aspersores de agua de mar en los sitios donde recolectan el carbón para, luego, ser transportado hacia el buque y así mitigar las emisiones.
Además, recientemente instalaron una barrera corta viento que, como su nombre lo indica, lo que hace es disminuir la velocidad con la que el viento entra hacia los patios de almacenamiento de carbón para mitigar las emisiones.
“Estas y otras medidas son las que nos han permitido mantener una operación en armonía con el medio ambiente. Lo que hacemos es evitar generar emisiones o cualquier tipo de vertimiento que pueda caer al mar y contaminar el ecosistema marino”, reveló Pereira.
Inclusión laboral
Jorge Luis Móvil Ramo trabaja como operador.
Felipe Ricardo
Son cerca de mil personas, entre directas y contratistas, las que trabajan en la sede de Cerrejón, ubicada en Puerto Bolívar. Allí la inclusión laboral es importante, tanto para las mujeres que llegan a ocupar cargos en los que tradicionalmente estaban solo hombres, así como miembros de las comunidades wayúu que han encontrado en la empresa su primer empleo y una oportunidad para crecer.
Ese es el caso de Naslys Uriana, operadora de planta y mujer wayúu, quien lleva 11 años en el cargo y fue la primera mujer en operar una planta desalinizadora de agua en Cerrejón. “Nosotros somos los encargados del proceso de potabilización del agua, eso lo hacemos por medio de unas plantas desalinizadoras. Metemos una cantidad de agua de mar, a cierta presión, y ella sale dulce, potable aún no”, explica Naslys y agrega: “Luego, hacemos otro proceso de descontaminación donde le aplicamos cloro y todos los parámetros que debe tener para que queda potable”.
Esa agua potable que generan en Puerto Bolívar es la que usan en la operación para cocinar y consumir. Además, esa agua también la reparten en las comunidades vecinas por medio de carrotanques que a diario salen a suministrar el agua.
“Cuando empecé era la única mujer en la planta. Me ha ido muy bien, creo que cuando nosotras nos empoderamos y decimos: ‘somos capaces’, lo hacemos y lo demostramos”, resalta orgullosa.
También está el caso de Jorge Luis Móvil Ramos, perteneciente al clan wayúu Uriana, quien trabaja como operador. “Opero los equipos de toda la zona industrial, los de descargue, los tractores de oruga y los cargadores de barco”, aclara Ramos.
“El empleo es muy bueno, nos dan la oportunidad a los wayúu de trabajar. Además, nos brindan muchas capacitaciones para aprender a usar las máquinas. Cuando estaba ‘peladito’ veía cuando pasaba el tren. Nunca me imaginé estar acá, pero la compañía me dio esa oportunidad”, revela Ramos.
20.000 personas formadas con auxilios educativos
Vicente Berardinelli es el actual alcalde de Barrancas. Pudo acceder a la educación superior gracias a los auxilios de Cerrejón.
Manuel Benavides para EL TIEMPO
Vicente Berardinelli es el actual alcalde de Barrancas, uno de los municipios ubicados en la zona de influencia de Cerrejón. Él fue educado gracias a los auxilios educativos de la empresa, ya que hace parte de una de las comunidades reasentadas por la mina: Patilla.
“Mi familia era agricultora y estaban ubicados en uno de los sectores que hizo parte de la expansión de la mina y, por ello, fue reasentada en Barrancas”, cuenta el alcalde.
En total fueron 1.500 personas pertenecientes a cinco comunidades las reasentadas por Cerrejón: Patilla, Roche, Chancleta, Las Casitas y Tamaquito II. A todos los miembros de esas comunidades reasentadas les dieron nuevas casas con mejores condiciones, ya que las de antes eran de bareque y barro, y ahora son en ladrillo. De hecho, el barrio donde están reasentadas las comunidades es el único del municipio con acceso a agua todos los días.
Juan Carlos García Otero, gerente de Asuntos Sociales de Cerrejón, explicó que estos reasentamientos obedecieron a una “medida preventiva para mitigar el posible impacto por calidad de aire que se podría producir en las comunidades por la operación de Cerrejón. Por ello, se reasentaron”, dijo. Y en ese proceso de traslado les brindaron beneficios económicos, acceso a formación académica y una mejor calidad de vida al tener mejores oportunidades en salud y transporte.
Para el alcalde Berardinelli, el mayor logro de las comunidades reasentadas fue acceder a los auxilios educativos que Cerrejón les dio. “Hice parte del proceso educativo, independientemente de la indemnización, esa fue la mejor inversión para la comunidad. Una herramienta para defendernos en el futuro”, destacó Berardinelli.
Cuando su comunidad fue reasentada él tenía solo 18 años, acababa de culminar el colegio y con estos auxilios que cubrían el cien por ciento de la matrícula en la universidad que ellos escogieran, así como la manutención, pudo estudiar Arquitectura en la Universidad Autónoma y hoy adelanta una maestría en la Universidad de los Andes en Regeneración y Desarrollo Sostenible.
Hoy, a sus 32 años, se convirtió en el primer alcalde rural en la historia del municipio de Barrancas.
El médico general, Luis López, perteneciente a la comunidad de Patilla, también se formó con los auxilios educativos.
Manuel Benavides para EL TIEMPO
Otro caso es el del médico general Luis López, quien también hace parte de la comunidad reasentada de Patilla, conformada por 46 familias.
“Todos los miembros reasentados tienen la oportunidad de estudiar. Yo aproveché al máximo este beneficio, un sueño materializado de hoy poder ser médico y servir a la comunidad”, explicó López.
Actualmente trabaja en el Hospital Nuestra Señora del Pilar de Barrancas. Estudió medicina en la Universidad Cooperativa de Santa Marta y ahora su meta es especializarse en cirugía plástica y reconstructiva. “Puedo decir con certeza que los auxilios han sido un gran alivio y una gran oportunidad para las familias”, recalcó el médico.
En el momento de hacer los reasentamientos no había un solo profesional y hoy hay 101 profesionales y 19 tienen maestrías y especializaciones. Actualmente, hay más de 75 estudiantes matriculados en carreras profesionales y 300 cursando carreras tecnológicas y de formación, quienes se suman a las 20.000 personas que se han formado con los auxilios educativos que ofrece Cerrejón. “Eso habla de la gran diferencia del poder transformador de un proceso de reasentamiento”, resaltó Otero.
MÁS CONTENIDO*. Un proyecto de Contenidos Editoriales Especiales de EL TIEMPO con el auspicio de Cerrejón.
Vanesa Castro - periodista externa ace