El año 2026 está a la vuelta de la esquina y con ello la esperanza de tener un gobierno que recupere a la República de los daños infligidos por la actual administración. Se requiere defender las elecciones de 2026 para evitar que el socialismo del siglo XXI, bajo el falso sofisma de progreso que impulsa la narrativa izquierdista, pueda continuar destruyendo la democracia, siendo esta una forma de gobierno en la que imperan las libertades, la justicia y la autoridad para vivir en armonía.El camino que tenemos por recorrer no es fácil, pues se deben superar algunas trampas que ha creado la misma ideología zurda para influir en la mente de los colombianos como: “Tranquilos, que habrá cambio de gobierno”, “se ganará en la segunda vuelta”, “las votaciones serán honestas”, “las milicias no influirán en los resultados”, “habrá control total del territorio”, “no se repetirá lo que ha sucedido en Venezuela, Cuba o Nicaragua”, “seguro que se respetarán la Constitución y las leyes”.En cuanto a la primera, es claro que en 2026, el jefe de gobierno no piensa salir del palacio que dice odiar y, para ello, él y sus adeptos han hecho públicas un sinfín de manifestaciones que dejan claro el deseo de continuar en el poder, directa o indirectamente; han presentado iniciativas para alargar el período presidencial e inclusive han buscado que se reviva la reelección. Es claro que si la izquierda continúa en el poder, se necesitarán muchas, pero muchas décadas para recuperar el país.En la primera vuelta se debe lograr un triunfo rotundo de quien represente verdaderamente la democracia y no de quien enarbole la bandera del comunismo; para ello, es imperativo que exista un solo candidato que se oponga al candidato socialista, dejando de lado los egos y las ambiciones personales de un número exagerado de aspirantes a la primera magistratura. Muchos afirman que se aspira ganar en la segunda vuelta; esto es una posición absurda, pues jugar con fuego es peligroso y pone en riesgo evitar la tiranía y la recuperación del país. Primero debe considerarse a Colombia, después los ‘yoes’ y las pasiones.Declaraciones públicas de Juan Petro confirman que por el Pacto de La Picota se logró, en 2022, un millón de votos por gestión de los delincuentes a favor del candidato del Pacto Histórico; el actual presidente derrotó en segunda vuelta a Hernández por 700.601 votos, lo cual indica que sin el apoyo de los bandidos no habría ganado las elecciones. De ser así, las elecciones estuvieron viciadas y el triunfo fue ilegal, además de posiblemente haber sobrepasado los topes de la campaña, como lo denuncian los medios. Pero con los subsidios que está creando el Gobierno, probablemente se busca comprar millones de votos para 2026. Qué vergüenza.Parece que el Gobierno está formando milicias con las guardias indígena, campesina, cimarrona, la primera línea y las poblaciones menos favorecidas, que son objeto del lavado cerebral en que les inoculan el uso de la violencia, les generan odio visceral hacia quienes son propietarios y generan empleo; pero, de otra parte, se están preparando las condiciones para generar una guerra civil y se están aprobando normas que impidan a la Fuerza Pública cumplir su misión constitucional ante la anarquía y el desorden, para que ‘la revolución del proletariado’ pueda triunfar y destruir al país.Se ha perdido el control del territorio en varias partes de Colombia y con decisiones del Gobierno se les está entregando tierra y poder a muchas comunidades para hacerlas autónomas a fin de que nadie las controle ni las puedan auditar. ¿Qué resultado legítimo se puede esperar en una elección en estos lugares? De otra parte, el Gobierno está creando las condiciones para justificar la realización de una constituyente, pues necesita “asegurar legalmente” el régimen comunista en el país.En 2022 se hizo una campaña muy importante demostrando las verdaderas intenciones del candidato Petro en caso de que llegara al poder; él mismo publicó su autobiografía (Una vida, muchas vidas), en la que menciona claramente ser estudioso del marxismo y de allí sus planteamientos y propuestas, pero muchos de los que hoy se están quejando hicieron caso omiso de estas advertencias favoreciéndolo con su voto, y hoy ven con asombro cómo cada día nos acercamos más a la triste situación de estar dominados por una dictadura del socialismo.Aunque hay leyes y normas para regular la convivencia de esta sociedad, al régimen le resbala, como dice el argot popular, e impone su voluntad a como dé lugar, bien sea comprando las conciencias de políticos corruptos, por la amenaza de generar una guerra fratricida, por el lavado cerebral en los estudiantes, por la presión de las armas de bandidos que dominan grandes extensiones o por la cooptación de la institucionalidad. Si en 2021 promovieron un falso estallido social, ¿que más podrán hacer ahora que están en el podio?Sólo la unión logrará recuperar la democracia, las libertades y el orden en el país.