Las empresas familiares, debido a su estructura y naturaleza intergeneracional, son más propensas a ofrecer empleos estables y con una perspectiva a largo plazo, fomentando relaciones laborales duraderas y oportunidades de crecimiento dentro de la organización.
De primera mano, he visto cómo una empresa puede ser el motor del bienestar de sus colaboradores y sus familias. Este sentido de comunidad y pertenencia es un valor fundamental que difícilmente puede replicarse en corporaciones no familiares. El colaborador no es solo una cifra, sino una parte esencial del éxito y la continuidad de la empresa.
Es muy común encontrar que los empleados que inician con los fundadores permanecen en la empresa familiar hasta su retiro. Los lazos fraternales dentro de una empresa familiar son parte del ADN corporativo. He sido testigo de cómo las juntas y los comités gerenciales se inician siempre con un comentario de empatía y afecto que genera una conexión inmediata con los colaboradores, propiciando un ambiente de colaboración.
Uno de los mayores beneficios que las empresas familiares brindan es la posibilidad de desarrollo profesional. En mi trayectoria, he visto colaboradores que han crecido y evolucionado con la empresa, pasando de cargos operativos a posiciones directivas. Este tipo de evolución dentro de una compañía familiar permite un enfoque más humano en la gestión del talento, donde se priorizan las habilidades y el compromiso a largo plazo por encima de cambios rápidos o despersonalizados. Siempre se preferirá ascender y brindar estudios a quienes han sido leales, en lugar de contratar a un nuevo miembro en el equipo de trabajo. Según Chrisman, Chua y Sharma (2005), este enfoque genera una cultura organizacional donde la lealtad, la confianza y el sentido de pertenencia se ven altamente reforzados.
Retos y oportunidades de las empresas familiares
Si bien las empresas familiares son cruciales para la estabilidad del empleo, no están exentas de retos. Uno de los desafíos más evidentes es la transición generacional. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima que solo el 30% de las empresas familiares sobreviven a la segunda generación, y este número se reduce a un 12% en la tercera generación. La sucesión y el liderazgo intergeneracional son, por tanto, temas prioritarios que las empresas familiares deben abordar con planificación y estructura. Además de los retos generacionales, las empresas familiares enfrentan la competencia de grandes corporaciones multinacionales.
La globalización y la apertura económica han intensificado la competencia, lo que obliga a las empresas familiares a ser más innovadoras y competitivas. Sin embargo, a menudo las empresas familiares cuentan con la ventaja de la agilidad en la toma de decisiones y una estructura menos burocrática, lo que les permite adaptarse rápidamente a los cambios del mercado.
Siendo un motor tan importante para la economía, las empresas familiares debemos ocuparnos desde temprano en realizar una transición generacional estratégica. Los fundadores deben capacitar de lleno a las siguientes generaciones con el fin de garantizar la permanencia de las empresas en el tiempo.
Crear un marco de reglas claro (protocolo de familia) con compromisos para las nuevas generaciones es obligatorio, y acompañarlo de una protección patrimonial correctamente sustentada.
En conclusión, debemos mantener nuestro compromiso con el empleo y el bienestar de las familias colombianas y seguir apostándole a la innovación para ser cada día más fuertes y continuar construyendo el país que soñamos.
Por: Nathalia López, Vicepresidenta de VML Holding