A las 4:00 de la madrugada del miércoles (hora local), comenzó oficialmente el cese al fuego entre Israel y el movimiento libanés Hezbolá, una pausa con la que se espera frenar la guerra que durante dos meses de escalada dejó miles de muertos y cerca de un millón de desplazados.
Sin embargo, pese a que el cese se acordó en la tarde del martes, las horas previas a esta tregua parecían el clímax de la confrontación, con bombardeos, evacuaciones urgentes y ataques cruzados que mantuvieron a la región al borde del colapso.
Horas antes de que la tregua entrara en vigor, el ejército israelí emitió una alerta urgente pidiendo la evacuación inmediata de los habitantes del centro de Beirut y de los suburbios del sur de la ciudad. “Advertencia urgente a los residentes de estas zonas de Beirut”, escribió el portavoz militar israelí Avichay Adraee en la red social X.
Minutos después, los suburbios del sur de la capital libanesa fueron sacudidos por explosiones. Imágenes captadas por AFPTV mostraron al menos dos bombardeos en los alrededores de Beirut.
El acuerdo de cese al fuego, alcanzado con la mediación de Estados Unidos y Francia, establece un alto en las hostilidades entre el ejército israelí y Hezbolá. Además, incluye compromisos importantes, como el retorno del movimiento islamista hacia el norte del río Litani y la retirada de tropas israelíes de la frontera sur del Líban.
El primer ministro libanés, Nayib Mikati, calificó el acuerdo como “un paso fundamental para la estabilidad regional”. Durante una intervención el martes, Mikati agradeció el papel de Estados Unidos y Francia en la negociación, además de comprometerse a fortalecer la presencia del ejército libanés en el sur del país, una zona tradicionalmente dominada por Hezbolá, lo que en principio desató las confrontaciones.
Las confrontaciones tras la advertencia de tregua no vinieron solo por parte de Israel, Hezbolá lanzó cohetes hacia posiciones israelíes en dos localidades cercanas a la frontera, y afirmó haber lanzado drones la noche del martes contra “objetivos militares sensibles” en Tel Aviv. Según el grupo, en “respuesta” a las agresiones previas de Israel.
Por su parte, Israel intensificó sus bombardeos en Beirut y otras zonas del sur del Líbano, dejando claro que, aunque el acuerdo estaba firmado, no dudaría en usar la fuerza ante cualquier provocación.
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue contundente: “La duración del alto el fuego dependerá de lo que ocurra en Líbano. Nosotros mantendremos total libertad de movimiento”.
El conflicto entre Israel y Hezbolá, que se desató abiertamente hace dos meses, deja hasta ahora un balance devastador. En Líbano, los bombardeos israelíes causaron la muerte de más de 3.700 personas y desplazaron a 1,2 millones de habitantes.
Mientras que en Israel, los ataques de Hezbolá se cobraron la vida de 78 personas, 47 de ellas civiles, y forzaron a unas 60.000 personas a abandonar sus hogares.
A pesar de las tensiones de última hora, el cese al fuego es vista como una luz para abrir la posibilidad de diálogo entre Israel y Hamás.
Sin embargo, los retos son inmensos. En su discurso, Netanyahu dejó claro que en este tiempo Israel se preparará contra la “latente amenaza iraní”.