Tenis
María Angélica Bernal, una tenista sin barreras: sexta del mundo y va por más
Pablo Romero
09 de diciembre 2024 , 11:20 p. m.
09 de diciembre 2024 , 11:20 p. m.
María Angélica Bernal, una tenista sin barreras: sexta del mundo y va por más
Lleva 36 títulos ITF de tenis en silla de ruedas. Se propone llegar al primer lugar, su desafío.
Pablo Romero
“Eres la sexta del mundo, ¡la sexta del mundo!”, le dijeron a María Angélica Bernal y ella lo tomó con extraña serenidad. Sexta del mundo... pensó y siguió entrenando. Por esos días estaba en París (Francia), se venían para ella los Juegos Paralímpicos. No tenía espacio en su mente para otra cosa.
Cuando pasó París, cuando tuvo un respiro y volvió la calma en medio de su agitado calendario, la frase volvió de vuelta, como una pelota de tenis que regresa para ver ella cómo responde. Entonces se dio cuenta: la mejor tenista colombiana en silla de ruedas termina el año de sexta. “Pues ahora quiero ser la número uno”.
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María Angélica Bernal no sabía, no tenía por qué saber, no podía saber que su llegada al mundo hace 29 años iba a ser como fue, que iba a nacer sin su pierna derecha por una enfermedad que se llama focomelia y que implica malformaciones.
Así llegó al mundo y así fue creciendo, lo aceptó y su vida ha transcurrido con la mayor normalidad: colegio, cumpleaños, amistades, risas, tristezas, sueños... Porque soñaba, en sus aventuras de niñez, con ser una médica o una deportista, aunque no sabía de qué, pues jugaba todo lo que se le ocurría, voleibol, baloncesto, tenis.
Su papá le alimentaba ese gusto. Pero su destino estaba marcado por una raqueta blanca que un día le regalaron –no recuerda si fue su papá o un amigo de él–. Esa raqueta se convirtió en una extensión de su cuerpo, con ella dio sus primeros pelotazos, cuando no se imaginaba que el tenis iba a ser su pasión, su profesión, su vida.
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Hoy, cuando María Angélica mira hacia atrás desde el puesto número 6 del mundo, recuerda con fidelidad cómo empezó todo, que un día la invitaron a una clínica de tenis en Bogotá para personas con discapacidad, que un entrenador holandés muy experto la vio, que le detectaron el talento, que le dijeron: tenis, sí, pero en silla de ruedas, y ella con su carita de 11 años llena de sorpresa y algo de angustia, dijo: “Yo he sido independiente siempre, corro para un lado y para el otro con mi prótesis, ¿usar silla de ruedas? No”.
Además, no sabía que existía el deporte paralímpico, y que el deporte que tanto le gustaba se podía jugar así. Pero la animaron tanto que se fue convenciendo. Un día, un familiar le consiguió su primera silla de ruedas. Era grande y pesada, tardó en reconocerse allí sentada, se sentía diferente, pero notó que ya no tenía miedo, ese miedo de caerse en la cancha que la acompañaba cada que jugaba y cada que corría con la prótesis...
Y de repente, en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba jugando su primer partido en silla de ruedas, y ahí empezó su historia.
–¿Y ganó ese partido?
–No, fue contra un señor que tenía como 40 años y había sido número uno del país. Otra niña se hubiera frustrado, yo no.
–¿Y qué sintió cuando empezó a jugar en la silla de ruedas?
–Me sentí completamente libre... –dice María Angélica, y la voz, suave y cálida, se le llena de emoción.
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Como María Sharapova
Antes de salir a la cancha a jugar, María Angélica Bernal se siente diva. Se preocupa por su peinado, por su atuendo, porque todo esté impecable. Quiere lucir bien, quiere verse imponente, linda, que su entrada a la cancha no sea algo normal.
Dice que es vanidosa, pero que esa vanidad la llena de confianza. Se inspira en María Sharapova, la legendaria tenista rusa a la que veía en televisión. Se enamoró de sus movimientos y de su carisma, de su ímpetu y de su belleza. También admira a Esther Vergeer, que fue número uno en silla de ruedas.
Así que María Angélica sale a jugar como una Sharapova colombiana, radiante y sonriente mientras lanza sus derechazos, mientras gira con su silla, drive, revés, volea, gritos, la mano izquierda sobre la rueda izquierda para manipular la silla, la derecha atenta al impacto de la bola. Y claro, su mayor sonrisa es cuando gana por Colombia.
María, tenista bogotana del equipo Colsanitas, ha jugado en su carrera los 4 Grand Slam: Wimbledon, Australia, Roland Garros y Estados Unidos. Fue en este donde alcanzó una semifinal en 2020. También participa en tenis de dobles.
El 2024 fue un gran año, pues logró dos diplomas en los Juegos Paralímpicos de París, en dobles e individual, siendo la primera colombiana en obtener el diploma paralímpico.
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Además, se destacó en el circuito ITF, en el que ya lleva 36 títulos, al ser campeona en sencillos en Bolton Indoor ITF2, campeona en sencillos y dobles en el Türkiye Open, subcampeona del BNL di Italia en sencillos y dobles, y campeona en singles y dobles del Open Du Loire.
Sus logros le permitieron no solo ser hoy la sexta del mundo sino estar durante un par de semanas en el quinto lugar, su mejor ránking.
En el 2025 tiene proyectado arrancar con la gira en Australia, en febrero tiene participación en Países Bajos e Inglaterra, y se prepara para los Grand Slam.
Sus logros son el resultado de su sacrificio, porque su disciplina ha sido constante: entrenar a diario en campo, 2, 3 horas, luego trabajo físico, fisioterapia, charlas con el psicólogo, viajes, aeropuertos, hoteles, alejarse de su familia, ir a Barcelona, donde hace la pretemporada, sufrir lesiones, jugar con dolor, como le tocó todo este año por un problema de codo, y adicionalmente esforzarse para terminar su carrera de relaciones internacionales, le falta una materia, quiere ser profesional, quiere seguir vinculada al deporte, tiene una fundación –Semillas sin barreras– que enseña tenis en silla de ruedas a niños, mejor dicho, su mundo es el deporte.
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“El tenis es mi estilo de vida, mi profesión, mi pasión, amo jugar tenis en silla de ruedas, y es una responsabilidad llevar la camisa de Colombia por el mundo”, asegura.
Ya es la sexta del mundo, pero ese no es su techo. Ya fue quinta y ese tampoco es su techo. Asegura que en 2025 será la cuarta. Pero hay más. “Mi papá me dijo, ‘nena, te la tienes que creer, vas a ser número uno’”, y sí, ella se lo cree, porque en su silla de ruedas es libre para jugar y libre para soñar.
Pablo Romero
Redactor de EL TIEMPO
@PabloRomeroET
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